Alaphilippe impone su ley en San Remo



Julian Alaphilippe acaba de ganar la Milán-San Rem con enorme autoridad. Él ha lanzado el ataque decisivo de la prueba, en el Poggio di San Remo, que volvió a ser decisivo. Ese demarraje causó el corte decisivo de la carrera, que dejó sólo a siete corredles por delante. Entre ellos, Peter Sagan, Alejandro Valverde, Matteo Trentin o el magnífico Wout Van Aert, creciendo en cada carrera. No se entendieron los componentes de la fuga, por lo que llegaron más corredores a su altura, como Tom Dumoulin, y todo quedó abierto para el sprint final en ese grupo de elegidos. 

Para entonces, los ciclistas llevaban casi 300 kilómetros en las piernas. Una carrera extenuante. Una prueba de supervivencia, agotadora, maratoniana. La primera parte de la prueba, previsible, con una amplia escapada sin opciones reales de conseguir la victoria en el primer momento del año. Quien más tiempo aguantó al frente de la carrera fue Fausto Masnada, pero su suerte, como la del resto de componentes de la escapada, estaba escrita de antemano. A falta de 30 kilómetros para el final llegó la Cipressa, donde apenas hubo pelea. La disputa se dio en los kilómetros previos a las primeras rampas de la ascensión, pero después el grupo, que venía muy estirado por esa batalla por la posición, se ensanchó. Sólo Niccolò Bonifazio atacó en el descenso y, aunque abrió hueco, no llegó lejos. 

Todo habría de decidirse en el Poggio. La lucha de los hombres fuertes de la carrera fue enorme pero Alaphilippe, el ciclista más laureado de este año, destrozó la carrera. Sólo Kwiatkowski logró seguirle en un primer momento, aunque después llegaron otros candidatos. Entre ellos, Valverde, que decidió a última hora formar parte de la Classicissima y que consigue entrar en la pomada de cualquier carrera en la que participa. Pero el grupo que llegó a meta fue demasiado amplio para él y la punta de velocidad de muchos de sus rivales, excesiva. 

Alaphilippe, que venía de ganar dos etapas de la Vuelta a San Juan, una etapa del Tour de Colombia, la Strade Bianche y dos etapas de la Tirreno-Adriático, impuso su ley en la volata, que lanzó Matej Mohoric, a quien se le hizo demasiado largo el sprint. Oliver Naesen fue segundo y Sagan, siempre el hombre a seguir, terminó cuarto, incapaz de plantar cara al ciclista más en forma de este año, que de paso rompió el desempate del Deceuninck com el Astana en la batalla por los equipos con más victorias del año. 

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