Pogacar arrasa y Valverde se divierte en la Strade Bianche


Decíamos el otro día que es tan abrumadora la superioridad de Tadej Pogacar sobre sus rivales que corre el riesgo de hacer aburridas las carreras, pero él no tiene la culpa, es su talento salvaje, su ambición sin límites. “Que yo no tengo la culpa, que la culpa es de la tierra”, que escribió Lorca en Bodas de sangre. Sobre la tierra de la Strade Bianche, las carreteras blancas de la Toscana, el ciclista esloveno del UAE ha firmado su enésima exhibición. A 50 kilómetros del final, 50, atacó Pogacar y se fue solo hacia adelante. En ese momento parecía claro que el segundo puesto era lo máximo a lo que podían aspirar los otros contendientes. 


Pogacar, ganador de los dos últimos Tour de Francia, quiere pasar a la historia de esta deporte y lleva camino de ello. Hace años, quizá más bien décadas, que no se ve algo igual. Competitivo allá donde va, enorme en cualquier terreno, ambicioso, ofensivo, siempre al ataque, el corredor esloveno no se conforma con mandar en la mayor carrera del mundo. Él quiere ganar y divertirse en cada prueba que disputa. El año pasado se llevó dos monumentos, la Lieja-Bastoña-Lieja y el Giro de Lombardía, esta última, de una forma similar a como ha ganado hoy el oficioso sexto monumento, la Strade Bianche, destrozando la carrera y atacando en solitario desde muy lejos de meta.


Antes del movimiento de Pogacar quien atacó fue Julian Alaphilippe. El campeón del mundo había sufrió una terrible caída a 100 metros del final, por culpa de un golpe de viento. Fue tremenda la caída, en la que también se vieron envueltos muchos otros corredores y que obligó a abandonar, entre otros a Domenico Pozzovivo, Matej Mohoric, Tiesj Benoot, Michael Gogl, Brent Van Moer, Victor Campenaerts y Salvatore Puccio. 


Alaphilippe logró reintegrarse en el grupo e incluso ser protagonista, pero llegó desfondado a la parte final. Tras ese ataque del francés demarró, imponente, Pogacar. En la lejanía intentó perseguirlo un inmenso Carlos Rodriguez, que a sus 21 años demuestra en cada carrera el enorme talento que atesora. El ciclista español del Ineos se ha mantenido por delante del grupo principal hasta que fue cazado a 24 kilómetros del final.  Pogacar era inalcanzable. 10 segundos. Medio minuto. Un minuto. Un minuto y medio. La diferencia iba aumentando más y más. El esloveno cabalgaba insultante hacia la primera victoria de un ganador del Tour en la Strade Bianche. 






Asgreen, Narváez, Simmons, Wellens y Valverde se fueron hacia adelante en la persecución a 21 kilómetros del desenlace. La suya era ya más bien la batalla por la segunda plaza. No llegaron a reducir a menos de 40 segundos la ventaja de Pogacar. El mejor ciclista del mundo era inalcanzable. Su reino no es de este mundo. El primero de los mortales, aunque él tiene poco de eso y mucho de leyenda de este deporte, fue Alejandro Valverde, quien entró en meta alzando los brazos, celebrando como merecía la ocasión su segunda plaza en la Strade Bianche. A sus 41 años, Valverde sigue la máxima que le ha guiado en toda su carrera, que por otro lado es la misma que sigue Pogacar: divertirse encima de la bicicleta. Hoy se lo ha pasado  en grande el ciclista murciano, quien ha acompañado en el podio final a Pogacar y también a Asgreen. 

 

Este gran día de ciclismo ha tenido otros protagonistas. Antes del recital de Pogacar, otro más, los escapados del día fueron Lilian Calmejane, Simone Bevilacqua, Marco Brenner (19 años) Sergio Garcia, Leon Heinschke, Davide Martinelli, Taco van der Hoorn, Edoardo Zardini y Samuele Zoccarato.





El ciclismo no para y mañana comienza la París-Niza, con Roglic, Van Aert, Quintana, McNulty, Adam y Simon Yates, Guillaume Martin y David Gaudu entre los participantes. Desde el lunes, la también conocida como Carrera del Sol se solapará con la Tirreno-Adriático. La carrera de los dos mares tendrá como máximo favorito a Tadej Pogacar. Después, a Pogacar y, en tercer lugar, a Pogacar. También serán de la partida, entre otros, Kuss, Vingegaard, Enric Mas y Alaphilippe. 

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