Ion Izagirre se exhibe y repite en el Tour




Cuando el Tour empezó el día 1 en aquella inolvidable salida desde Bilbao, el equipo Cofidis llevaba quince años sin ganar una etapa en la mayor carrera ciclista del mundo, el ciclismo español acumulaba una sequía de cinco años en la prueba y hacía siete años de la la hasta entonces única victoria parcial de Ion Izagirre en la carrera francesa. Hoy el corredor vasco del Cofidis ha logrado de forma gloriosa el segundo triunfo de su carrera en la Grande Boucle y también el segundo para el ciclismo español y para su equipo en la presente edición del Tour. 


Ion Izagirre, que este año también ha ganado el Gran Premio Miguel Indurain, forma parte de la élite de ciclistas con victorias de etapa en las tres grandes vueltas tras vencer una etapa del Giro de 2012, otra del Tour de 2016 y otra de la Vuelta de 2020. Hoy ha sido posiblemente el más fuerte y, desde luego, el más inteligente de la escapada del día, que ha tardado una eternidad en formarse, porque ha habido mucha pelea desde la salida


El primer acierto y mérito de Izagirre ha sido, pues, lograr meterse en el corte bueno, donde ha tenido compañía de mucha calidad, ya que junto a él han entrado Pinot, Martin, Alaphilippe, Guerreiro, Burgaudeau, Johannessen, Benoot, Jorgenson, Campenaerts, Teuns, Van Der Poel, Stuyven, Pedersen y Amador. Casi nada. Van Der Poel, que siempre anima cada carrera en la que participa, se fue solo y lo probó lejos de meta. Antes de la última subida del día fue alcanzado por Jorgenson y Pinot, ultramotivado en su última participación en el Tour. 


Poco después este tercero delantero fue alcanzado por un grupo más amplio de los fugados en el que ya no estaba Alaphilippe, incansable metiéndose casi en cada fuga de este Tour. A 30 kilómetros del final, en la última ascensión del día, atacó Ion Izagirre. Ya nadie lo vería hasta la meta. Aceleró para recortar distancias Pinot y también se mostró muy activo en la persecución Jorgenson. Quizá fueron los dos más fuertes y más ambiciosos del grupo perseguidor. Mientras, Guillaume Martin, coequipier de Izagirre en el Cofidis, actúo a la perfección de secante, saliendo a cortar cada intentona. Izagirre supo resistir y medir muy bien la distancia para llegar a meta con tiempo de sobra para festejar su victoria, la de un corredor veterano de 34 años que es un currante de la bicicleta y que cuenta con un palmarés de primer nivel. Gran victoria que, además, ha logrado justo en día del cumpleaños de su hija, según ha contado el ciclista en la entrevista en meta. Un buen regalo para ella. 


De sobra es sabido por quienes leen este blog con asiduidad que no le concedo la menor importancia a la nacionalidad de los corredores, no puedo concebir ver carreras ciclistas yendo con este o aquel corredor y no con afán de disfrutar, ni digamos ya si las preferencias responden sólo al azar de que el ciclista en cuestión haya nacido en un país concreto. Pero como es inevitable que se hagan estas lecturas en clave nacional, los dos triunfos cosechados por corredores españoles en este Tour nos devuelven al clásico debate sobre el estado del ciclismo español y su tan cacareada crisis. Siempre fui de los que pensó que no era para tanto, que no podíamos pensar que era normal andar ganando el Tour casi cada año. 


Creo que en este debate se es con frecuencia demasiado resultadista, todos los análisis se reducen a los resultados. Si Ion Izagirre hoy y Pello hace dos días hubieran terminado segundos, ¿sería de verdad peor el estado de salud del ciclismo español? Ahora mismo ha dos ciclistas españoles en el top 5 de la general del Tour (Carlos Rodríguez y el propio Pello Bilbao) y también son ya dos las victorias de etapa de corredores españoles en la presente edición de la carrera. Pero, insisto, no cambia demasiado. Todos estos años de sequía ha habido ciclistas españoles con capacidad de ganar una etapa en el Tour, algunos lo han rozado. 


Para medir el estado de salud del ciclismo en un país creo que mucho más importante que el resultado tan engañoso y volátil son otras cuestiones como la cantidad de equipos ciclistas en los distintos niveles en los que se puedan formar las estrellas del futuro, la calidad y cantidad de carreras organizadas en ese país y la cultura ciclista de sus aficionados, que sean capaces de valorar resultados en otro tipo de carreras y no sólo se fijen en la general del Tour. Todo ello en un contexto en el que el ciclismo está mucho más globalizado que hace unos años, lo que da presencia a corredores de todos los países, y también en el que surgen estrellas rutilantes cuyo auge no tiene que ver necesariamente con el cuidado al deporte en sus respectivos países. Por eso, tan importante o más que contar con ciclistas con aspiraciones en las generales de las grandes vueltas, como es ya el caso de los jóvenes Carlos Rodríguez y Juan Ayuso, es tener también una buena clase media de corredores capaces de llevarse triunfos de etapa y lograr momentos victoriosos en distintos tipos de carreras. En resumen, creo que el ciclismo español no está en crisis, que nunca fue tan terrible como la pintaban su situación, lo que pasa es que no todos los días pueden ser fiesta y estábamos demasiado bien acostumbrados con los Contador, Valverde y compañía. Dicho esto, y dejando clara la absoluta indiferencia respecto a la nacionalidad de los corredores con la que sigo las carreras, es una gran noticia para el tratamiento mediático del ciclismo, tantas veces injustamente relegado en los medios, que el ciclismo español brille en el Tour, lo que atraerá más atención del público general y de potenciales nuevos aficionados. Bienvenidos sean. 


Más allá de la gran victoria de Ion Izagirre y las disertaciones sobre el ciclismo español a las que da pie, la etapa de hoy, muy entretenida, no ha dejado grandes movimientos en la general, aunque varios de los fugados han ganado posiciones como Pinot, que ahora es décimo, o Martin, que pasa a ser decimotercero. Por extraño que parezca, precisamente pensando en la general, en concreto en la decimosexta plaza de Felix Gall, el Ag2r tiró del pelotón durante una parte de la etapa, al término de la cual Gall pasa a ser decimoséptimo. Ha sido uno de esos movimientos difíciles de entender pero que responden a cuestiones a los que los equipos tienden a concederles importancia. 




Mañana es 14 de julio, día de la fiesta nacional francesa, y eso significa que es también día de montaña en el Tour. Para esta jornada especial, que será ya la etapa 13 de esta edición de la carrera, los organizadores han reservado la ascensión al Grand Colombier, con 17,4 kilómetros de subida al 7,1% de desnivel medio donde podríamos ver un nuevo capítulo del duelo entre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar. 

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