Pogacar se reconcilia con la Lieja



Hace dos años, Tadej Pogacar no pudo correr la Lieja-Bastoña-Lieja por el fallecimiento de su suegra, que le hizo causar baja a última hora porque, lógicamente, lo primero en ese momento era acompañar a su pareja. Hace un año, el ciclista esloveno sí pudo correr la decana de las clásicas, pero sufrió una terrible caída que le obligó a abandonar y que condicionó mucho su preparación para el Tour de Francia. Por todo ello, la Lieja-Bastoña-Lieja de hoy era especial para Pogacar. El mejor ciclista del mundo se ha reconciliado con la clásica, que ya ganó en 2021, logrando un triunfo demoledor, de esos a los que ya nos tiene acostumbrados, pero que no por frecuente deja de ser espectacular y deslumbrante. 

Ha contado Pogacar en la entrevista en meta que la de hoy ha sido una carrera especialmente emotiva. Ha entrado en meta señalando al cielo para dedicarle la victoria a la memoria de su suegra. También ha dicho que el año pasado corrió pensando en conservar fuerzas para el desenlace, al que nunca llegó por culpa de esa caída, y que esta vez se ha centrado en la seguridad y en abrigarse bien, dado el frío que hacía sobre todo en el primer tramo de la carrera. Ha corrido distinto, especial, peor ha ganado como siempre, tras lanzar un brutal ataque que le hizo quedarse solo en cabeza muy, muy lejos de meta. Pogacar ha demostrado también ya a menudo que conoce, respeta y honra la historia del ciclismo, así que no extraña que haya lanzado su ataque en La Redoute, quizá la cota más mítica de la carrera más veterana del ciclismo mundial. Quedaban 35 kilómetros para el final y la carrera estaba sentenciada.

El ciclista que aguantó más a rueda de Pogacar tras su impactante ataque, pero sólo unos pocos metros, fue Richard Carapaz. Lo intentó con todas sus fuerzas el ecuatoriano, pero no pudo seguir el ritmo del esloveno. Era demasiado. Juega en otra liga. Pogacar pedaleó entonces como pedalea siempre, camino de la gloria, aumentando aún más su leyenda, confirmando que es el mejor ciclista del mundo y uno de los mejores corredores de la historia del ciclismo, sobre todo si tenemos en cuenta su edad, 25 años, muchos aún por delante. A 500 metros miró hacia atrás. Casi suena a broma porque por entonces llevaba una ventaja próxima a los dos minutos y era evidente que su victoria no corría riesgo alguno. En realidad parece que echó esa última mirada para despedirse del coche de su equipo, que giraría en una curva. En cualquier caso, tuvo tiempo más que de sobra para saborear su victoria, su sexto triunfo en un monumento. La enésima barbaridad de Pogacar. Y las que nos quedarán por disfrutar. 

El otro ciclista del que todo el mundo estaba pendiente hoy era Mattieu Van der Poel, pero el corredor neerlandés no ha podido plantar cara a Pogacar. Se vio cortado en una caída lejos de meta y, aunque llegó al grupo principal, no mostró buenas sensaciones y estaba muy lejos ya de la cabeza cuando el esloveno lanzó su ataque decisivo. Con todo, el campeón del mundo no se rindió y terminó logrando entrar en el podio tras ganar el sprint del grupo perseguidor, un tercer puesto que debe valorarse sin duda. Unos segundos antes había entrado en segunda plaza Romain Bardet, en su segunda juventud. El francés llegó en solitario a meta como primero de los mortales, segundo de la prueba tras el intocable Pogacar, después de haber atacado a Ben Healy, Romain Grégoire y Benoît Cosnefroy, que fueron los otros tres ciclistas que, junto a él, se destacaron en el grupo inmediatamente posterior a Pogacar tras el demarraje del esloveno.

Pello Bilbao ha terminado en novena posición, un top ten en un monumento. 


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