Recuerdos ciclistas (XXXI): La gesta de Contador camino de Fuente Dé

Después de 30 artículos de esta serie de Recuerdos ciclistas con la que sobrellevamos la ausencia de ciclismo en directo, a la espera de que vuelva poco a poco la normalidad y, con ella, las competiciones, ya iba tocando hablar de Alberto Contador, quien aún no había aparecido por aquí. Contador ha dejado unos cuantos recuerdos ciclistas imborrables. Nos acercaremos a otros más adelante, a alguna de sus hazañas en el Giro y en el Tour, pero hoy nos quedamos con la que quizá sea su mayor gesta, o una de ellas, al menos, una de las más espectaculares, desde luego: su ataque kamikaze en la etapa 19 de la Vuelta de 2012 camino de Fuente Dé, que le sirvió para darle la vuelta a esa carrera y arrebatarle a Joaquim Rodríguez el maillot rojo de líder, que hasta entonces había defendido con una extraordinaria solidez. 


Aquel día, sin duda, es historia de la Vuelta y del ciclismo. Purito Rodríguez marchaba líder, intratable, con una gran fortaleza. Parecía tenerlo todo a favor para ganar, al fin, su primera grande. Pero tenía enfrente a Contador. Y eso nunca permite estar tranquilo a nadie. El pinteño lo había probado ya de todas las maneras posibles, atacando aquí y allí, pero no había logrado descolgar al líder. 

Tres etapas había ganado hasta ese día Purito en la Vuelta. Pero entonces, esa etapa 17 tras el segundo día de descanso, Contador hizo de las suyas. Atacó lejos, lejísimos, a un mundo de meta, en el Collado de la Hoz, en una etapa que concluiría muchos kilómetros después en Fuente Dé. Atacó Contador incluso antes de que hubiera imágenes en directo de la carrera, lo que le da a ese demarraje un aura de leyenda aún mayor. Las tierras cántabras fueron testigo y escenario de aquella gesta de Contador, que fue abriendo más y más camino, hasta llegar a la meta con 2:38 de ventaja sobre el líder, lo que le permitió dar un golpe de autoridad y dejar casi sentenciada la Vuelta. 

En la crónica de aquel día mostramos la admiración rendida por Contador, por supuesto, pero también por Purito Rodríguez, ya que había sido un líder intocable hasta entonces, y porque la grandeza de las victorias la da también, en gran medida, el nivel de los rivales ante las que se consigue. Y aquella Vuelta de 2012 fue una de las victorias más luchadas de Contador, una de las que más le costaron al pistolero de Pinto. 

Con la ayuda, primero, de los compañero de equipo que había enviado hacia adelante, después de Paolo Tiralongo, excompañero del pinteño que le echó un cable, y más tarde solo, imperial, grandioso, bailando imponente encima de la bicicleta, Contador firmó una de sus mayores hazañas aquel día. Etapas como aquella son las que contribuyeron a agrandar su leyenda mucho más que las victorias en las que se mostraba muy superior a los demás. Porque la grandeza de los campeones se muestra, sobre todo, cuando tienen que sufrir más de la cuenta, cuando no dominan de forma despótica, sino que tienen que inventarse ataques imposibles, movimientos casi suicidas. De Contador recordamos sus grandes victorias, por supuesto, aquellas en las que nadie le podía seguir, pero mucho más todavía su clase y su pundonor cuando no era ya el mejor, cuando le faltaban las fuerzas o cuando tenía que hacer locuras para recuperar el trono perdido. Y la de aquel día fue una de sus más maravillosas locuras. 

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