Recuerdos ciclistas (XXXIX): El final de la era Indurain

Miguel Indurain no quería correr la Vuelta de 1996. Se lo dejó claro a su equipo, pero el cinco veces campeón del Tour, doble vencedor del Giro, amo y señor del ciclismo mundial, se vio forzado a aparecer en la ronda española de aquel año, tras haber sido derrotado por primera vez en un lustro en el Tour y tras haber ganado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta, en la prueba contrarreloj. No se sentía con fuerzas, pero la presencia de Indurain en la carrera de casa, que además siempre se le resistió, que nunca logró ganar, era muy importante para su patrocinador. 


Al final, sin ninguna gana y con pocas fuerzas, Indurain acudió a la salida de aquella Vuelta. Fue en la decimotercera etapa de la carrera cuando Indurain se bajó de la bicicleta. Un día para la historia del ciclismo, porque el navarro estaba escribiendo su última página como corredor profesional, estaba empezando a cerrar el libro más glorioso de la historia del ciclismo español, uno de los más admirables del ciclismo en general, sin apellidos ni nacionalidades.

Fue el 19 de septiembre de 1996. Indurain no podía más. Aquella etapa iba a terminar en Lagos de Covadonga. Física y mentalmente estaba agotado. Hasta Miguelón era humano. No se le podía medir más. Indurain se bajó de la bicicleta tras ver que iba sin fuerzas en la ascensión al Fito. En la subida a ese puerto perdía ya más de cuatro minutos con los favoritos. Indurain decidió que hasta ahí llegaba su aventura en la Vuelta que nunca quiso correr y se retiró en su hotel, el Hotel Capitán, que de forma inesperada pasó a formar parte de la historia del ciclismo. 

La relación entre Indurain y los responsables del Banesto se deterioró, en parte, por la obligación de correr la Vuelta. Es cierto que, visto hoy en la distancia, resulta extraño que al gran dominador del ciclismo mundial se le pudiera obligar a correr esta o aquella carrera. Indurain llegó a plantearse cambiar de equipo y negoció con la ONCE, pero finalmente optó por colgar la bicicleta y terminar una formidable trayectoria deportiva con un buen recuerdo, en pleno esplendor, tras haber logrado victorias importantes en 1996, ya que no logró su gran objetivo, el Tour, pero sí se proclamó campeón olímpico contrarreloj. 

El 2 de enero de 1997, en un hotel de Pamplona, Indurain anunció su retirada definitiva del ciclismo. Reconoció que le había costado mucho tomar la decisión, que el reto de buscar el sexto Tour era muy tentador y que se encontraba bien físicamente, pero al final, tras tres meses de deliberación, decidió poner punto final a su carrera deportiva y empezar a disfrutar del ciclismo como aficionado. Concluía así una era, la de Miguel I de Navarra y V de París, la del gran dominador del ciclismo mundial. Fue ese día en Pamplona cuando se formalizó el adiós, aunque el día del final real fue el 19 de septiembre de 1996, rumbo a Lagos de Covadonga. 

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