Recuerdos ciclistas (XXXVIII): El regreso de Armstrong

Estos últimos días, meses ya, estamos recuperando recuerdos ciclistas para hacer menos larga la espera al regreso de la competición. Ya queda menos para que la pesadilla del coronavirus quede atrás y, por tanto, podamos regresar a nuestras vidas, que incluyen, claro, el ciclismo. En esos recuerdos ciclistas que recuperamos, inevitablemente, hay un componente algo conflictivo, y es lo que conocimos después de algunos de sus protagonistas. Los recuerdos no son falsos, porque los vivimos, porque sabemos lo que sentimos entonces, pero hoy disponemos de más información de la que teníamos entonces y sabemos, por ejemplo, que algunos de esos ciclistas que aparecen en nuestros recuerdos confesaron tiempo después que se habían dopado. 


El caso más paradigmático, sin duda, es Lance Armstrong. El estadounidense marcó una época y se resistió hasta el final, pero terminó reconociendo que había recurrido a toda clase de sustancias dopantes en sus siete victorias consecutivas en el Tour. Eso sí, Armstrong negó siempre que se hubiera dopado en su regreso al ciclismo, en 2019, cuando no tenía necesidad alguna de regresar a la competición, pero le pudo la soberbia (aunque él dijo que volvía, sobre todo, para apoyar la lucha contra el cáncer, cuyas aportaciones son incuestionables). Quién sabe. Puede que ese regreso le diera la puntilla al estadounidense. Pero él no es precisamente una persona humilde, necesita ser protagonista y ponerse nuevos retos. Por eso, volvió a competir y por eso volvió a poner sobre él el foco y las sospechas, lo que terminó siendo fatal para él y le llevó a verse desposeído de sus victorias en la ronda gala. 

El caso es que Armstrong siempre ha negado que hubiera recurrido a ninguna sustancia dopante en 2009, el año de su regreso. Volvió Armstrong al Astana, donde estaba su director deportivo de los tiempos gloriosos del US Postal, Johan Bruyneel. Debutó Armstrong en el Tour Down Under y después acudió a la Vuelta a Castilla y León, como prueba preparatoria para el Giro de Italia. En la ronda castellanoleonesa sufrió una caída que le obligó a retirarse, pero no tuvo mayores consecuencias. En aquel Giro, Armstrong fue undécimo y acudió al Tour de Francia, su carrera, la que había dominado con puño de hierro, como uno de los dos líderes de su equipo. El otro era Alberto Contador, ganador del Tour en 2007.
La convivencia entre Armstrong y Contador en aquel Tour de 2009 fue francamente mejorable. Armstrong, arrogante, se vio superado una y otra vez por su compañero de equipo, pero Contador estaba muy solo en Astana, o así se sentía, al menos. Bruyneel se volcó con Armstrong. Su relación era muy estrecha, habían compartido un pasado glorioso que nadie más en la historia había conseguido. 

Contador ganó dos etapas aquel Tour y se llevó la general por delante de Andy Schleck y de Lance Armstrong, que terminó tercero en su regreso a la ronda gala, aunque también fue descalificado, como del resto de competiciones. 

Hace unas semanas hubo una cierta polémica con este Tour de 2019, ya que Contador hizo unas declaraciones en las que recordaba la difícil convivencia dentro del Astana. Armstrong declaró poco después de esa entrevista del pinteño que había ganado aquella carrera el mejor y que no tenía nada más que añadir al respecto. Quien sí entró al trapo fue Bruyneel, que dijo que no le había agradado el tono empleado por Contador para rememorar aquel Tour y que habló de "paranoia". En fin, lo cierto es que la relación de tensión entre Contador y Armstrong fue uno de los alicientes innegables del Tour de aquel año, independientemente de cómo evolucionará después la historia de ambos protagonistas del duelo interno. 

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