¿Quién debería liderar al Ineos en el Tour de Francia?

Aunque todavía con la mayor prudencia del mundo, es un placer volver a hablar de ciclismo en lugar de hacerlo de suspensiones de carreras. Sabemos que el camino será difícil, que la prioridad será y deberá ser siempre la salud y que no podemos aún echar las campanas al vuelo, pero parece que poco a poco se va despejando el horizonte. Eso supone el regreso paulatino de la vida normal y, con ella, del ciclismo. Todo está aún en el aire, sí, cogido con pinzas, como decimos en España, pero empieza a verse una pequeña luz al final del túnel. Una de las cuestiones que más entretenidos nos han tenido a los aficionados al ciclismo estas últimas semanas ha sido la noticia de una posible salida de Chris Froome del Ineos, cuyas posibilidades reales se van desvaneciendo con el paso de los días. 


Froome, cuatro veces ganador del Tour, no se encuentra cómodo compartiendo galones con el vencedor de la ronda gala el año pasado (Egan Bernal) y con el vencedor de 2018 (Geraint Thomas). El corredor británico nacido en Kenia sabe, además, que este año termina contrato con el Ineos y que tanto su edad como el hecho de que vuelva a la competición tras una durísima caída pueden jugar en su contra en la búsqueda de un contrato para seguir aspirando a todo el próximo año. 

Esta cuestión es significativa. Ojalá Froome vuelva a ser el de antes. Sería la mejor de las noticias para el ciclismo. Desde luego, si algún gran campeón puede recuperarse de una caída tan terrible como aquella ése es Froome. Igual que ocurrió con Valverde hace un par de años, Froome es capaz de regresar a su más alto nivel, porque es un profesional, un currante de la bicicleta, y ha hecho todo lo que está en sus manos para lograrlo. Pero las dudas son lógicas. Es normal tener dudas sobre el nivel real que podrá alvanzar, sobre su chispa, sobre si volverá a ser algún día ese ciclista intratable en la carrera. 

Las dudas sobre su estado físico juegan en su contra. A su favor, claro, sus galones, su historial. El palmarés no gana carreras, claro, pero cualquiera puede entender que un ciclista con cuatro Tours tenga como obsesión absoluta ganar el quinto y entrar en el olimpo de este deporte, junto a Merckx, Hinault, Anquetil e Indurain. Es totalmente lógico, perfectamente comprensible. Tiene que intentarlo. Es la razón fundamental por la que sigue dando pedales, por la que ha sufrido tanto en el largo proceso de recuperación de su caída. Tiene entre ceja y ceja su quinto Tour, entrar en un lugar aún más destacado de la historia del ciclismo, porque en la historia ya está, sin duda. 

Al final, el estado de forma de los tres posibles líderes del Ineos tendrá la última palabra, o eso parece al menos lo más sensato, que sea la carretera quien decida. Generalmente, cuando se dice que en un equipo hay una guerra de gallos y eso es muy conflictivo, lo que sucede en realidad es que ninguno de esos dos líderes es el mejor de la carrera. Por lo general, el mejor termina imponiéndose. Por poner un ejemplo, el problema del Movistar en el Tour de 2019 no fue la guerrilla entre Landa y Quintana, sino que ninguno de los dos estaba en condiciones reales de disputar la victoria final de la carrera. Dicho esto, a veces no es tan sencillo que la carretera haga la selección natural. En la estructura del Ineos hay casos pretéritos en los que el ciclista más fuerte tuvo que plegarse ante el jefe de filas, como sucedió con el propio Froome en el Tour que ganó Wiggins. Si ya pueden surgir problemas con dos líderes, imaginémonos con tres. 

Froome tiene a su favor lo legendario de su objetivo, conquistar un quinto Tour, nada menos. Pero Egan Bernal tiene a su favor la evidencia de que es el mejor escalador del mundo, que contrarrelojea cada vez mejor y que probablemente tiene más chispa y más opciones reales de victoria que ninguno de los otros aspirantes de su escuadra. Bernal dijo con claridad en La Montonera de Eurosport que él entendía las razones de Froome, pero que él no iba a dejar pasar la opción de intentar revalidar su victoria en el Tour. Quien, en principio, parece el tercero en discordia es Geraint Thomas, no porque no tenga capacidad de ganar un Tour, sino porque, a priori, él sería la tercera baza: los galones se inclinan hacia Froome y la frescura, en principio, hacia Bernal. 

Hay otro factor que no se puede olvidar: este año está siendo rarísimo por el coronavirus y es un misterio el estado de forma con el que llegarán a la carrera francesa los aspirantes. Si algún año puede haber sorpresas ése es este 2020 tan extraño. El tiempo dirá. Ojalá todo vaya como se espera y tengamos ocasión de salir de dudas en el Tour. Sería una noticia excepcional, que ya va tocando.  

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