Van Vleuten y Van Aert mandan en la Strade Bianche


El primer día de varias citas simultáneas de ciclismo por obra y gracia de la nueva normalidad nos ha regalado un sábado de grandes emociones. Ya hemos dado cuenta del final de la Vuelta a Burgos y del comienzo de la Ruta de Occitania, pero hoy, además, han vuelto las grandes clásicas, con la disputa de la Strade Bianche. Y ha sido un regreso magnífico, con la carrera italiana haciendo honor a su nombre, ya que los corredores han llegado a la meta embadurnados en el barro de las carreteras blancas por las que han transitado buena parte del recorrido, ese sterrato tan exigente para los ciclistas como espectacular para los espectadores.

A la vez que se disputaba la jornada final de la Vuelta a Burgos se corría la prueba femenina de la Strade Bianche, con protagonismo español. La mallorquina Mavi García marchaba camino de una victoria épica, uno de esos triunfos inapelables en las pruebas de un día, de los que dejan a los seguidores boquiabiertos. Atacó de lejos y marchaba con una amplia ventaja sobre sus perseguidoras, o eso al menos nos hacía creer el siempre defectuoso GPS de las carreras italianas. Más de tres minutos tenia de renta la ciclista española cuando por detrás empezó el show de Annemiek Van Vleuten. Y vaya show. Otro más. Nuevo recital de la campeona del mundo, la ganadora de todas las pruebas que se han disputado desde el regreso de la competición. 

Sólo una exhibición de la corredora neerlandesa dio al traste con el valiente intento de Mavi García. Todavía resistió a su rueda casi hasta el final de la carrera, ese muro de la Vía Santa Caterina por el que las corredoras entran en Siena. Ganó, otra vez, como siempre, Van Vleuten. Imparable. Está en otro nivel, un nivel hoy por hoy inalcanzable para el resto. No pudo ser el sueño de Mavi García, pero al menos ha desafiado a la dominadora absoluta del ciclismo mundial. 



Tras la carrera femenina llegó el turno de la masculina, en la que el tramo de sterrato más largo de la prueba, el Muro de Santa María, resultó decisivo. Allí empezaron a verse las debilidades de algunos de los favoritos a la victoria, como Julian Alaphilippe o Mathieu Van der Poel. Y ahí se hizo la selección definitiva. Lo probó de lejos, a falta de unos 50 kilómetros para el final, Jakob Fuglsang. El corredor danés del Astana abrió hueco, pero no más de 20 segundos, con el grupo perseguidor, que terminó dándole caza. 

Junto a Fuglsang se quedaron en cabeza Wout Van Aert (Jumbo-Visma), Greg Van Avermaet (CCC), Alberto Bettiol (Education First), Maximilian Schachmann (Bora) y Davide Formolo (Emirates). Lis seis de entendieron a la perfección y nada pudieron hacer para darle caza Zdenek Stybar (Deceuninck-Quick Step), Michael Gogl (NTT) y Brent Bookwalter (Mitchelton-Scott). 

En el último tramo de sterrato, a falta de 10 kilómetros para el final, lanzó un ataque imparable Van Aert. Consiguió regular la distancia con sus rivales y ganar así una carrera que se le escapó hace tres años, cuando sufrió calambres en la exigente parte final de la prueba. Es una victoria especial para Van Aert, ya que es la primera que logra en el ciclismo en carretera tras tener que abandonar el Tour de Francia el año pasado a causa de una grave caída. 

Van Aert ha llegado a meta extenuado. Se nota que es el primer gran esfuerzo para todos los participantes, ya que las diferencias en meta han sido enormes y ha habido auténticas pájaras. 

El ciclismo ha vuelto con fuerza y nos alegramos, pero confiemos en que en las próximas carreras el comportamiento del público se parezca más al de los espectadores de la Vuelta a Burgos, que llevan mayoritariamente su mascarilla, que a los de la Strae Bianche, donde la mascarilla brillaba por su ausencia. La responsabilidad individual es una de las claves para combatir esta maldita pandemia y no debemos bajar la guardia en ningún momento. 

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