Sagan, De Gent, Van Aert y el Ineos resucitan el Tour


No estaba muerto el Tour, pero sí necesitan un estímulo. Andaban alicaídos los ánimos de los espectadores y se habían acumulado varías decepciones en las primeras etapas, algunas, justificadas, incluso. Pero hoy no hay queja posible. Hoy los ciclistas han regalado un enorme espectáculo prácticamente desde la salida. En una jornada aparentemente destinada al sprint, de transición casi a las puertas de los Pirineos. Allí donde menos se esperaba “resucitó” el Tour, con una etapa impresionante. 

Empezó Benoît Cosnefroy, líder de la montaña, lanzando un ataque para puntuar en el primer puerto del día y seguir afianzando su posición, para seguir vistiendo el maillot blanco a puntos rojos. El francés es, sin duda, el corredor más combativo de esta primera semana del Tour. Cosnefroy pasó el primero por ese puerto, sí, pero lo hizo con el permiso del Bora de Peter Sagan, que tomó la salida con un objetivo claro: reventar a los adversarios del eslovaco por el maillot verde de la regularidad. Dicho y hecho. Uno a uno fueron cayendo los velocistas como Sam Bennett, maillot verde en la salida, o Caleb Ewan, entre otros. 

La ambición de Sagan, tres veces campeón del mundo, una leyenda viva de este deporte, ha marcado la diferencia hoy. Con ambición, con muchas ganas, el Bora ha agitado la carrera y ha marcado un ritmo imponente. Trentin ganó el sprint intermedio, por el que Sagan pasó segundo, pero sacó los suficientes pintos como para recuperar ese maillot verde que es su segunda piel en la ronda gala. 

A falta de 90 kilómetros para el final se apuntó al espectador otro sospechoso habitual, Thomas de Gent. El corredor belga del Lotto-Soudal, acostumbrado a la escapada en solitario, llegó a tener casi un minuto de ventaja sobre el grupo, del que tiraban el Bora de Sagan y el B&B Hotels de Bryan Coquard. Fue un cabalgada preciosa, pero no llegó a buen puerto, en parte, porque el Ineos andaba con ganas de dar batalla y, aliándose con el viento, se disponía a provocar abanicos. 

Ese fue el tercer factor decisivo del día, la aparición del viento y la ambición del Ineos. Metió cuneta el equipo británico y se cobró varias víctimas. Entre otros damnificados, Richie Porte, Tadej Pogačar y Mikel Landa. El ciclista vasco, de nuevo, acompañado por la mala suerte, se había quedado solo en el grupo tras la caída de sus compañeros Bilbao, Caruso y Mohoric, apenas unos kilómetros antes. En meta Landa, Porte y Pogačar se dejaron 1:21, igual que Richard Carapaz, que sufrió un pinchazo y que perdió contacto con el grupo delantero, en el que su propio equipo había provocado la batalla. El Ineos frenó a Castroviejo para ayudar a Carapaz, lo deja claro que el ecuatoriano es algo más que un gregario de Egan Bernal en este Tour, es la segunda baza del equipo y por eso no han querido dejarlo solo. 

La etapa más intensa que recordamos en mucho tiempo en el Tour aún nos tenía reservado otro momento de emoción: el sprint. Apenas quedaban velocistas por delante, pero ahí andaba Wout Van Aert, que no dejó pasar su oportunidad para ganar su segunda etapa en esta edición de la carrera. Se impuso a Edvald Boasson Hagen y a Bryan Coquard, mientras que Peter Sagan no pudo rematar el trabajo previo de su equipo, al que debemos en gran medida el espectáculo ofrecido hoy en el Tour desde la salida. Julian Alaphilippe se metió en el sprint, pero de pronto se apartó, haciendo gestos de enfado con Stuyven, aunque por más que veo repetida la imagen no encuentro razón para la gente de Loulou. 




En cualquier caso, la mejor noticia es que el Tour ha recuperado la intensidad y el espectáculo que se echaban en falta, y de qué manera, un día antes de la llegada de los Pirineos. Dos etapas montañosas muy existentes para el sábado y el domingo donde es de esperar que los favoritos se muevan. Mañana, tres puertos: el Col de Menté (de primera, con 6,9 kilómetros al 8,1%), el Port de Balès (de categoría especial, con 11,7 kilómetros al 7,7%) y el Col de Peyresourde (de primera, 9,7 kilómetros al 7,8%). 

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