Sagan se reivindica y Bilbao lo prueba sin éxito


Empezó con preocupación el día en el Giro de Italia y terminó con una exaltación de la belleza ciclismo y de la grandeza de uno de sus grandes campeones, Peter Sagan. La preocupación sigue ahí, claro, porque tras el riesgo del coronavirus se cierne sobre la corsa rosa. Ni el Jumbo-Visma ni el Mitchelton-Scott tomaron hoy la salida. El primero, por el positivo por Covid-19 de su líder, Steven Kruijswijk, y el segundo, porque cuatro componentes de su staff han dado también positivo, tras el de su jefe de filas, Simon Yates. Además, Michael Matthews, del Sunweb, también positivo, se ha visto obligado a retirarse, aunque su equipo sigue adelante. 


La situación no es tranquilizadora. Sobre todo, cuando hay voces que alertan de la laxitud por parte de la organización de la carrera en lo relativo a los grupos burbuja de los equipos. En el Tour, ningún equipo compartía hotel, pero parece que en el Giro no está siendo exactamente así. Compartir hotel y, por tanto, restaurante, instalaciones y salas comunes, rompe esos grupos burbuja y eleva el riesgo de contagio. Ojalá se extremen las precauciones, pero la inquietud es inevitablemente grande. 


No es fácil dejar a un lado esta preocupación, pero hoy los ciclistas se han esforzado a lo grande para que disfrutemos del deporte de la bicicleta y aparquemos un rato los temores. Ha sido el gran día de Peter Sagan. Al fin. Más de un año después de su última victoria, tras perseguirla de forma incansable en el último Tour. La lección del día en el Giro es clara: no hay que dudar de los grandes campeones. Nunca. Jamás. Bajo ningún concepto. Sagan, que lo intentó sin éxito una y otra vez en el Tour y ahora en el Giro, ha ganado la etapa. Y vaya etapa. Entró en la fuga del día, prácticamente desde la salida. Resistió las embestidas de sus compañeros de escapada. Y se marchó en solitario a por la victoria en la subida a Tortoreto, aguantando la presión del grupo de los favoritos. 


Ganó Sagan, el tres veces campeón del mundo, uno de los ciclistas más carismáticos y talentosos de la historia reciente del ciclismo, un corredor que sabe lo que es que duden de él. Con Sagan ocurre lo mismo que sucede con todos los grandes campeones, enamora cuando gana con aparente facilidad y arrasa a sus rivales, claro, pero deslumbra todavía más cuando le cuesta ganar. Se crece con las dificultades Sagan y es entonces, cuando la victoria se le resiste, cuando parece que todo va en su contra, cuando saca su poderío y su clase de campeón. Sagan es admirable siempre, pero especialmente este año, en el que tanto le ha costado vencer. Llegó la victoria y la celebraron los aficionados al ciclismo de todo el mundo porque Sagan es patrimonio de la humanidad ciclista. Lo dicho, lección del día: que nadie dude de Sagan. 


El eslovaco llegó sólo y victorioso a la meta, tras dejar atrás a Stéphane Rossetto y Nicolas Edet (Cofidis), Dario Cataldo y Davide Villella (Movistar), Jhonathan Restrepo (Androni), Simon Clarke (EF), Giulio Ciconne (Trek), Ben Swift y Filippo Ganna (Ineos), los otros componentes de fuga.


El día no sólo dejó la colosal victoria de Sagan, ya que también hubo batalla entre los favoritos. A falta de 22 kilómetros bajo el final, bajo la lluvia y con enorme valentía, saltó Pello Bilbao. A por todas. Soñando con la maglia rosa. Decidido a dar la batalla y aprovechar la oportunidad de verse como líder del Bahrein-McLaren, donde en condiciones normales es gregario de Landa. Enorme Bilbao, muy valiente, atacó sin mirar atrás y abrió hueco con el grupo el líder João Almeida y compañía. Fue siendo caza uno a uno a todos los escapados, pero no llegó a la altura de Sagan y, al final, terminó siendo cazado. No tuvo éxito esta vez el movimiento de Bilbao, pero lanzó el mensaje de que aspira a todo en este Giro han abierto y alocado, tan imprevisible, donde nada puede darse por sentado, tanto por el coronavirus y su amenaza constante como por el clima, que puede forzar a la suspensión o al cambio del recorrido de alguna de las etapas montañosas de la última semana. No conviene dejar nada para mañana en este Giro y Bilbao así lo ha entendido. 


Hubo varias escaramuzas entre el resto de aspirantes, con ataques de Almeida y Kelderman incluidos, pero ninguno de los candidatos abrió hueco. Sólo Jakob Fuglsang perdió tiempo en meta, más de un minuto, por culpa de un problema mecánico que le obligó a cambiar la bici en el descenso a la última ascensión del día. A 4 kilómetros de la meta atacó Bjerg, que aventajó en un puñado de segundos al grupo, mientras que Almeida entró tercero, por lo que se llevó cuatro segundos de bonificación. Tercero Almeida, 4 segundos de bonificación. 


El portugués aventaja ahora en 34 segundos a Kelderman, en 43 segundos a Bilbao, en 57 segundos a Pozzovivo y en 1:01 a Nibali.




Mañana, etapa con previsible final al sprint, donde volverá el duelo por la maglia ciclamino entre Arnaud Démare y el hoy victorioso Sagan. 

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