Las carreras de un día tienen el aliciente inigualable de que nada puede dejarse para otra etapa, porque todo lo que se quiera conseguir se debe lograr en esa prueba, ese día, no hay segundas oportunidades ni reválidas, no hay cálculos posibles. Es todo o nada. Este atractivo, que engrandece a las clásicas, es aún mayor en los Juegos Olímpicos, porque es una cita que se disputa cada cuatro años (cinco, esta vez). Si a eso se suma el hecho de que en los Juegos ninguna selección tienen grandes equipos para controlar la carrera, el resultado es que la prueba en línea del ciclismo en ruta es garantía de emoción, sorpresas y espectáculo. Además, sin pinganillo, es decir, sin mensajes de los directores a sus ciclistas controlando la carrera. Puro ciclismo. La prueba de hoy en Tokio ha sido extraordinaria, aunque quien la vea sólo con el prisma de su bandera nacional, estará decepcionado por el muy mal resultado de la selección española, del todo ausente en la parte final de la prueba.
Ha sido una gran carrera ciclista, sí, con muchas alternativas y en la que las selecciones más potentes, como Bélgica o Italia, han intentando controlar, pero en la que finalmente dos ciclistas que corrían solos, sin ningún compatriota, el ecuatoriano Richard Carapaz y el estadounidense Brandon McNulty, se jugaron la medalla de oro, que se llevó el enorme corredor del Ineos, siempre combativo y astuto, que viene de ser tercero en el Tour de Francia y tendrá el honor de ser campeón olímpico hasta 2024. Una vez más, Carapaz ha dado una lección. De fuerza y talento, por supuesto, pero también de astucia. No se cebó ante el ataque de Pogacar en la subida a Mikuni pass, porque dejó hacer a otros, y después supo esperar la ocasión perfecta, que llegó con el ataque de McNulty a unos 25 kilómetros de la meta. Entonces sí, Carapaz se dejó ver y saltó al ataque de McNulty, ante la indecisión del resto de favoritos. Ya no los vieron hasta la meta. Carapaz, ganador del Giro de Italia hace un par de temporadas, podio de la Vuelta del año pasado y del Tour de este, suma una de las más trascendentes victorias de su carrera deportiva.
Acostumbrado a hacer historia para su país allá donde corre, porque casi cada uno de sus logros es un hito para el ciclismo ecuatoriano, hoy le ha dado a su país la primera medalla, y encima de oro, en estos Juegos Olímpicos de Tokio. Primer ecuatoriano, y también primer sudamericano, campeón olímpico de ciclismo. Enorme. Carapaz ha ganado a lo campeón, atacando a seis kilómetros de meta, cuando el grupo perseguidor, con Van Aert tirando incansablemente, se acercaba de forma peligrosa.
Ese demarraje de Carapaz dejó a McNulty sin opciones de medalla. Por detrás manchega un grupo de muchísimo nivel, con el el citado Wout Van Aert (que saltó a todos los ataques y fue el más generoso en el esfuerzo), Tadej Pogacar (quien lanzó el ataque decisivo que rompió la carrera), Michael Woods, Michal Kwiatkowski, Maximilian Schachmann, David Gaudu, Bauke Mollema, Rigoberto Urán, Alberto Bettiol y Adam Yates. Casi nada.
Pogacar, que viene de ganar el Tour, sumó la medalla de bronce, mientras que Van Aert al menos se llevó la plata, algo que era lo mínimo que merecía, ya que ha sido el ciclista más combativo del día, el que más ha tenido que trabajar para que no se le escaparan mas opciones de victoria. Van Aert voló desde París a Tokio tras ganar la última etapa del Tour, una de las tres victorias que consiguió en la carrera francesa. Visto el podio de la prueba olímpica, parece claro que los ciclistas que procedían del Tour son los que han tenido un punto de fuerza extra para ser los protagonistas y los grandes triunfadores del día. Podio de muchos galones, inapelable la victoria del ecuatoriano, igual que la plata de Pogacar, que quedó segundo el sprint del grupo perseguidor y tuvo la astucia de seguir la rueda del belga, y esa plata tan disputada de Van Aert, el ciclista más versátil del mundo.
La carrera de la selección española ha sido muy decepcionante. Faltaban más de 90 kilómetros para la meta cuando Alejandro Valverde perdió contacto con el grupo principal. Se le hizo demasiado dura la ascensión al Monte Fuji. Entre la dureza del recorrido y el calor, con tanta humedad, la carrera ha sido de un enorme exigencia. No parece que la aclimatación de los ciclistas españoles haya sido la idónea, aunque otros ciclistas procedentes del Tour han copado el podio, así que ésa no parece la única explicación posible a este mal resultado. En el grupo decisivo del final había participante de todas las grandes selecciones salvo la española. Día para olvidar.
La carrera comenzó a las cuatro de la madrugada, hora española, y en sus primeros compases tuvo como protagonistas a Aular (Venezuela), Daumont (Burkina Faso), Dlamini (República Sudafricana), Grosu (Rumanía), Kukrle (República Checa), Juraj Sagan (Eslovaquia) y Tzortzakis (Grecia). Eslovenia, con Tratnik tirando para Pogacar y Roglic, y Bélgica, con Van Avermaet, vigente campeón olímpico, haciendo lo propio para Van Aert y Evenepoel, fueron los encargados de tirar del grupo y reducir la distancia con los fugados, que llegó a ser de 20 minutos. Poco después se puso a tirar Italia, un país siempre muy competitivo en este tipo de carreras, aunque hoy no se ha llevado premio.
La selección del país transalpino lo probó a más de 50 kilómetros del final, primero con Ciccone y luego con Caruso. Se formó un tercero con el italiano Caruso, el neerlandés Kelderman y el belga Vansevenant, que no cuajó. Evenepoel atacó a 52 kilómetros. Le siguieron Nibali y el irlandés Dunbar. Tampoco tuvo éxito ese corte. Bélgica marcó el ritmo en la subida a Mikuni pass. A 37 kilómetros de la meta atacó Pogacar. Fue un demarraje de los suyos, muy duro. Alcanzaron al ganador del Tour Michael Woods y Brandon McNulty. Después de que Van Aert se agotara intentando dar caza al tercero delantero, el belga sufrió y fueron Carapaz y Kwiatkowski, ecuatoriano y polaco, compañeros en el Ineos, los que llegaron a la altura de la cabeza de carrera. Poco después lo lograron Urán, Bettiol, Schachmann y Adam Yates. Van Aert no se dio por vencido y entró en el grupo delantero, llevando tras él a Mollema, Gaudu y Fuglsang. A 27 kilómetros lo intentó Fuglsang, poco antes de la llegada a Kagosaka, la última ascensión de la carrera. Tras ser neutralizado el danés se fueron hacia adelante McNulty y Carapaz en ese ataque clave en el que el ecuatoriano asentó su título olímpico. Ha sido una carrera sensacional, sin los españoles en la pomada, pero sensacional. Mañana, turno para la prueba femenina, con final a eso de las 10:15.
Comentarios