Es tentador querer ver grandes debilidades en un líder sólido e intocable en una gran vuelta. Ha pasado siempre y es natural. Los aficionados quieren que haya emoción hasta el final, que las carreras no se sentencien tan pronto, presenciar grandes gestas y grandes hundimientos. Todo el mundo espera sorpresas y rebeliones. Hoy Jonas Vingegaard ha soltado a Tadej Pogacar en la segunda ascensión al Mont Ventoux en la undécima etapa del Tour de Francia. Cuando se esperaba el ataque de Richard Carapaz, para quien habían endurecido la carrera sus gregarios en el Ineos, quien demarró fue Vingegaard.
El danés del Jumbo-Visma, de 24 años, no es ningún desconocido para el gran público, pero forma parte de una generación en la que hay tal cantidad de enormes ciclistas que posiblemente ha quedado hasta ahora muy en segundo plano. Hoy se ha reivindicado con este ataque y ha demostrado que es un claro aspirante... a ser segundo en la general del Tour. Es lógico querer que el intocable líder ceda, que la carrera vuelva a estar abierta, pero la realidad es la que es, por más que queramos ver lo que existe.
Pogacar tenía más de cinco minutos de renta sobre Vingegaard. ¡Más de cinco minutos! Es decir, ninguna necesidad de cebarse con él ni de sufrir para seguir a su rueda. La descomunal ventaja con la que cuenta el ciclista esloveno sobre todos sus rivales le permite gestionar a su antojo esas diferencias. Por eso está en una situación tan privilegiada. Hoy no ha sido el mejor día de Pogacar, no. Es humano. Pero sigue teniendo su segundo Tour en sus manos. No diré que no ha querido seguir a Vingegaard, parece claro que no ha podido, pero lo cierto es que no tenía necesidad de hacer un esfuerzo extra para ello. No lo necesita. En ningún momento se puso nervioso, ni estalló ni nada que se le parezca. El rey sigue mandando en esta carrera sin el menor apuro. No ha podido seguir el ataque de Vingegaard, pero no tiene excesiva importancia, no se abre ninguna puerta a la sorpresa ni la insubordinación en el Tour. Es una anécdota, poco más. Pogacar puede permitirse debilidades así, pequeñas muestras de que, en efecto, es una persona que, a veces, tiene malos días.
Al final, Pogacar ha cazado en el descenso a Vingegaard, tras colaborar con Rigoberto Urán y Richard Carapaz, interesados en recortar distancias con Vingegaard y en distanciar a los rivales por el podio que hoy lo han pasado mal, como Enric Mas, uno de los grandes damnificados del día, que ha cedido 1:39 con el líder, o Ben O’Connor, el primero que se desfondó en la subida al Mont Ventoux, quien ha perdido su segunda posición en la general.
Pogacar, de hecho, entró en meta por delante de sus tres acompañantes, como para dejar claro quién manda aquí. Rebelión sofocada en cuestión de minutos. El Tour sigue estando sentenciado, la batalla por el podio continúa abierta y muy interesante. Pogacar saca 5:32 a Vingegaard, quien ahora pasa a ser segundo. Salvo hecatombe o sorpresa mayúscula, el maillot amarillo está claro. La disputa por el podio, sin embargo, tiene aún muchas batallas por lidiar. Vingegaard aventaja en un segundo a Carapaz, 26 segundos a O’Connor, en 44 segundos a Kelderman y en 58 segundos a Lutsenko. Enric Mas pasa a ser octavo en la general y Pello Bilbao, décimo.
El gran protagonista del día ha sido Wout Van Aert, compañero de equipo de Vingegaard en el Jumbo-Visma y más que merecido vencedor de la etapa. Un triunfo enorme, el más importante y serio del ciclista belga en el Tour, en el que se estrenó el año pasado. Ganar una etapa que incluye un doble paso por el Mont Ventoux sin ser un escalador ni, en apariencia, un hombre de grandes vueltas, son palabras mayores. Es una victoria que alimentará aún más el debate de si el corredor del Jumbo-Visma debe plantearse en el futuro acudir al Tour para disputar la general. De momento, hoy ha celebrado como merece este triunfo, que lo acredita como uno de los ciclistas más polivalentes y espectaculares del pelotón actual. Él tendrá que decidir si le tienta probar la lucha por la general en el Tour, con todo lo que eso implica, o si le compensa más seguir siendo el corredor asombroso capaz de ganar en cualquier terreno que es hoy.
La valentía de Vingegaard, aunque sin premio, y la victoria de Van Aert serán motivos de celebración hoy en el hotel del Jumbo-Visma, donde lamentarán la baja de Tony Martin. El ciclista alemán ha sufrido una caída muy fea y ha quedado ensangrentado. Se ha visto obligado a abandonar la carrera.
Por lo demás, el día volvió a dejar una gran batalla por la formación de la escapada, con Julian Alaphilippe mostrando sus intenciones desde la salida. El campeón del mundo no se entendió con Nairo Quintana, quien tampoco andaba sobrado de fuerzas, y siguió en solitario varios kilómetros hasta que se unieron a él Pierre Rolland, Anthony Pérez y Daniel Martin. Por detrás, un nutrido grupo de perseguidores luchaba por llegar a la cabeza, entre los que estaban Wout Van Aert, Greg Van Avermaet, Bauke Mollema, Julien Bernard, Kenny Elissonde y Benoît Cosnefroy. Finalmente, hubo reagrupamiento. El Ineos marcó el ritmo en el grupo del líder, con Geraint Thomas volcándose con Richard Carapaz. David Gaudu pasó aprietos y perdió contacto con el grupo muy pronto. Finalmente, Carapa no pudo responder a ese trabajo del Ineos.
Mañana, final en Nimes, donde Cavendish buscará igualar a Eddy Merckx en el número de victorias de etapa en el Tour.
Comentarios