Vivimos en un tiempo en el que el término medio, allí donde los filósofos clásicos situaban la virtud, no está muy de moda. Todo es histórico, cada victoria es una exhibición y las derrotas son fracasos estrepitosos. No hay opinión moderada, todo es lo mejor de la historia o un desastre nunca antes visto. Un ciclista joven brillante es el nuevo Eddy Merckx pero, si tiene una mala racha, pasa a ser un fracasado, alguien que ha tirado su carrera y ha desperdiciado su carrera. Todo va, además, muy rápido, importa sólo el último cuarto de hora, lo más inmediato.
Puede que algo de eso pensara Remco Evenepoel al llevarse el dedo índice de su mano derecha a la boca, mandando callar, y el de la mano izquierda a su cabeza, señalándose a sí mismo, mientras entraba triunfal en la meta de la tercera etapa de la Vuelta a Dinamarca. Parecía reivindicarse el corredor belga de 21 años, querer gritar a todo el mundo que sigue aquí, que tiene todavía muchas victorias que conquistar, que hacen mal quienes le den por acabado. Ha sido una victoria marca de la casa, atacando de lejos y abriendo una distancia enorme con sus perseguidores, hasta el punto de que la general de la prueba danesa parece más que sentenciada ya, aunque no terminará hasta el sábado. Evenepoel sacó un minuto y medio a Tosh Van der Sande, Nick Van der Lijke y Mike Teunissen, y ya más de 1:40 a Mads Pedersen, excampeón del mundo.
La cabalgada en solitario del corredor belga del Deceuninck-Quick Step ha sido impresionante y no ha dado ninguna opción a sus adversarios. Es la tercera victoria del año para Evenepoel tras la etapa y la general que se llevó en la Vuelta a Bélgica, cuando regresó a la competición tras la terrible caída sufrida la temporada pasada, que le obligó a estar sin competir más de nueve meses. Aquella magnifica prestación en la carrera belga disparó la expectación sobre Evenepoel, de tal forma que se le señaló, sin excesiva lógica, como favorito para ganar el Giro, obviando que era su primera carrera de tres semanas y que venía de un periodo muy largo sin competir. Obviando también que nadie puede saber si Evenepoel será un ciclista de carreras de tres semanas o no. Cuando en el Giro se demostró que no podía seguir el exigente ritmo de la prueba italiana, Evenepoel pasó a estar un poco más en el olvido y él, que el año anterior había sumado nueve victorias, entró en un período de sequía y dudas. Que si la caída le había dejado tocado, que si le iba a costar volver a ser el mismo... El tiempo dirá, pero Evenepoel tiene 21 años. Cualquier augurio sobre él, ya sea señalarlo como un nuevo caníbal o poco menos que darlo por acabado, es bastante osado.
La irrupción de ciclistas jóvenes que ya dominan este deporte hace que la competencia entre ellos sea brutal. El año pasado no teníamos ojos más que para Evenepoel, hasta esa maldita caída. Pero luego, tras demostrar que aún no estaba super en el Tour, llegaron las exhibiciones de Van der Poel y Van Aert, además de Pogacar en el Tour, claro. Y, de repente, aquel ciclista que parecía personalizar el futuro del ciclismo, pasaba a ser casi un actor secundario. Todo demasiado acelerado, con poco poso. El triunfo de hoy de Evenepoel será importante para él. Mucho. El gesto que ha hecho al cruzar la línea de meta deja claro que no lo ha pasado bien estos meses, aunque seguro que eso también le hará crecer como ciclista y como persona (insisto, 21 años).
El sábado, para cuando comience en Burgos la Vuelta que hoy tiene la presentación de equipos, Evenepoel sumará salvo sorpresa mayúscula un nuevo triunfo en su carrera deportiva, la general de la Vuelta a Dinamarca. No es la prueba más prestigiosa, pero él la ha engrandecido con su ataque de hoy, adelantando a medio pelotón en el circuito final de la etapa, por cierto, lo que ha dejado imágenes curiosas, muy poco frecuentes. No podemos decir que Evenepoel vuelve, porque no se había ido a ningún lado, pero parece que él necesitaba recordar que sigue siendo el corredor admirable que tanto nos maravilló a todos el año pasado. Es una excelente noticia para todos.
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