El Gran Premio Denain, una mini París-Roubaix con tramos adoquinados, ha deparado hoy uno de esos finales vibrantes, con intriga hasta la recta de meta. A falta de 30 kilómetros para el final, cuando ya habían sido cazados Frentin, Terpstra, Paillot, Page, De Tier, Vermeulen, Guégan, Urianstad, Urruty y Vauquelin, llegó el movimiento decisivo de la prueba. El grupo principal pasaba por el tramo de pavés número 4, es decir, sólo restaban ya otros tres para el final. Entonces, el Ineos dio una clase magistral en la que recordó que el ciclismo es un deporte de equipo.
El conjunto británico aceleró la marcha y se fue hacia adelante con Sheffield y Turner trabajando para Narváez, su líder en el día de hoy. Tras la estela de los tres ciclistas del Ineos saltaron Touze y, ojo, Roglic. El esloveno, que viene de ganar la París-Niza, también se atreve en terrenos empedrados como este. Fue astuto y tuvo la fuerza suficiente como para entrar en ese corte, que pilló por sorpresa al grupo.
El quinteto delantero llegó a contar con medio minuto de ventaja, pero el pelotón se organizó, primero, con el B&B y el Wanty al frente de las labores de caza, y después también con la FDJ. Cuando faltaba poco más de un kilómetro para el final, los cinco escapados fueron neutralizados. El sprint, algo caótico, también muy abierto, concluyó con la victoria del alemán Max Walscheid, que suma así su primera victoria con su nuevo equipo de este año, el Cofidis, y también la primera en dos años.
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