El sábado ya se retiró otro compañero del UAE, Vegard Stake Laengen, por Covid. Se extiende así la sensación de que sólo el maldito virus puede impedir el Tour consecutivo del ciclista esloveno. Es su gran amenaza. Se percibe un ambiente raro en la Grande Boucle. Durante parte de la etapa, incluso parecía como que Pogacar no rodaba demasiado cerca de sus propios compañeros de equipo, los que quedan en marcha. Hay dos vertientes de esta odisea que sufre el UAE: por un lado, que Pogacar se queda con un equipo muy mermado, aunque eso, sinceramente, creo que al esloveno le preocupa lo justo; por el otro, el riesgo de que Pogacar termina contagiándose y tenga que abandonar la carrera. Sus rivales también están entre algodones, como él, siguiendo todas las precauciones que pueden, porque saben que un contagio con alta carga viral puede terminar con sus respectivas andaduras en la carrera. Cruzaremos los dedos.
De momento, el día de hoy no era demasiado propicio para ver batalla entre los hombres de la general y, en efecto, no lo vimos. Enric Mas aceleró (llamarlo ataque sería excesivo) a 200 metros del final, un movimiento al que respondieron sin problema alguno Pogacar y Vingegaard.
Relatada la odisea, que seguirá escribiendo sus capítulos en las próximas jornadas camino de París, hablemos de la epopeya. Cuando Magnus Cort Nielsen fue el único ciclista que atacó en la primera etapa en línea del Tour, en la que fue aclamado por sus compatriotas daneses, se le vio poco menos que como un animador exótico de la carrera, un secundario menor. Pero al día siguiente volvió a atacar y se aseguró seguir vistiendo el maillot blanco a puntos rojos de líder de la montaña. Y volvió a atacar después, un día tras otro. Casi todos los días ha estado en fuga el corredor del EF, que pase lo que pase de aquí al final del Tour será recordado como uno de los grandes protagonistas de esta edición. Raro será que no suba al podio final de París como el corredor más combativo de la carrera, aunque estemos todavía en el ecuador del Tour y quede tanto por delante. Cort Nielsen ha sido una referencia permanente en fuga y hoy se ha llevado el más que merecido premio a su constancia.
El ciclista danés entró en la numerosa fuga del día, que completaron otros 24 corredores: Chistophe Laporte, Filippo Ganna, Dylan Van Baarle, Lennard Kämna, Matteo Jorgenson, Ion Izagirre, Benjamin Thomas, Luis León Sánchez, Fred Wright, Kristian Sbaragli, Andreas Leknessund, Georg Zimmermann, Alberto Velasco, Alberto Bettiol, Hugo Hofstetter, Connor Swift, Philippe Gilbert, Mads Pedersen, Quinn Simmons, Edvald Boasson Hagen, Simon Clarke, Jack Bauer, Nick Schultz y Pierre Rolland.
Luis León Sánchez, que es uno de las ciclistas con más clase y con más olfato del pelotón, ha estado muy cerca de romper la sequía de victorias españolas en el Tour. A sus 38 años ha firmado una etapa sensacional. El corredor murciano del Bahrein se fue en solitario a seis kilómetros de meta y llegó a soñar con vencer, aunque fue cazado a dos kilómetros del final por Jorgensen (bien por Movistar, otra vez cerca, igual que con Verona el otro día) y Schultz. Al poco les alcanzo también Van Baarle y después, ya en la recta de meta, otros componentes de la fuga, entre los que estaba el propio Cort Nielsen, ganador final en un sprint muy ajustado frente a Schultz. Luisle lo probó y fue el primero en lanzar la llegada, pero se quedó sin fuerzas y terminó tercero.
Otro de los fugados, Lennard Kämna, no pudo aspirar a ganar la etapa pero soñó hasta el final con la posibilidad de ponerse líder, ya que el pelotón venía a más de ocho minutos. Al final, Tadej Pogacar ha conservado el maillot amarillo por apenas once segundos. Dadas las bajas de su equipo, no parece que le hubiera importado demasiado ceder el liderato.
La etapa, por cierto, se tuvo que interrumpir durante un cuarto de hora por la protesta de un grupo ecologista que reclama acciones contundentes a los gobiernos para combatir el cambio climático.
Mañana, primer día serio de montaña de verdad de este Tour, con el Télégraphe, el Galibier y final en Col du Grandon. Etapa que no puede perderse nadie. Bueno, sí, que se la pierda el Covid, esta y todas las que quedan hasta París.
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