Philipssen vence y la mala suerte se ceba con el Jumbo




Sin Primoz Roglic, que se marcha del Tour para recuperarse de sus heridas tras la caída de la etapa del pavés y para preparar la Vuelta, tomó la salida la decimoquinta etapa de la Grande Boucle. El esloveno fue clave en el asalto al amarillo, con esos ataques constantes de la mano de Jonas Vingegaard que extenuaron a Tadej Pogacar. Si el danés termina ganando el Tour le deberá sin duda una parte a Roglic. También se retiraron, en este caso por Covid, Magnus Cort Nielsen, uno de los grandes protagonistas de esta edición del Tour, y Simon Clarke, también ganador de etapa este año. 


El abandono de Roglic fue la primera de las malas noticias del día para el Jumbo-Visma. Hubo varias caídas, incluida una en la que se vio implicado Steven Kruijswijk, que se vio obligado a abandonar. De un plumazo, Vingegaard pierde a dos gregarios del máximo nivel para la montaña. Pero es que poco después, a 53 kilómetros de la meta, se produjo otra caída en la que se vio implicado el propio líder y también se fue al suelo Tiesj Benoot. Tras esta increíble racha de mala suerte, se entiende que el Jumbo-Visma hubiera mandado antes a Wout Van Aert descolgarse de la escapada del día.


El corredor belga, ciclista total, había formado la fuga junto a Nils Politt y Mikkel Honoré. A falta de 160 kilómetros del final, y cuando la diferencia era de poco más de dos minutos, el Jumbo-Visma mandó parar a Van Aert. Fue un poco extraño, pero perfectamente comprensible a estas alturas de Tour. ¿Había atacado Van Aert sin permiso? ¿Por qué esperaron tanto para mandarle parar? ¿Se temió el Jumbo-Visma que la etapa se complicara y exigió a Van Aert levantar el pie para quedarse al lado de Vingegaard? Es verdad que, a estas alturas de Tour, con el maillot amarillo en el equipo, parece lógico que el Jumbo-Visma anteponga defender el liderato a cualquier otro interés menor como un triunfo de etapa, cuando además el belga ya sumó su etapa y viste el maillot verde de líder de la regularidad. Además, al ser una fuga de apenas tres ciclistas, sus posibilidades reales de éxito eran muy bajas.





Todavía tuvo fuerzas  Van Aert para meterse en el sprint final, en el que quedó segundo por detrás de Jasper Philipsen, quien estrena así su palmarés de coco giras en el Tour. Pero antes de esa volata final hubo mucha más actividad, en un día en el que los corredores han sufrido unas condiciones meteorológicas muy adversas, temperaturas cercanas a los 40 grados. Los ciclistas son admirables siempre, pero en días como hoy parecen más superhéroes que nunca. 


Una vez fueron cazados los fugados, atacó Jonas Rutsch en la Côte des Cammazes, la última cota del día, aunque no llegó lejos por el fuerte ritmo del Trek para eliminar a los velocistas y allanar el camino para el triunfo de etapa de Mads Pedersen. Luego lo probaron Benjamin Thomas y Alexis Gougeard. El DSM de Alberto Dainese se puso a colaborar con el Trek, sobre todo, para mantener alejados a Groenewegen y al resto de sprinters descolgados. Con todo, el BikeExchange de Groenewegen logró reducir la diferencia y reintegrar a su hombre rápido en el pelotón


Fue una batalla preciosa, que aún se endureció más cuando apareció el viento en la parte final y el Ineos se puso al frente del grupo y metió cuneta, lo que redujo mucho el grupo e hizo aún más daño. Al final, lo dicho, un sprint muy emocionante y ajustado en el que se impuso Philipsen. Es la quinta victoria del año para el corredor belga del Alpecin


Mañana, último día de descanso, que en el hotel del Jumbo-Visma servirá para analizar cómo queda la escuadra del líder tras los abandonos de Roglic y Kruijswijk y las caídas que han afectado a varios de sus ciclistas, incluido el propio líder. Pogacar, por su parte, podrá volver a leer en detalle el libro de ruta para saber dónde puede intentar el asalto al maillot amarillo en una semana final del Tour que se presenta apasionante con las tres etapas de los Pirineos y la contrarreloj del penúltimo día

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