El Jumbo sentencia la Vuelta y copa el podio





No se recuerda nada igual ni en los tiempos del US Postal. No es que Jonas Vingegaard haya ganado hoy con enorme autoridad la etapa de la Vuelta con final en el Tourmalet y que sus dos compañeros de equipo Sepp Kuss y Primoz Roglic hayan hecho segundo y tercero en la etapa sin que nadie haya podido seguir a su rueda. No es que Kuss, que viene de correr el Giro y el Tour esta temporada, carreras ambas ganadas por el Jumbo, se mantenga como líder de la prueba con una solidez soberbia. No es que todos los demás corredores parezcan juveniles al lado de los ciclistas del equipo neerlandés. No es que al verlos correr parezca que estamos viendo un videojuego. No es que a día de hoy resulte altamente improbable que alguien vaya a poder evitar que el Jumbo-Visma acapare los tres puestos del podio final en Madrid. No es sólo eso, es que lo que está haciendo el conjunto neerlandés en esta Vuelta es inaudito, de no creer


Al lado del dominio del Jumbo-Visma en esta carrera, otras situaciones de equipos que han controlado con mano de hierro pruebas a lo largo de la historia de este deporte son un juego de niños. Siento hacer esta comparación, porque no es especialmente grato el recuerdo que guardamos de aquella época y porque deseo con todas mis fuerzas que el parecido con aquel tiempo se quede solo en el dominio imponente de una escuadra y en nada más, pero es que es cierto: ni siquiera en la época de la tiranía del US Postal el equipo podía soñar con tener a tres ciclistas copando el podio de una gran vuelta. Es algo muy impactante, que asusta. 


Seamos claros: por supuesto que la imagen de hoy trae recuerdos muy oscuros de otros tiempos del ciclismo. No tiene ningún sentido negarlo, creo, pero también es importante tener en cuenta que bajo ningún concepto se puede ser ambiguo ni señalar sin pruebas. Hace unas semanas, un ciclista del Jumbo-Visma, Michel Hessmann, fue suspendido tras dar positivo por dopaje, pero no hay ninguna evidencia de que haya un entramado de dopaje en la escuadra neerlandesa. Hay que confiar en el sistema. Los corredores de este equipo y de todos los demás se someten a los controles pertinentes y ninguno ha dado positivo ni ha dado muestras de nada irregular. Con eso hemos de quedarnos. La transparencia del sistema, su credibilidad, es básica. Si algo hemos aprendido de las décadas más oscuras del ciclismo es que alguien no puede vibrar con un deporte en cuya limpieza no cree. 


Por lo tanto, hoy por hoy sólo queda rendirse al poderío descomunal del Jumbo-Visma, que no sólo ha sentenciado hoy la carrera en lo que se refiere al primer puesto, que ya decidirán a su antojo en el equipo neerlandés, sino que parece haber dejado sentenciado también el podio. Hoy Juan Ayuso, Enric Mas y Alekxandr Vlasov han sido los únicos ciclistas de un equipo distinto al Jumbo que han aguantado hasta el final junto a Roglic y a Kuss, porque a falta de ocho kilómetros ya se había ido en solitario hacia adelante Vingegaard. Lo intentaron los tres, pero ni Mas ni Ayuso ni Vlasov pudieron abrir distancia con los corredores del equipo neerlandés. Tampoco parece que, salvo sorpresa mayúscula, vayan a ser capaces de evitar que los tres corredores que suban al podio final de la Vuelta en Madrid sean del mismo equipo. 





El Jumbo-Visma llegó a esta edición de la Vuelta con el objetivo de lograr en la misma temporada la victoria en el Giro (que ganó Roglic), el Tour (que se llevó Vingegaard) y la Vuelta. Pues bien, a falta de ocho etapas para el final, está claro que lo va a conseguir y también parece muy probable que cope el podio final de la carrera. Ahora mismo el primero de los mortales es Ayuso, cuarto a 2:37 de Kuss y a casi un minuto ya de Vingegaard, que pasa a ser tercero en la general. Mas es quinto a 1:22 del podio. 


El ritmo exigente del Jumbo destrozó a las primeras de cambio a Remco Evenepoel y a Joâo Almeida, que se descolgaron en el Aubisque, a cerca de 90 kilómetros del final. Los perdieron hasta el apellido en meta. Fue una locura el comienzo de la etapa. Los Pirineos nl decepcionaron. Hubo intentos de ataque, como el que protagonizaron Michael Storer (Groupama), Christian Rodríguez (Arkea), Andreas Kron (Lotto Dstny) y Kenny Elissonde (Lidl Trek), que llegaron a abrir algo de hueco respecto al grupo de los favoritos, pero el Jumbo tenía un plan, el de siempre, ganarlo todo, llevarse los tres primeros puestos de la etapa y de la general, y así lo ha logrado. 


En un momento de la etapa, en la subida a Spandelles, hubo incluso un amago de landismo, con un ataque de Mikel Landa que sólo siguió Vingegaard, pero ante el impulso loco e irracional del landismo se impuso la sangre fría y el dominio brutal, robótico, imponente, del Jumbo. Nada que hacer. A sus 37 años, Robert Gesink marcó un ritmo extenuante al frente del grupo durante muchos kilómetros y luego el equipo neerlandés protagonizó uno de los recitales colectivos más alucinantes de la historia reciente del ciclismo. 




Mañana, la Vuelta, lo que queda de ella, porque el Jumbo la ha sentenciado y ha matado buena parte de su emoción con este dominio tan abrumador, afronta una nueva a jornada montañosa. Los ciclistas subirán el Col Hourcére (de categoría especial, con 11,1 kilómetros al 8,7%), el Puerto de Larrau (categoría especial, 14,9 kilómetros al 8%), el Puerto de Laza (tercera, 3,4 kilómetros al 6,3%) y el Puerto de Belagua, donde está la meta, que está catalogado de primera categoría y cuenta con 9,5 kilómetros al 6,3% de desnivel medio. Será el momento de ver qué escenario queda en la carrera tras la batalla sin rival de hoy del Jumbo-Visma, un paseo militar. 

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