Mathieu Van der Poel ha ganado una de las ediciones más espectaculares que se recuerdan en la Milán-San Remo, en la que Tadej Pogacar ha hecho todo lo que ha odiado para intentar ganar la Classicissima. El primer monumento del año es quizá el menos duro de los cinco, también el menos vistoso, pero precisamente la paradoja de que es una carrera muy difícil de ganar y muy abierta por no tener suficiente dureza como para que se rompa muy lejos de meta es la que la hace también una prueba especial, con un desenlace de lo más emocionante. Eso y, por supuesto, la generación de ciclistas que hacen de cada carrera un espectáculo.
Llegaba Pogacar con el reto de ganar la Milán-San Remo, el monumento que más le cuesta, junto a la París-Roubaix. El ciclista esloveno llegaba con el maillot de campeón del mundo y quería ser el primer ciclista enfundado en el maillot arcoíris en ganar la clásica italiana en más de cuatro décadas, ya que el último en lograrlo fue Beppe Saronni en 1983. Para Pogacar, el ciclista que gana allá donde va, el mejor corredor del mundo, el que todo lo ambiciona, la Milán-San Remo se ha convertido casi en una obsesión. Porque quiere ganar todos los monumentos, porque es muy consciente de la grandeza de esta carrera y porque él desde hace ya mucho corre para la historia. Pero le falta dureza a la prueba, lo que le obliga a intentarlo desde lejos, a probarlo donde muy poca gente lo había probado antes.
La estrategia del UAE fue clara: dureza máxima en la Cipressa para intentar romper la carrera desde lejos. Primero con Tim Wellens y luego con Jonathan Narváez, el equipo emiratí ha marcado un ritmo descomunal que hizo que muchos ciclistas se descolgaran. Una de las primeras víctimas fue Jasper Philipsen (Alpecin-Deceuninck), que había sufrido un pinchazo poco antes y que arrastra las consecuencias de una caída previa.
A tres kilómetros la cima atacó Pogacar y le siguieron Filippo Ganna (Ineos), Mathieu Van der Poel (Alpecin-Deceunincj) y Romain Grégoire (Groupama-FDJ), aunque el francés no resistió el ritmo. Fue un ataque demoledor y en un nuevo acelerón a poco más de un kilómetro para coronar la Cipressa se cortó momentáneamente Ganna, pero enseguida volvió a contactar con ellos. El terceto de cabeza coronó con medio minuto de ventaja. Fue el ascenso más rápido a la Cipressa de la historia de la centenaria carrera. En el descenso aumentaron la renta hasta el minuto. Parecía claro que la victoria era cosa de tres.
Nada más empezar el Poggio lanzó su primer ataque Pogacar, un demarraje soberbio en el que descolgó a Ganna, pero no a Van der Poel. Volvió a cambiar varias veces de ritmo, pero el ciclista neerlandés se pegó a su rueda una y otra vez. A 500 metros de la cima quien atacó fue Van der Poel, que abrió un hueco mínimo de unos pocos metros, pero que cerró con rapidez Pogacar. Un duelo memorable. Máxima igualdad, enorme espectáculo. Un mano a mano fascinante entre el mejor ciclista del mundo y el mejor clasicómano del mundo. Hubo un de momentos en los que parecía que Pogacar iba a descolgar a Van der Poel, luego fue el neerlandés quien estuvo a punto de dejar atrás al esloveno, pero siempre volvían a juntarse en cabeza. En el descenso apretó muchísimo Pogacar, mientras que Ganna logró llegar a la altura del dúo de cabeza en los metros finales, justo a tiempo de entrar en el sprint.
Lanzó desde muy lejos el sprint reducido Van der Poel y, pese a la enorme fatiga por todo lo que le forzó Pogacar en la Cipressa y en el Poggio, logró imponer su punta de velocidad por delante de Ganna y del esloveno, un año más, tercero. Es el séptimo monumento ya de la carrera de Van der Poel, que hoy ha sufrido lo indecible para impedir que Pogacar lo descolgara y que ha logrado un triunfo colosal, otro más que sumar a su ya espléndido palmarés.
Aunque no han tenido ninguna opción real de luchar por la victoria, también merecen aparecer citados en esta crónica Alessandro Verre (Arkea), Mathis Le Berre (Arkea), Tommaso Nencini (Solution Tech-Vini Fantini), Mark Stewart (Solution Tech-Vini Fantini), Martin Marcellusi (VF Group-Bardiani), Filippo Turconi (VF Group-Bardiani) y Baptiste Veistroffer (Lotto), que han formado la escapada del día. El que más lejos llegó en cabeza fue Marcellusi. Ellos dieron de qué hablar en la larguísima espera antes del emocionante y memorable desenlace en la Cipressa y el Poggio camino de la mítica Via Roma de San Remo.
Hoy también ha sido un día memorable para el ciclismo femenino, porque dos décadas después, la Milán-San Remo ha vuelto a celebrar una edición femenina. Aquella carrera se llamó Primavera Rosa y se disputó de 1999 a 2005. Aquella última edición la ganó la alemana Trixi Worrack. Así que hoy era un día histórico, un paso adelante más en el fantástico avance del ciclismo femenino de estos últimos años. Ya sólo queda un monumento sin edición femenina, el Giro de Lombardía, que en principio la tendrá el próximo año. Ojalá.
Un primer corte serio lo formaron Laura Tomasi (Laboral-Kutxa), Virginia Bortoli (Fassa Bortolo) y Anne Knijnenburg (VolkerWessels), que fueron cazadas antes del momento decisivo de la carrera. A 30 kilómetros del final hubo una caída que provocó que se cortara el grupo, aunque las favoritas lograron reintegrarse.
El SD Worx de Lotte Kopecky y Lorena Wiebes se puso a tirar a bloque en la entrada a la Cipressa, pero no continuó con su acelerón, así que luego fueron el UAE de Elisa Longo Borghini y el FDJ-Suez de Demi Vollering los equipos que se pusieron al frente del gran grupo. Ni en la Cipressa ni en el Poggio se pudo romper el grupo, así que todo se decidirá en los kilómetros finales por las calles de San Remo.
Longo Borghini, siempre valiente, siempre al ataque, lanzó un demarraje en solitario que le permitió llegar a soñar con la victoria, pero el formidable trabajo de Lotte Kopecky para Lorena Wiebes, la mejor velocista del mundo, echó abajo la intentona de la corredora italiana. Se impuso al sprint Wiebes, imbatible en las llegadas masivas, por delante de Marianne Vos (Visma-Lease a Bike) y Noemi Rüegg (EF). Con ese trepidante final se escribió una nueva página en la historia del ciclismo femenino. Doble prueba de la Milán-San Remo, doble emoción y espectáculo. Ganamos todos.
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