Se consumó la injusticia

Poco más se podía esperar de un proceso chapucero, malintencionado, lento e injusto con un tufo rancio que echaba para atrás, pero siempre quedaba la esperanza de que reinara la cordura. De que alguien sensato razonara que la ínfima cantidad de clembuterol no es dopaje. Pero eso es mucho esperar. El TAS ha recibido muchas presiones en las últimas semanas, y eso no se le escapa a nadie, presiones indecentes desde la AMA. Esta asociación no podía consentir que la presa se le escapara viva. Desde hace un tiempo, la lucha contra el dopaje no se concibe en ciertos organismos como un intento por limpiar el deporte, por ennoblecerlo o por mejorar las cosas, sino como una cacería a la busca del tramposo, del delincuente, del ser más odioso y repugnante que puede uno encontrarse sobre la faz de la Tierra: el ciclista que se dopa. ¿Que son 50 picogramos? Qué más da. El caso Contador era caza mayor para ellos y ya podrán colgarse la sentencia en la pared de su casa, como loz cazadores se cuelgan las cabezas de sus presas más cotizadas.



La sentencia no tiene desperdicio, al menos lo que de ella se va conociendo. El TAS reconoce en la sentencia que el dopaje no está probado, pero deben de pensar que eso es lo de menos en un proceso por dopaje. No tengo nada en contra del TAS, pero me pregunto si para esto hacía falta esperar dos años. Claro, hay muchas bocas que alimentar, las barrigas de los dirigentes deportivos no mantienen su esplendor gracias al aire. Pat McQuaid, el personaje más siniestro que ha tenido algo que ver con el ciclismo en toda su historia, ya ha hablado para decir que es un día triste para el deporte. Tiene razón, de hecho serán días tristes y dañinos para el ciclismo todos los que él siga como presidente de la UCI. Además, también ha dicho que nadie gana cuando hay un caso de dopaje y todas esas patrañas populistas que se tiene muy bien aprendidas. Pocas cosas le gustan más a este tipo y a sus secuaces que sentar cátedra sobre cómo combatir el dopaje. Así, entre otras cosas, puedens eguir viviendo de esto y no se les cae encima el chiringuito.



Es muy triste este final. Javier Ares, periodista deportivo que cuenta cómo nadie el ciclismo y que sabe mucho de este deporte acaba de tuitear que no sabe qué decir sobre la resolución, pero que no le parece bien menospreciar a la justicia cuando sus resoluciones no nos satisface. Una de las cosas que más me gusta de este gran periodista es, precisamente, su capacidad para poner sensatez, moderación y buen criterio en todas las circunstancias. Respeto y comparto sus palabras, pero criticar una decisión y pensar que es injusta no es menospreciar al tribunal. En todo caso, desde el máximo respeto al TAS, me parece que su decisión ha sido equivocada. Siempre he reconocido la complejidad del caso Contador. Es absurdo defender que el ciclista se dopó (la propia sentencia dice que eso no se puede probar), pero es cierto que la ley no sólo castiga al que se dopa. De eso sabe bastante, por ejemplo, Alejandro Valverde, sancionado también cuando jamás dio positivo. En lo que que estamos es en que la ley es injusta y en que sí había posibilidad legal de hacer justicia en este caso y no castigar de este modo a un inocente. La UCI y la AMA decidieron seguir enredando y se han salido con la suya.



Llevo mucho tiempo escribiendo que el ciclismo tiene a su principal enemigo en casa, y que no me refiero exclusivamente con ello a los tramposos que se dopan, sino también (casi diría, sobre todo) a ese grupito de gente que se está haciendo de oro con Pat McQuaid a la cabeza a costa del ciclismo. Los casos de dopaje hacen muchísimo daño a este deporte, pero la gestión imposible de empeorar que hacen estos tipos, ésa es la que le está destrozando. La UCI, insisto, ve esto como una cacería y, como todo buen cazador, no se conforma con un par de liebres cuando puede poner en su salón una cabeza disecada de un ejemplar más esplendoroso. Así actúan, y así nos va.



Contador perderá el Tour de 2010 y el Giro de 2011, al tiempo que recibirá una fuerte sanción económica (eso del dinero que no se olvide, que si no a ver cómo siguen todos los dirigentes con su labor desinteresada y honorable en defensa del ciclismo), pero estoy convencido de que eso no es lo que más le importa a él. El tremendo palo recibido hoy, el jarro de agua fría que ha caído sobre él, sobre el ciclismo español y sobre todos los aficionados no se refiere a eso. Contador no necesita, en absoluto, un par de grandes vueltas más en su palmarés para demostrar lo que es y lo que vale. "Es una cuestión de honor", declaró el ciclista en una comparecencia pública hace algún tiempo. Así es. Están echando por tierra su honorabilidad, su esfuerzo, su credibilidad como deportista. McQuaid estará hoy muy feliz y contento, pero no será el único. También esos tipejos de un equipo rival de Contador que presionaron al TAS porque sabían de sobra que sería más fácil ganar el Tour eliminando de este modo a Contador que vencerle en la carretera. Y, por supuesto, muchos periodistas y bocazas franceses que tendrán en esta sanción un argumento más para defender que los logros deportivos de España están cimentados en el dopaje.



El golpe es muy duro. Lo es para Contador, que debe saber que seguiremos estando a su lado. Lo es para el Contador ciclista, al que quitan en los despachos victorias que logró sobre la bici y al que dejan sin posibilidad de acudir a los JJ.OO de Londres y al Tour de este año. Pero el golpe es muy duro también para los aficionados y, sobre todo, para el ciclismo. Sería muy duro que sancionaran al mejor ciclista del mundo porque se hubiera dopado, pero creo que es todavía más duro que se lo quiten de en medio con malas artes y de este modo tan ruin. Comprenderé que mucha gente se aleje del ciclismo o que decida no acercarse a él tras esta decisión. Por mi parte, haré tres cosas a partir de ahora. Seguir creyendo y apoyando a Contador, seguir amando este deporte y, por último, seguir tapándome la nariz cada vez que vea, lea u oiga palabras de ciertos tipos que le están dáñando gravemente. ¡Ánimo, Contador!

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