Ayer escribí sobre Joaquín Rodríguez que puede que no esté en un gran momento o que la temporada no hubiera empezado tal y como él quería, pero que la temporada es muy larga. Lo cierto es que ayer el ciclista español del Kathusa ganó de forma brillante en la sexta etapa de la Tirreno-Adriático en un precioso final que picaba hacia arriba. Cuando faltaba un kilómetro para la meta, justo en la pancarta que indicaba esa distancia, Purito lanzó un ataque potente que le sirvió para abrir un hueco precioso, aunque no excesiva, que finalmente fue suficiente para ganar. El final fue de esos en los que se suele decir que si la meta llega a estar cien metros más allá, no hubiera podido aguantar, porque por atrás apretaban muchísimo, tanto que el grupo entró en el mismo tiempo que el español. Pero bastó para ganar y estrenar su casillero en 2012. Oportunidades de sobra habrá para ir ampliándolo. Oportunidades y calidad.
Ese grupo entró con Nibali en cabeza y, tras él, Di Luca, Horner, Nocentini, Poels, Kreuziger, Gatto y Scarponi, es decir, los gallos de la carrera. La general, por lo tanto, no sufrió variación y hoy llega el día decisivo con la última etapa: una crono de 9,3 kilómetros. La distancia entre el primero, Horner, y el segundo, Kreuziger, es de sólo cinco segundos. A seis está Nibali, al que los segundos de bonificación del segundo puesto en meta le acercan algo más al líder. En todo caso, no parece que el italiano vaya a tener muchas opciones de disputar hoy la general. Nunca se sabe, pero Horner es el gran favorito. Veremos. De momento, Joaquín Rodríguez sale de la carrera de los dos mares con su primera victoria del año.
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