Colosal exhibición de Boonen en la París-Roubaix


Reducir lo visto ayer a un titular de tipo "Boonen gana la París-Roubaix" o incluso "Boonen vence su cuarta París-Roubaix" sería totalmente veraz y objetivo, pero no haría justicia al tremendo recital que dio ayer el ciclista belga. No ganó, no, arrasó. Dio una exhibición formidable, probablemente lo mejor que hemos visto en lo que llevamos de temporada y quizás también candidato a momento ciclista del año cuando toque resumirlo a finales del 2012. No se limitó a ganar ni a certificar su favoritismo, sino que ofreció un maravilloso espectáculo, un enorme esfuerzo individual y una cabalgada en solitario de 50 kilómetros que dejó con la boca abierta a los espectadores y con la admiración pegada a las caras de todos. No era para menos, porque Boonen acababa de lograr un triunfo memorable.

Tom Boonen llegaba a la París-Roubaix como gran favorito por su sensacional estado de forma y su magnífico arranque de temporada. Además, no estaba Fabian Cancellara como el gran rival con quien disputarse la victoria. Pero eso no hace menos duro "El Infierno del Norte" ni resta méritos a una victoria en esta carrera mítica. El ciclista belga estaba ayer exultante en su llegada a meta. Lo bueno de meterse esa paliza en solitario durante tantos kilómetros y aplastar a todos tus rivales con una superioridad y una demostración de fuerza tan sensacional es que puedes celebrar tu victoria en la recta final sin tener que mirar atrás para ver si algún corredor te puede quitar el triunfo. Él saboreó la gloria en los últimos kilómetros, hizo gestos a la cámara y entró triunfal en el velódromo de Roubaix donde alzó al cielo cuatro dedos que simbolizan sus cuatro victorias en esta mítica clásica. Iguala así a su compatriota Roger de Vlaeminck con cuatro victorias en esta carrera.


Boonen se lleva a su casa un nuevo adoquín que acredita su victoria en la París-Roubaix, pero también el recuerdo imborrable del recital de ciclismo que nos ofreció ayer. Él sabía que estaba haciendo algo grande no sólo por ganar esta clásica, que de por sí es algo ya muy grande, sino porque conseguía hacerlo por cuarta vez y, además, porque lo había hecho a lo campeón y luciéndose en una escapada que será recordada por mucho tiempo y que estará ya siempre asociada a la historia de la París-Roubaix, ¿Recuerdas aquella edición en la que Boonen atacó a más de 50 kilómetros de meta y ganó en solitario con 1:39 sobre el segundo? Sensacional forma de entrar en la historia por varias razones (su cuarta victoria y la exhibición ofrecida).

5 horas, 55 minutos y 22 segundos estuvo Boonen encima de la bicicleta. Ese tiempo marcó y una velocidad media de 43,48 kilómetros por hora. Llegó antes del horario previsto y rodó más rápido de lo que se esperaba, pero es que Boonen tenía prisa por volver a alcanzar la gloria. Y eso que vive en ella, porque tiene un historial envidiable en este tipo de carreras. Atacó primero de la mano de un compañero, que no aguantó mucho junto a él, y de ahí en adelante el corredor belga del Omega Pharma Quick Step decidió tirar hacia adelante sin mirar atrás. Su plan era simple: llegar en solitario a meta y dar un recital enorme en un monumento del ciclismo. Simple de enunciar, claro, pero muy complicado de cumplir. Ganar en Roubaix está sólo al alcance de unos pocos, de un grupo de elegidos; hacerlo como lo hizo ayer Boonen está reservado a un selecto club aún más reducido del que el belga forma parte.

Allá que se fue Boonen, en busca del triunfo, mientras por detrás quedaba un grupo también formado por corredores exquisitos y miembros del grupo de elegidos para estar en la lucha por esta durísima clásica. Eran Lars Boom (Rabobank), Niki Terpstra (compañero de Boonen), Alessandro Ballan (BMC), Sébastien Turgot (Europcar) y Juan Antonio Flecha (Sky). Ellos se organizaron para intentar dar caza a Boonen pero eso eran palabras mayores y poco a poco fuimos viendo que sólo un infortunio podía alejar al belga de la victoria. El segundo puesto era lo que quedaba por disputar. No era cualquier cosa, desde luego. Subir al podio en esta carrera es algo que muchos ciclistas desean con todas fuerzas, porque es una de las pruebas más míticas y reconocidas del calendario.

Juntos llegaron al velódromo los perseguidores. Flecha luchó por conseguir entrar en el podio, pero terminó cuarto. Es verdad que el español se merercía un logro mayor ayer, pero creo que lo más importante es que volvió a estar entre los mejores, que disputó hasta el final su presencia entre los tres primeros y, sobre todo, que volvió a demostrar que es el mejor clasicómano español y la gran referencia de nuestro país en este tipo de pruebas. Es un ciclista magnífico y ni siquiera la lesión de la que se está recuperando y por la que muchos temíamos pudo apartarle de los puestos de honor de la París-Roubaix. Acabó cuarto y volvió a rendir a una grandísimo nivel. Enorme su papel ayer, tan enorme como nos tiene acostumbrados el español. La segunda plaza fue para Turgot y tercero acabó Ballan en ese esprint por el segundo puesto donde Flecha no pudo hacer más.

Vimos un gran espectáculo ayer en la París-Roubaix. Siempre pienso lo mismo ante este tipo de exhibiciones ciclistas: de esas carreras que hacen afición. Y así es. Creo que cualquiera que no esté muy familiarizado con el ciclismo o a quien lo le guste este deporte podría perfectamente cambiar de opinión viendo pruebas como la de ayer. Porque difícil resistirse al espectáculo ofrecido ayer en "El Infierno del Norte". El recital de Boonen, pero también el colosal e inhumano esfuerzo de los ciclistas, las caídas, los pinchazos, el sacrificio enorme de todos ellos y esa inigualable emoción de una carrera ciclista de primer nivel como ésta. Ganó Boonen y hems de rendirle hoy homenaje y tributo, porque lo hizo de una forma maravillosa, porque nos alegramos mucho de volver a ver su mejor versión y porque estamos ante uno de los grandes. Su palmarés así lo acredita: 4 París-Roubaix, 3 Tour de Flandes, un Mundial, 6 etapas en el Tour de Francia,  2 etapas de la Vuelta Ciclista a España y muchas victorias en distintas pruebas. Lo dicho, un grande.

Ayer también estuvimos pendientes, por la mañana, de la Klásica de Primavera de Amorebieta. Ganó allí Givani Visconti, campeón italiano, que dio un nuevo triundo al Movistar. Segundo fue su compañero de equipo Alejandro Valverde, que sigue logrando estar entre los mejores con la aparente facilidad que tienen siempre los ganadores como él, y tercero el ciclista del Euskatel-Euskadi Igor Antón, en su primer gran resultado de este comienzo de temporada. El Movistar dominó toda la carrera y se llevó la victoria.


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