Vinokourov, campeón olímpico


Alexandre Vinokourov es uno de esos ciclistas irrepetibles, al que siempre recordarems cuando se retire, del que diremos a nuestros nietos que vimos correr a un ciclista que atacaba siempre, con garra y valor, con valentía, sin límites. Un corredor formidable que, al margen de nacionalidades o equipos, todos admiramos, al que todos respetamos como alguien poco común, único. El ciclista kazajo es el nuevo campeón olímpico. Será la mejor forma de retirarse. Vinokourov tenía previsto retirarse el año pasado en el Tour, pero como una caída le obligó a la retirada, en lugar de tirar la toalla o dar por concluida su carrera, luchó para recuperarse y volver a la competición. Un oro olímpico es el resultado de esa entrega y de ese sacrificio.


"Después de tantos accidentes regresar al ciclismo fue difícil, pero mi familia, mis hijos y mis padres estuvieron detrás de mí todo el tiempo", dijo ayer el campeón olímpico. Todos ellos, y también los aficionados al ciclismo que tanto le debemos. Es, como digo, uno de esos ciclistas imposibles de repetir. Cuando él se vaya dejará un hueco difícil de llenar. No imposible, claro, porque vienen apretando fuerte muchos talentosos ciclistas jóvenes que, como él, se muestran ambiciosos (se me viene a la cabeza ahora Sagan, por ejemplo). Pero a él le debemos, sin duda, un gran reconocimiento. El ciclismo se lo ha dado en forma de victoria en unos Juegos Olímpicos.

Tuvo Vino un desliz con el dopaje, fue sancionado en 2007. Pagó por su error y volvió a brillar en el ciclismo. Deporte al que ha dado mucho. De él recordamos muchos triunfos, muchos ataques alocados, esos triunfos en el Tour, esas victorias en las clásicas, esa Vuelta a España...Ya digo, alguien al que admiro y por el que me alegro. Merecía un triunfo así. A veces el trabajo tiene recompensas tan dulces como un oro olímpico en ruta del todo inesperado y muy merecido como el que consiguió ayer Vino. Sensacional su triunfo.

La carrera fue bonita. Hay que destacar, en primer lugar, la respuesta magnífica del público londinense. Se volcaron con la prueba y desde el comienzo de la misma, a las 11 de la mañana, eran muchas las personas que se echaron a las calles y a las cunetas para seguir el paso de los ciclistas. Da gusto ver estas imágenes y este gran seguimiento al ciclismo en unos Juegos Olímpicos. La gran duda era ver si se rompería la carrera en el circuito o si, por el contrario, Gran Bretaña lograba controlarla para forzar una llegada al esprint en la que Mark Cavendish sería el gran favorito. Es cierto que la ascensión del circuito no era especialmente dura, pero unos Juegos es una carrera especial: los equipos tienen cinco corredores sólo, y no todos, por lo que es mucho más difícil controlar la carrera. Carrera de 250 kilómetros, además, por lo que se puede endurecer.

Y es lo que pasó. Algunas selecciones, entre las que destaca especialmente España, lograron romper la carrera en el último paso por el circuito. Se formó así un grupo de cabeza, una veintena de corredores de gran nivel entre los que había tres españoles: Jonathan Castroviejo (excepcional su carrera), Luis León Sánchez y Alejandro Valverde. Atrás, tiraban del pelotón intentando cazar los británicos, que poco a poco se fueron quedand si efectivos, totalmente desfondados, y los alemanes en menor medida. No lograban reducir las diferencias, en torno al minuto siempre, y poco a poco fuimos viendo que el grupo de cabeza llegaría por delante, que entre esos hombres estaba el próximo campeón olímpico.

Era una situación inmejorable para España, porque teníamos a Luisle y a Valverde, dos magníficos ciclistas en llegadas en grupos reducidos, dos ganadores natos, dos rematadores excelenes. Venían, de hecho, de ganar sendas etapas en el Tour. Junto a ellos, claro está, otros muy buenos rodadores. Allí estaban, entre otros, Cancellara, Paolini, Phinney, Van Garderen, O´Grady, Roelands, Lars Boon, Rui Costa, Gilbert, Sylvain Chavanel, Brajkovic... Es decir, calidad suprema, lo que se espera de unos Juegos Olímpicos, en ese grupo delantero.

Entre esos grandes nombres, también marchaban el kazajo Alexandre Vinokourov, el colombiano Rigoberto Urán y el noruego Alexander Kristoff. Los dos primeros atacaron y cogieron una ventaja de unos segundos sobre el resto del grupo delantero. Fue el moment deciviso de la carrera. Sorprendentemente, aunque son cosas que pasan y se ven con cierta frecuencia en el ciclismo, atrás no se organizaron para cazar al dúo de cabeza. España llevaba a tres hombres, Suiza a cuatro. Pero no se entendieron para tirar e intentar neutralizar la fuga de esos dos hombres valientes. De esos tres hombres de España, uno de ellos, Jonathan Castroviejo, merece un reconocimiento aparte, porque hizo una carrera excepcional. En ese momento ya llegaba muy cansado por el tremendo trabajo que hizo. Entonces uno de los dos otros dos ciclistas españoles que andaban en cabeza, Luis León Sánchez o Alejandro Valverde, debería haber tirado en beneficio del otro. No sucedió así, quizás por falta de fuerzas, y se nos fue el caballo.

Jonathan Castroviejo, como digo, hizo una carrera de 10. Se metió en la primera escapada del día, que se formó en los primeros kilómetros, y ya rodó en cabeza hasta meta. Primero en ese grupo y después trabajando duramente para sus dos líderes en la parte final de la carrera. Porque el equipo español tomó las riendas de la carrera. La rompieron por atrás Valverde y Luisle y, cuando se formó el grupo de cabeza entre quienes se decidiría la carrera, tiró de forma incansable y excelente Castroviejo. Este joven ciclista vasco del Movistar es un corredor magnífico. Decíamos ayer que promete mucho y ya ha dado muestras de su calidad. Ayer dio un paso más y mostró su capacidad de sacrificio y esfuerzo en todo su esplendor. Hay que darle la enhorabuena sincera por el trabajo que hizo ayer. Luego no supimos rematarlo, pero él lo dio todo.

¿Qué pasó después? Volvemos al momento en el que Vinokourov y Urán atacaron. Atrás no hubo entendimiento y no les cazaron. José Luis de Santos, seleccionador nacional español, interpreta así la carrera: "Ha salido todo perfecto. Sólo ha faltado rematar. No sé qué ha pasado (no había pinganillos). Luisle venía sin fuerzas y Alejandro se ha quedado bloqueado por un cambio de dirección, creo". El presidente de la Federación, Juan Carlos Castaño, también destaca la labor de los nuestros: "no ha sido una decepción. Se ha hecho un trabajo increíble. Era un grupo bastante numeroso y difícil de controlar".

Los ciclistas contaron también lo ocurrido. Valverde declaró: "Hemos hecho la carrera que teníamos que hacer, dura, para descartar a los esprinters y lo hemos logrado, aunque al final no hayamos podido rematar. Vinokurov ha sido el más inteligente, al saltar en un momento en que no hemos podido reaccionar para darle caza. En esos momentos íbamos bastante justos, hemos hablado y hemos visto que era muy complicado cazarles pero si podíamos tener opciones tanto Luis como yo en el sprint por el bronce. Pero ha habido un bandazo y nos hemos descolocado".

Luisle lo ve así: "Cuando juegas a ganar como hemos hecho, pueden sucederte esas cosas. Hemos atacado desde lejos y nos hemos llevado a Vinokurov y Cancellara entre otros porque sabíamos que era nuestra opción. Nos hemos desgastado mucho en un recorrido que no era el mejor para nosotros y a falta de quince kilómetros hemos hablado Alejandro y yo para ver cómo íbamos y ninguno estábamos bien, aunque podíamos aguantar de cara al final”. Cuando atacó Vino “hemos visto que era imposible que ninguno de los dos llegara, así que hemos guardado lo poco que nos quedaba para el sprint. Hemos vuelto a hablar en los últimos kilómetros para ver si nos preparábamos de alguna forma, pero íbamos muy tocados ya".

Son cosas que pasan. Creo que la situación de la carrera se había puesto muy bien para nuestros intereses, mucho mejor de lo que se podía pensar en un principio, viendo cómo era el recorrido y pensando en que estaba diseñado para llegar al esprint y vivr un triunfo en casa de Cavendish. No hay duda de que a España se le escapó una gran opción, pero a muchos otros países fuertes también. Empezando por Gran Bretaña, al que le fue aún peor porque no metieron a nadie en el grupo delantero y, por más que trabajaron a muerte tirando del pelotón, no pudieron cazar.

La imagen triste del día fue la caída de Cancellara. Marchaba en el gupo de cabeza y todos teníamos claro que iba a intentar buscar el oro. Venía de ganar la plata en Pekín. Tomó mal una curva cuando encabezaba el grupo y se fue al suelo. Está siendo evaluado en un hospital e incluso podría perderse la prueba contrarreloj del miércoles. Lástima. Está siendo ésta una temporada aciaga para él por las malditas caídas. Elogiaba al comienzo de la entrada a Vinokourov. Qué decir de Espartaco. Es uno de los grandes, un corredor que infunde temor en sus rivales y despierta admiración en los aficionados. Ánimo y suerte para el suizo.

Conclusión. Fue muy sorpresiva la carrera. Oro para Vinokourov, plata para Rigoberto Urán y bronce para Kristoff. Probablemente ninguno de los tres entraba en las quinielas de nadie para formar el podio de esta carrera y lograr una medalla. Siempre es bueno que el deporte dé sorpresas de vez en cuando. Ayer Vino y Urán fueron valientes, hicieron una apuesta arriesgada y les salió bien. El oro fue para el kazajo, que ganó con claridad el esprint al ciclista colombiano. Después se vivió el esprint entre los componentes del grupo. El más rápido fue el noruego Kristoff. 14 acabó Luis León Sánchez y 18 Alejandro Valverde. Otra vez será.

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