Terremoto Armstrong

Perfectamente se podría haber titulado así un artículo de cualquier mes de julio en la época en Lance Armstrong estaba en activo y arrasaba a sus rivales en el Tour de Francia. El emperador de la carrera más importante del ciclismo podría ser destronado, aunque  esta historia le queda por delante. Han golpeado con dureza a este deporte muchos casos, claro que éste no es el primero, pero sí se trata de un asunto especialmente doloroso y sensible, porque hablamos del único ciclista de la historia que ha ganado siete veces el Tour, una leyenda viva de este deporte, el más grande del ciclismo moderno después de Indurain.
 
Por si hay una sola persona que no sepa de qué hablo, cosa que duda porque quien no lo sepa a estas alturas es que no le interesa, diré brevemente que en las últimas horas el ex ciclista estadounidense ha anunciado en un comunicasdo que renuncia a seguir defendiéndose de las acusaciones de dopaje masivo desde 1999 a 2005 que ha lanzado contra él la Agencia estadounidense Antidopaje (USADA en sus siglas en inglés). Esta agencia empezó un proceso contra el ex ciclista y Armstrong dice estar harto de esto, cansado, porque ciertamente ha tenido que plantar cara a acuasiones en todo momento desde sus años dorados. Hablamos, literalmente, del siglo pasado.
 
Comenta en ese comunicado el tejano que él sabe quién ganó esos siete Tours, que sus rivales lo saben y que sus compañeros durante esos años, algunos de los cuales han declarado en su contra y han relatado presunto uso de sustancias dopantes, también lo saben. La USADA dice que con esta renuncia a seguir con las alegaciones del proceso, Armstrong está reconociendo que no tiene argumentos para rebatir las acusaciones y, por lo tanto, que las está reconociendo en cierto sentido. Por eso propondrá quitarle todoso sus triunfos y suspenderle de por vida, lo que en la práctica sólo le afectará a su participación en pruebas de triatlón.
 
Hay muchas vertientes de este asunto que quiero comentar. No es un tema nada sencillo. Laurent Jalabert, otro mito vivo del ciclismo, ha hablado hoy, como tantísima gente, de esta noticia que, no por esperada (el proceso se empezó hace tiempo) e incompleta (es la UCI y no la USADA quien tendrá la última palabra en este asunto) ha sacudido como si de un seísmo de enorme magnitud se tratara al deporte de la bicicleta. Y el exciclista francés ha dicho que tiene sentimientos enfrentados. Por encima de todo, y en primer lugar, ha declarado sentirse triste por el ciclismo y por el Tour, por este deporte y esta carrera que ama.
 
Es una mezcla de varios sentimientos la que creo que tenemos también la mayoría de los aficionados al ciclismo, pero para mí hoy es, sobre todo, un día triste. Al margen de cualquier otra consideración o de algunos asuntos del caso que puedan estar abiertos, más allá de la necesidad de que combatir el dopaje es algo siempre loable y necesario, hoy es un mal día, un muy mal día para el ciclismo. Los seguidores de este deporte hemos pasado muchísimas pruebas, sin duda demasiadas. Muchos mitos caídos, muchos corredores de primer nivel que han dado positivo, muchos casos de dopaje que nos han cortado el rollo en medio de carreras apasionantes... Pero este caso no es uno más, no es un caso cualquiera. No diremos que es un golpe mortal, porque estoy convencido de que este deporte no morirá, hay suficientes pruebas de la fidelidad a prueba de bombas de mucha gente, pero sí que es una noticia muy dura y dolorosa.
 
Entremos en esas cuestiones abiertas, en esas lagunas que deja el caso Armstrong, para terminar después con una consideración final. La USADA abrió un proceso contra Armstrong. Dice tener pruebas de dopaje masivo desde 1998 hasta 2005. Al parecer varios ex compañeros de Armstrong han testificado contra él. De hecho algunos han hablado en público de esta cuestión y han señalado con el dedo a su ex jefe de filas. ¿Tiene la Agencia Antidopaje de Estados Unidos potestad para sancionar a Armstrong? No entraré en cuestiones legales o de reglamentos, pero pienso que no. Parece claro que es un organismo internacional, la UCI o la AMA, la que tendrán que tener la última palabra. La UCI debería tener la jurisdicción del caso. El caso Valverde, inicialmente sancionado por las autoridades italianas, tiene ciertas similitudes con éste. Sabemos cómo acabó. Pasando por manos de la UCI y ampliándose la sanción del territorio italiano a todo el calendario internacional.
 
LA Agencia Mundial Antidopaje (AMA) cree que esta retirada de Armstrong, esta renuncia a seguir defendiéndose, es prueba suficiente como para estimar que está asumiedo su culpa. Por consiguiente, cree que debe ser despojado de sus triunfos. La UCI, por su parte, en este caso está manteniendo una actitud cautelosa. No se pronunciarán hasta conocer las razones de esta decisión de la USADA. La Agencia estadounidense ha tomado la decisión de quitarle los triunfos y suspenderle de por vida, pero es una decisión más bien simbólica y sin saber a cienca cierta si tiene competencias para tomarla por su cuenta. Eso por no hablar de que algunos de esos triunfos que le quieren quitar son muy antiguos, tanto que parece ser que hay una norma que no permite desposeer de victorias más allá de ocho años de antigüedad. Son estas, las de las competencias y los temas legales, unas de esas cuestiones abiertas en el caso Armstrong.
 
Luego hay otras como la razonable sospecha de que en la USADA Armstrong no tiene precisamente buenos amigos. Da la sensación de que allí le tienen unas ganas enormes. No han tardado mucho en interpretar el comunicado de Armstrong renunciando a seguir luchando por demostrar su inocencia como un reconocimiento de su culpabilidad y un motivo para quitarle sus triunfos, suspenderle de por vida y hasta decidir quitarle las dotaciones económicas de esas victorias. Todo eso por su cuenta y riesgo y en cuestión de horas, parece ser. No tengo suficientes elementos de juicio para ahondar en este asunto, pero la enemistad de la USADA con Armstrong salta a la vista.
 
El exciclista tejano marcó una época en este deporte. Él fue, sin duda, el corredor más internacional en varias décadas, el que volvió a meter en Estados Unidos y otros países no europeos la pasión por el ciclismo. Él ha sido un fenómeno deportivo mundial, un símbolo de la lucha contra el cáncer, el ciclista más famoso de la era moderna. No muchos ciclistas han logrado situarse a la altura de los grandes de otros deportes con gran seguimiento detrás, tanto a nivel económico como mediático. En resumen, es una leyenda, un mito del deporte. Y por eso esta noticia es un mazaso terrible.
 
Si finalmente a Armstrong se le quitaran sus victorias en el Tour, el triunfo de esas siete ediciones recaería en ciclistas que también se han visto implicados en casos de dopaje. Y entrarían en el podio corredores afectados por escándalos de esta índole. También sus sustitos en las victorias de etapa en la ronda gala o sus triunfos en otras carreras irían a ciclistas bajo sospecha. Es una lamentable realidad, pero es la que hay. No podemos hacer nada por rebatirla.
 
Dicho esto, y acabo, ¿hasta qué punto tiene sentido seguir removiendo este asunto? ¿Y someter a juicio carreras del siglo pasado, literalmente? Está el argumento de que es bueno perseguir el dopaje y que se demuestra que, caiga quien caiga, se combatirá esta lacra. Por otro lado, el que considera que no es del todo razonable que ahora se reabran casos tan antiguos y, sobre todo, que es algo poco entendible. No se ha hecho con todo el mundo, eso desde luego. Si había resultados anómalos, ¿por qué no se estudiaron en su momento? ¿O es que se están analizando con nuevos equipos no existentes entonces? Se dice mucho, y no falta razón en gran medida, que la década de finales de los noventa, principios del siglo XXI fue demoledora para el ciclismo, muy poco limpia. Una pregunta incómoda, ¿qué pasaría si sometiéamos a las pruebas actuales a muestras de corredores de los ochenta, setenta o principios de los noventa?
 
Se trata de combatir el dopaje, por supuesto. Pero no de ser hipócritas. Si Armstrong tomó alguna sustancia dopante y cometió trampas, lo justo es que sea castigado por fuerte que sea el daño que provoque. Pero alguien debería explicar por qué eso no se detectó. Y si en las condiciones y con los reglamentos de ese momento los análisis de Armstrong fueron normales, no hay caso. No vale revisar el pasado permanentemente. Cosa distinta es si tuvo algún tipo de trato de favor por parte de alguien. Y no olvidemos tampoco que sustancias prohibidas en la actualidad estuvieron permitidas antaño. Al final el asunto del dopaje se reduce a las sustancias que ayuden indebidamente a mejorar el rendimiento, pero los puertos no se suben con agua. Y cuando digo eso no defiendo el dopaje, sino que hago constar que, naturalmente, hay complementos legales que ayudan a soportar algo mejor ese esfuerzo titánico. Y siempre, siempre, siempre deberemos contar con algo claro: la trampa va por delante. Y nunca la máquina más sofisticada de detección de dopaje captará nuevos medios de mejorar el rendimiento ilegalmente. Combatámoslo, pero con sentido y pensemos en si es adecuado reabrir el pasado de este modo. Adecuado o incluso posible y justo.
 
Por último, no puedo acabar de otro  modo, con dopaje o sin él Armstrong fue un magnífico corredor, alguien que se esforzó muchísimo, que entrenó duro y que enn muchas cosas ha sido un ejemplo de superación. No fue santo de mi devoción cuando estaba en activo por esa soberbia suya dentro y fuera del pelotón,  y tampoco le idolatro ahora más allá de sus gestas deportivas, pero creo que es importante reseñar que no existe en el mundo sustancia dopante que convierta a un tipo sin aptitudes y condiciones en ganador del Tour. Eso y que nada hará que reduzca mi admiración por estos deportistas, cuyo esfuerzo y entrega es imposible dejar en un segundo plano, por muchas cuestiones turbias que regresen del pasado como fantasmas o amenacen nuestro presente.

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