Sagan culmina la magistral exhibición del Cannondale


La formidable séptima etapa del Tour de Francia, de largo la más bella de cuantas se han disputado en esta primera semana de competición, nos ha dejado unas cuentas lecciones. Varias enseñanzas. En primer lugar, la demostración de que los recorridos y las carreras las hacen duras e interesantes los corredores, siempre. Todo depende de las ganas que les pongan los auténticos protagonistas de la carrera, de sus motivaciones, del ritmo que se decida imprimir. Segunda enseñanza, ésta en forma de reivindicación de un puesto sin duda trascendental en este deporte: los directores son actores clave en el devenir de las etapas. Si el director deportivo del Cannondale, Stefano Zanatta, no hubiera decidido montar el zafarrancho de combate que nos ha regalado hoy la vista, probablemente la etapa hubiera seguido el guión clásico de estos días. Escapada con una renta manejable por el pelotón, neutralización y esprín.

Pero no, ni Peter Sagan, insaciable campeón, auténtico caníbal del ciclismo moderno, ni su director deportivo se resignaron a esperar a ese desenlace esperado. No para verse otra vez superado por velocistas puros como Cavendish y Greipel, que le batieron en etapas precedentes. Para cualquier ciclista, acumular tres segundos puestos y un tercero en seis días de competición es algo difícil de digerir, complicado. En fin, motivo más que sobrado para andar con un considerable mosqueo con uno mismo. Si ese ciclista es Saban, al que no le gusta perder ni a las canicas, la frustración se convierte en tragedia. El eslovaco y sus compañeros, porque un elevado porcentaje de la victoria de hoy se debe a todos los ciclistas del Cannondale, decidieron que su suerte debía cambiar. Se pusieron manos a la obra y nos ofrecieron una lección magistral de ciclismo. Ellos y su director, por supuesto.

Esto nos lleva  a la tercera lección. Nunca, y cuando digo nunca es jamás de los jamases, se sabe cuándo puede armarse el lío en una carrera ciclista, concretamente en el Tour, esta vez. Las etapas que despiertan gran expectación pueden defraudar, de la misma forma que las jornadas aparentemente anodinas pueden deparar un espectáculo sin igual. ¿Cuántos espectadores habrán decidido desconectar de la etapa antes de que el Cannondale se puso a machacar cual trituradora a los grandes velocistas? ¿Quién, además de los componentes de la escuadra italo-norteamericana, podían esperar algo similar al comienzo de la etapa? Esto es el Tour. Esto es el ciclismo. Siempre puede saltar la liebre.

Quienes hayan seguido la etapa sabrán de lo que les hablo. Quienes no, andarán preguntándose a qué tantos elogios al Cannondale, de qué hablo exactamente. Para estos últimos, ahí va brevemente la película de la etapa (enseguida sigo con las alabanzas al Cannondale y con las lecciones que nos ha dejado esta etapa). Voigt y Kadri formaron una primera escapada en los primeros kilómetros, pero el equipo de Sagan tenía otros planes. Vieron la dificultad de la Croix de Mounis (imagino que lo tenían ya estudiado y todo forma parte de una estrategia planificada) y decidieron ponerse a tirar a bloque del pelotón para endurecer la carrera. ¿Objetivo? Descolgar a los esprinters. Uno a uno, se fue cumpliendo el plan.Cavendish, Greipel, Kittel. Un ritmo asfixiante para ellos. Imposible seguirlo. Medalla para Stefano Zanatta, que puede presumir de haber planificado un movimiento de equipo tan exitoso como ambicioso y valiente. 

Descolgados los velocistas, tocaba mantenerlos a raya e impedir que sus equipos lograran contactar con el pelotón y reintegrar a sus hombres rápidos en el grupo. Para ello, el Cannondale tiró con todas sus fuerzas del gran grupo. Sesenta largos kilómetros en los que el equipo de Sagan se midió en la distancia con el Argos-Shimano, el Omega Pharma Quick Step y el Lotto Beliso. Tres contra uno. No pintaba demasiado bien para los de verde. Pero su líder se llama Peter Sagan, llevaba cuatro etapas rozando la victoria y, sí o sí, de esta etapa no podía salir sin un triunfo en su haber. Otro más. A 40 kilómetros de meta, los equipos de los esprinters tiraron la toalla. No lo hicieron hasta muy cerca de meta los tres fugados que, mientras tanto, intentaban desafiar al Cannondale por delante: Bakelants, Oroz (otro día más con un Euskaltel-Euskadi en fuga) y Gautier. 

A dos kilómetros para el final, los escapados fueron cazados. Degenkolb, Bennati y Boasson Hagen, entre otros, trataron de torcer el destino de la etapa, pero Sagan sabía que no podía fallar, por el inconmensurable trabajo de su equipo. Ganó Sagan, por supuesto, ¿acaso podía acabar de otra manera esta maravillosa exhibición del Cannondale? Y aquí llega la cuarta y última lección. El ciclismo, amigos, es un deporte de equipo. Esta etapa es la demostración perfecta de ello. 

Clasificación de la etapa 7
1 Peter SAGAN SVK CAN 4:54:12
2 John DEGENKOLB GER ARG 0
3 Daniele BENNATI ITA TST 0
4 Michal KWIATKOWSKI POL OPQ 0
5 Edvald BOASSON HAGEN NOR SKY 0
6 Francesco GAVAZZI ITA AST 0
7 Tony GALLOPIN FRA RLT 0
8 Arthur VICHOT FRA FDJ 0
9 Manuele MORI ITA LAM 0
10 Sylvain CHAVANEL FRA OPQ 0

Clasificación general
1 Daryl IMPEY OGE 27:12:29
2 Edvald BOASSON HAGEN SKY 3
3 Simon GERRANS OGE 5
4 Michael ALBASINI OGE 5
5 Michal KWIATKOWSKI OPQ 6
6 Sylvain CHAVANEL OPQ 6
7 Christopher FROOME SKY 8
8 Richie PORTE SKY 8
9 Nicolas ROCHE TST 14
10 Roman KREUZIGER TST 14

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