Lo peor del 2013 ciclista

Fuente: www.1m50.com
Inseguridad en las carreteras. Después de repasar lo mejor del 2013 ciclista, es hora de hacer balance de otras noticias más tristes que nos ha dejado el año. Por supuesto, de las informaciones que voy a hablar en este artículo hay no todas tienen la misma gravedad, ni parecida. Pero es una forma de agrupar algunas de esas noticias que nos han entristecido, indignado o enfadado durante este año. 

Por encima de cualquier otra noticia, lo más dramático de 2013 y la primera asignatura pendiente para las autoridades y los conductores en 2014 es la muerte de ciclistas atropellados en las carreteras españolas. Un goteo incesante de atropellos, heridas y muertes que hay que poner fin como sea. Felix Baur, ciclista suizo de 21 años que estaba concentrado junto a su equipo en Benidorm fue la última víctima mortal de esta lacra que hay que erradicar. Este año se han sucedido campañas que exigen respeto al ciclista en la carretera, como la que vemos en la imagen, recordando la distancia mínima exigida por la ley. 

La sensación de inseguridad de quienes cogen su bicicleta y entrenan por la carretera en España es enorme y algo se debe hacer para evitar que esto siga siendo así. Han sido muchas las noticias que hemos tenido este año sobre atropellos e incluso sobre conductores a la fuga que nos han indignado durante este año. Ciclistas conocidos, jóvenes, cicloturistas... Todos ellos padecen esta inseguridad y las temeridades de tantos conductores al volante. Es imprescindible que las autoridades extremen las precauciones para garantizar la seguridad de todos y la convivencia de ciclistas y automóviles en la carretera. Educación vial para conductores y respeto escrupuloso a las normas por parte de todos son las dos primeras tareas pendientes para 2014. Nos va la vida en ello. 

Confesión de Armstrong. Como es lógico, ninguna noticia tiene ni una mínima parte de la gravedad e importancia de la anterior. Aquella es un drama, mientras que las que vienen ahora son sólo noticias tristes, amargas. La confesión de Lance Armstrong, siete veces ganador del Tour, en una entrevista televisiva se produjo en enero y causó auténtica conmoción. No porque no hubiera muchas personas que ya dudaran de la limpieza de sus triunfos. No porque no existiera la certeza de que aquella época fue oscura en nuestro deporte y de que el dopaje estaba a la orden del día. Pero es indudable que escuchar a una leyenda del ciclismo como él confesar que todo era mentira, contar hasta el detalle más escabroso cómo era su sistema de dopaje fue algo muy triste y supuso un impacto enorme sobre la credibilidad de este deporte.

Dejar siete Tours de Francia, siete, sin ganador, al ser Armstrong desposeído del triunfo, es algo muy grave y doloroso para nuestro deporte. Dijo que no creía que se pudiera ganar el Tour sin recurrir al dopaje, que la inmensa mayoría del pelotón iba dopado, que su "cóctel" era combinar EPO, con transfusiones y testosterona, reconoció su donación a la UCI, aunque negó que fuera para tapar un positivo... Armstrong dejó caer la máscara de héroe americano, de historia de grandeza y superación. Con ella, se cae una época del ciclismo. Eso duele, porque a nadie le agrada haber estado vibrando con algo que, en esencia, era mentira. El ciclismo actual arrastra el daño de imagen de esa otra época. Los corredores modernos padecen las dudas y las sospechas permanentes y esa es la peor herencia de la época de Armstrong, peor incluso que la de ser conscientes de que durante muchos años las tramas del dopaje estaban a la orden del día. El pasado, pasado está. No se puede cambiarlo. Lo más dañino de él es que está atenazando el futuro y obstaculizando el empeño del ciclismo actual por desmarcarse de esa imagen de trampas y engaños. Un buen deseo para 2014 es que los fantasmas del pasado nos dejen tranquilos y podamos seguir creyendo en un ciclismo limpio. Las trampas, en el ciclismo y en la vida, jamás se eliminarán. Siempre ha existido y existirá quien quiera tomar atajos. Pero lo esencial es que esas actitudes sean minoritarias y convenientemente castigadas, y que la mayoría practique un ciclismo creíble. 

En los artículos relativos a los momentos del año hemos hablado ya de la paradoja del ciclismo español. Nos encontramos en un momento donde hay grandes ciclistas españoles que compiten por la victoria en casi todas las mejores carreras, con nuestro país copando todas las clasificaciones del UCI World Tour pero, a la vez, hay ausencia de patrocinadores, cierres de equipos y de carreras, penurias económicas. Por la crisis, agravada por la crisis de imagen que arrastramos, este es el pan nuestro de cada día. 

Uno de los momentos más tristes del 2013, y por el que sin duda también será recordado, es el final del Euskaltel-Euskadi. El conjunto vasco echó el cierre este año a su andadura. Una pérdida irreparable por el gran trabajo que esta escuadra ha hecho siempre por la cantera vasca (que se continuará con el equipo continental Euskadi bajo las órdenes del incombustible Miguel Madariaga), por los muchos momentos de ciclismo que el equipo nos ha regalado y, muy especialmente, por la admirable afición vasca, esa marea naranja que ha llenado las cunetas en todas las carreras para animar  los suyos y engrandecer el ciclismo. Algunos corredores del Euskatel-Euskadi han encontrado equipo, pero otros todavía no. Es el caso de Samuel Sánchez, que sigue buscando acomodo, o de Egoi Martínez, que ha decidido retirarse ante la falta de equipo para el próximo año. Echaremos de menos al Euskatel-Euskadi. 20 años de ciclismo son muchos y este equipo ha dejado una huella inolvidable. 

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