Dubai: la imparable globalización del ciclismo

 
Después del Tour de Catar (creada en 2005) y el Tour de Omán (que nació en 2010), ambas organizadas por ASO, este año se estrena el Tour de Dubai, cuya organización corre a cargo de RCS Sport. Las empresas encargadas de organizar las tres grandes vueltas del calendario (ASO, Tour y Vuelta a través de su control de Unipublic y RCS, el Giro) se entregan a la globalización que impera en el ciclismo. La entrada de los petrodólares es una oferta tentadora, muy jugosa, ante la que el deporte de la bicicleta, al igual que muchos otros, sucumbe sin la menor traba. Tiene, sin duda y como todo en la vida, aspectos muy positivos esta ampliación de horizontes, esta internacionalización del ciclismo, al tiempo que cuenta con otros más negativos.
 
En primer lugar, parece evidente que en el mundo en que vivimos aspirar a llegar a nuevos públicos y promover una globalización de nuestro deporte es algo razonable y acertado. Sería erróneo pretender enrocarse con fórmulas y calendarios del pasado. La hegemonía europea en el ciclismo ha sido un hecho hasta hace nada. Todas las grandes competiciones con tradición y prestigio se corren en el Viejo Continente. Pero de un tiempo a esta parte aparecen cada vez más carreras en otras latitudes. Es algo positivo, porque sería un error de cálculo imperdonable no poner de nuestra parte para ampliar el público potencial al que llega nuestro deporte. Hacen bien, creo, las autoridades ciclistas al promover esta expansión. Llegar a nuevos públicos e incentivar el ejercicio del ciclismo en países que hasta ahora no se tenían en cuenta es un acierto. Ver a ciclistas asiáticos y africanos en lo más alto deberá ser a medio plazo una consecuencia lógica de este proceso. Una consecuencia muy positiva.
 
Hay también aspectos negativos, decía, sobre esta globalización. Con carácter general, y sin pretender entrar a debatir espinosas cuestiones políticas, muchos de los países cuyo dinero les sirve de puerta de entrada para hacer negocios con los países occidentales tienen una muy dudosa reputación en cuanto al respeto de los Derechos Humanos y las libertades de los ciudadanos. Qué decir de Catar o de la dictadura comunista china, donde la UCI organiza desde hace años el Tour de Pekín. Pasa en el ciclismo, pasa en otros deportes y pasa en general en las relaciones internacionales de los países. Pero no por ello dejaremos de denunciarlo o censurarlo al menos. Que el dinero lo sea todo, que se anteponga esa portentosa capacidad económica de estos países al respeto a los más básicos principios de derechos y libertades de sus habitantes chirría y sienta mal.
 
Dubai es una muestra de todo aquello. También de la suntuosa exhibición de lujo y riqueza. Lucirán bien en televisión esas construcciones surrealistas en las que inversiones millonarias desafían a la lógica de la naturaleza, como el final en la isla artifical de Palm Jumeirah donde llegará la carrera en la segunda etapa. Para el ciclismo, en resumen, es bueno estar cerca de donde hay dinero. Se comenta que los posibles patrocinadores del nuevo equipo de Fernando Alonso llegarían precisamente de los emiratos árabes. Sucede tan sólo que esa doble moral que impera en las relaciones internacionales de cegarnos por los petrodólares y olvidar otros asuntos que deberían primar sobre lo material es algo que deberíamos tener en cuenta, aunque suene a demasiado idealista en este mundo nuestro.
 
Mientras ocurre esta expansión internacional y esta llegada a países que hasta ahora no habían acogido ninguna competición ciclista de primer nivel se da también una vertiente negativa: la desaparición de carreras tradicionales en Europa. Competiciones con mucha historia que pasan por apuros económicos y que, en muchos casos, se ven obligadas a desaparecer. Es por problemas de dinero, pero también puede serlo en breve por una cuestión de liberar días de competición en un calendario más global y menos cargado de carreras. Convendría en la medida de lo posible hacer que la apuesta decidida por llegar a nuevos destinos conviviera con la defensa de muchas de estas carreras con solera que llevan décadas haciendo gozar a los aficionados del ciclismo.
 
Ahora sí, después de este preámbulo que me apetecía hacer para reflexionar brevemente sobre algunos aspectos de la imparable globalización del ciclismo, vamos con lo estrictamente deportivo. El Tour de Dubai comienza mañana. Tendrá cuatro etapas. La primera es una contrarreloj individual de 10 kilómetros. En la segunda, Dubai-Palm Jumeirah, 122 kilómetros con final en la mencionada isla artificial. Perfil llano. La tercera etapa sí tiene más historia, 162 kilómetros con alguna ascensión en el recorrido. El sábado concluirá el Tour de Dubai con la cuarta etapa de 123 kilómetros.
 
La participación de la carrera en su primera edición es esplendorosa. 16 equipos, 11 de ellos del World Tour, serán de la partida. Y habrá muchas estrellas del pelotón internacional. Peter Sagan (en la imagen) liderará al Cannonale y, como pueden imaginar, después de haber debutado este año en el Tour de San Luis sin victoria arderá de deseos de estrenarse en esta nueva carrera. Pero hay muchos más nombres destacados del pelotón internacional. Alejandro Valverde (Movistar), Vincenzo Nibali (Astana), Joaquim Rodríguez (Katusha), Rui Costa (Lampre-Merida), Ryder Hesjedal (Garmin-Sharp), Marck Cavendish y Tony Martin (Omega Pharma-Quick Step), Marcel Kittel (Giant-Shimano) y Fabian Cancellara (Trek), entre otros, tendrán dorsal en el Tour de Dubai. Una carrera que emitirá en directo Eurosport a partir de las 11 horas de miércoles a sábado.  

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