Recuerdos ciclistas (II): Madrid 2005, el Mundial de Boonen que acarció Valverde

Desde muy pequeño acudo con ilusión y fascinación a cada etapa de la Vuelta que transcurre por Madrid, por la sierra o por sus inmediaciones. Porque muchos de estos recuerdos ciclistas los viví por televisión, pero otros los pude disfrutar en persona. Y de entre todos ellos, uno de los que conservo con más cariño en mi memoria es el del Mundial de ciclismo de 2005. Que el Mundial es la carrera más bonita del año probablemente lo descubrí más tarde, pero ya entonces sentí una emoción especial al centro de Madrid, como tantas otras veces, pero esta vez no para seguir el desenlace de la Vuelta, sino el Mundial, nada menos, un Mundial de ciclismo de fondo en carretera. 


Ya antes de esa prueba se habían disputado, como de costumbre, el resto de carreras del Mundial, con sendas medallas de plata para José Iván Gutiérrez y Joane Somarriba en las pruebas contrarreloj. Y llegó el domingo 25 de septiembre de 2005 (esto lo he tenido que consultar en Internet). El gran día. Puede que no fuera el Mundial con más calor de público, sin duda no fue el mejor desde el punto de vista deportivo, pues ha habido recorridos más exigentes, pero fue un Mundial precioso, o así lo recuerdo, porque pude vivirlo en directo. Y nada es como ocurrió en realidad, sino como se recuerda

Me encantó ver a los aficionados de tantos países del mundo. Tantas banderas, tantos acentos, tantos idiomas, tantos cánticos. La grandiosidad de ese evento. La alegría de ver cómo tantas personas de tantas partes del mundo compartíamos una misma pasión. Y la emoción, claro, de ver pasar a los corredores, a esos titanes de la bicicleta, a esos héroes a los que nunca dejas de admirar cuando amas el ciclismo, porque son los protagonistas de todo, son los únicos imprescindibles en este mundo. 

Y además de todo eso, ahí estaba Alejandro Valverde. Por el recorrido del Mundial, todo hacía indicar que se resolvería al sprint. Acudieron a Madrid muchos de los mejores hombres rápidos del momento. Valverde ya había sido segundo en el Mundial de 2003 en Canadá, donde ganó Igor Astarloa. Y en Madrid volvería a intentarlo, no teníamos duda. Recuerdo perfectamente, y esto sí creo que lo recuerdo tal y como fue, ver in situ a Valverde remontar posiciones en el gran grupo, lanzar el sprint, intentar la remontada. Pero se topó con Tom Boonen, otra de las leyendas vivas de este deporte. No pudo batir al belga, se llevó la medalla de plata, otra más. Aún sumaría otros cuatro podios más hasta el Mundial de Innsbruck de 2018, otro de esos recuerdos ciclistas, más cercanos en el tiempo, al que volveremos en otro momento. En Madrid fue Boonen quien se proclamó campeón del mundo, mientras que Valverde acarició el arcoíris. Tardaría otros 13 años más en conseguirlo. Pero esa es ya otra historia. 

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