Tadej Pogacar ganó la general y seis etapas del Tour de Francia el año pasado. Sin duda, el gran reto del equipo de Netflix de la tercera temporada de la serie documental Tour de Francia: en el corazón del pelotón, ambientado en aquella edición de la ronda gala, fue posiblemente trasladar emoción y otras historias más allá del abrumador dominio del ciclista esloveno. Lo de la emoción lo consiguen con una producción muy efectista, con música de tensión constante y citas entrecortadas de entrevistas a los protagonistas. También con alguna que otra mentirijilla, o construyendo una historia que no se corresponde del todo con la realidad. Por ejemplo, pretendiendo mostrar una intriga y una supuesta igualdad que nunca fue tal en aquella edición de la ronda gala.
Con todo, más allá de las concesiones al gran público, que es para el que está hecho este documental, y al margen de que a veces las imágenes resulten un poco demasiado artificiosas, con charlas algo forzadas para la ocasión, los ocho capítulos de esta tercera y última temporada del documental sobre el Tour vuelven a regalarnos la posibilidad de asomarnos a los buses y los hoteles de los equipos, a conocer la historia detrás de lo que vemos en carrera y a descubrir un poco más cómo son las personas que hay detrás de esos héroes en bicicleta que atraen las miradas del mundo entero cada mes de julio en las carreteras francesas.
El propósito de trascender al dominio arrollador de Pogacar es evidente. Y se consigue. Porque incluso en un Tour así, sin la menor opción para cualquier otro aspirante a la general, la carrera concentró innumerables historias personales, algunas de las cuales relata muy bien el documental. Por ejemplo, la historia de superación de Jonas Vingegaard, que llegó a tener por su vida en su caída en la Vuelta al País Vasco de aquel año, pocos meses antes del Tour, y que logró llegar a la ronda gala, que había ganado los dos años anteriores. Cada vez me cae mejor el danés. Aparece como un tipo muy familiar y sensible, que se emociona con frecuencia, muy humano. Él ofrece algunos de los mejores momentos del documental, mientras que Pogacar aparece a veces más bien arrogante, aunque también siempre con esa sonrisa permanente en su rostro y esa actitud casi infantil de intentar ganar y disfrutar cada día, sin concesiones.
El documental, que presta especial atención a los equipos franceses, transmite al gran público con detalle la sideral diferencia entre los equipos con más poderío económico, con el UAE de Pogacar a la cabeza, y el resto. También muestra la inquietud por esas desigualdades tan descomunales y el impacto que esto puede acabar teniendo en la competencia. Es, como titulan el primer episodio, una batalla de David contra Goliat, en la que rara vez gana el primero. El documental acierta al dar espacio a esos otros ciclistas y narra con emoción la victoria de Romain Bardet en la primera etapa, especial porque era su última participación en el Tour antes de la retirada, o la de Kévin Vauquelin al día siguiente, después de reflejar su decepción por quedarse cortado demasiado pronto el primer día. Tras ello, vemos su valiente ataque y su colosal victoria en la etapa siguiente.
De lo más interesante del documental es la franqueza con la que muestra algo que parece evidente pero en lo que no siempre caemos o que no siempre valoramos lo suficiente los espectadores: la dependencia de los patrocinadores. En el ciclismo, las estructuras llevan el nombre de los sponsors de turno y conseguir resultados, en especial en las grandes carreras, y el Tour es la mayor del mundo, es el objetivo central del que depende la propia supervivencia de las escuadras. En el documental se refleja bien esto a través de los cambios en el Decathlon-Ag2r con la llegada de Decathlon al equipo. Fue un año de cambios, con el primer gran esprinter del equipo en 30 años, San Bennett, que no logró volver a su mejor versión, y con Felix Gall como candidato al top 10. A veces los aficionados cuestionamos por qué los equipos defienden sus puestos en el top 10 de la general, si nadie se acuerda de quién quedó décimo pasadas unas semanas. En el documental queda claro hasta qué punto sí es importante para los corredores, los directores deportivos y los patrocinadores, que son los que pagan todo esto, aunque a veces se nos olvide.
Por supuesto, el documental también cuenta con detalle el récord de las 35 victorias de etapa en el Tour logrado por Mark Cavendish, un año después de su caída en la edición anterior de la ronda gala, que se suponía que iba a ser su última. En el documental se ven imágenes del ciclista decidiendo con su mujer y sus hijos seguir una temporada más para intentar la gesta, en la que casi nadie creía. Es bonito lo que dice Cavendish de que entiende la importancia de los héroes al haber sido padre y ver cómo sus hijos se inspiran y emocionan con la gente a la admiran El velocista de la Isla de Man es precisamente el gran ídolo del eritreo Biniam Girmay, que hizo historia en el Tour al ser el primer ciclista africano negro en ganar una etapa y en lograr el maillot verde en el Tour. Su historia emociona, igual que impresiona la decepción de Jasper Philipsen, destrozado, llorando en el bus tras ser incapaz una y otra vez de ganar una etapa.
Otros protagonistas del documental son Remco Evenepoel, del que se muestra su auténtico convencimiento de que quiere y puede ganar el Tour, y a quien acompaña Mikel Landa en alguna que otra escena, landismo en Netflix; Tom Pidcock, al que se ve bastante flipado, muy ambicioso; Anthony Turgis, quien cuenta la historia de sus hermanos, también ciclistas, que tuvieron que acabar con sus carreras por problemas de corazón; Richard Carapaz, a quien vemos en Ecuador con su madre, y Primoz Roglic, que se muestra en su debut con Red Bull-Bora mucho más sonriente que en la primera edición del documental, cuando no parecía demasiado a gusto con eso de tener que responder a preguntas del equipo del documental de Netflix. Enternecen escenas de él en su casa de Mónaco cuando llega después de abandono por culpa de una caída.
Es una pena, en fin, que Netflix no haya renovado esta serie documental por más temporadas, aunque se entiende que la plataforma esté en búsqueda de nuevos contenidos y sienta que ya no puede sacar más de este proyecto. Al menos quedarán las tres temporadas que ha rodado sin ahorrar en medios para que más personas no aficionadas al ciclismo sientan interés por este deporte único y su carrera más emblemática, el Tour, y también para que los que ya somos aficionados podamos ver el lado humano que hay detrás de nuestros ídolos, que son de carne y hueso, tienen sus miedos, sus anhelos, sus ilusiones, sus temores.

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