Kwiatkowski, caníbal de oro

Presenciar la consagración de Michal Kwiatkowski, ganador del mundo con 24 años, es una de las razones por las que celebro haber podido vivir in situ los Mundiales de ciclismo de Ponferrada. El portentoso corredor polaco dio ayer una exhibición de astucia, fuerza, valentía y trabajo en equipo (sensacional la labor de Polonia desde que empezó la maratoniana prueba) para vestirse de arcoíris, maillot que le acreditará durante todo un año como el campeón del mundo. Hace tiempo bautizamos a Kwiatkowski como el caníbal del siglo XXI y, desde la certeza de que el auténtico caníbal (eddy Merckx) es irrepetible, el joven corredor polaco no hace más que ganarse este calificativo. Con pocos ciclistas del pelotón internacional podemos decir con tanta razón que el nuevo campeón del mundo será lo que quiera ser. No tiene techo y él puede decidir la senda a seguir. Le vemos como un espléndido clasicómano, pero también ha ganado etapas duras de montaña y contrarrelojes, por lo que no renuncia todavía a buscar la victoria en grandes carreras. Todo lo que decíamos de Peter Sagan la temporada pasada, una vez más desaparecido en el Mundial, aunque seguimos confiando en el talento del eslovaco, lo venimos afirmando en los últimos meses elevado al cuadrado para el corredor polaco. 

El día comenzó con lluvia y un ambiente algo desangelado, pero poco a poco Ponferrada fue adquiriendo el colorido característico de una prueba mundialista. Grupos de aficionados de todo el mundo (belgas, holandeses, alemanes, portugueses, algún que otro australiano, estadounidense, colombianos...) asistiendo al espectáculo sin par de un Mundial de ciclismo. No hay prueba más bella en todo el año. Por ese calor que dan las aficiones de los distintos países, por el atractivo de ver a los mejores corredores del mundo defendiendo sus colores nacionales y trabajando codo con codo con ciclistas que los otros 364 días del año son sus rivales en las carreras. Tardó en subir el ambiente, pero en las últimas vueltas quienes ocupábamos las primeras filas desde pronto por la mañana nos vimos rodeados de varias filas de aficionados por detrás. Ponferrada lució bella como capital mundial del ciclismo. Muy bella. Memorable cita, séptimo Mundial que acogía España, con una seria organización. 

Como es habitual en todo Mundial, pronto se formó una fuga de buscadores de gloria, corredores que saben que son escasísimas sus opciones de victoria, pero que lucen los colores de sus naciones al frente de la prueba durante unos cuantos kilómetros. Primero fue un ciclista griego quien se aventuró en solitario a encabezar el Mundial durante sus primeras vueltas. Después se formó la fuga co nQuintero (Colombia), Kvasina (Croacia), Polivoda (Ucrania), Savickas (Lituania). Ellos lograron una renta superior a los 10 minutos que, en todo casi y con tantas horas de esfuerzo por delante, bien sabían que no sería suficiente para conseguir el triunfo. La selección que tiró del gran grupo para echar abajo la escapada, y lo hizo a bloque, fue Polonia. El grupo de Michal Kwiatkwski no lo dudó y asumió la resonsabilidad desde el principio. No lo negaremos, entonces no vimos tan claro que aquello fuera parte de la decidida apuesta del joven polaco del Omega Pharma Quick Step por el Mundial. Quedaban muchos kilómetros y, si no era Polonia, otras selecciones echarían abajo la fuga. Pero lo cierto es que en ese momento comenzó a labrarse el oro. 

Cuando quedaban 70 kilómetros para el final, cambió la decoración de la prueba. No pocos pedíamos más exigencia, endurecer la carrera, visto que el recorrido podría no ser suficiente para hacer una gran selección en el grupo. Fue Italia, ese bloque del que siempre hay que estar pendiente en un Mundial, quien decidió acelerar la marcha y poner en jaque al resto de favoritos. Por delante se fueron Giovanni Visconti y Giampaolo Caruso. Primer gran movimiento táctico del día. En ese grupo, inicialmente, no había representación española, aunque después Dani Navarro enlazó con los fugados, donde estaba también un excelso Tony Martin quien, acostumbrado ya a sus cabalgadas en solitario y con ánimo de dejarse ver tras el fiasco de perder la crono mundialista contra Wiggins, encabezó la prueba en solitario durante casi una vuelta al circuito de 18 kilómetros. La Australia de Gerrans y la Francia de Bouhanni asumieron la responsabilidad de echar abajo la fuga. 



Una vez neutralizada la escapada, llegó otra situación determinante de carrera. Nuevo corte. Nueva ausencia de España, que esta vez tuvo que ponerse a tirar del gran grupo para reducir a los escapados. La fuga estaba compuesta por De Marchi, Gautier y Valgren, a quienes poco después se unió el siempre combativo bielorruso Vasil Kiryienka. Se exhibió al frente del pelotón, dando una nueva lección de trabajo en equipo y de entrega a su líder, Jonathan Castroviejo. Una vez se apartó el ciclista del Movistar tomaron el relevo al frente del grupo Izagirre y Dani Moreno. Entonces llegó el momento decisivo del Mundial. Estaban a unos pocos segundos los escapados, se descendía la segunda cota del Mundial. En ese momento todos esperaban el ataque determinante en la última ascensión al Mirador. Como todos lo esperaban, el polaco con cara de pillo, el caníbal del siglo XXI, decidió tomar la delantera. En un despliegue de inteligencia, acompañada por la fuerza necesaria para derrotar a los mejores del mundo en una prueba maratoniana como esta con más de 200 kilómetros ya en las piernas, Michal Kwiatkowski se lanzó en el descenso. Ya nadie le alcanzaría. Contactó con los fugados y después se fue en solitario. Alcanzó una renta de unos 12" segundos. ¿Sería suficiente? Para él, sí. Ganó el oro. Se viste de arocíris el joven de 24 años, primera vez para Polonia. Ayer había unos pocos aficionados polacos en Ponferrada, a los que felicité por el triunfo. En su cara, la felicidad por lo que acababan de lograr y el enorme entusiasmo de saber que cuentan con un ciclista estratosférico, de los llamados a marcar una época en el ciclismo, para muchos años. 

El grupo que llegaba por detrás, con Gerrans, Breschel, Van Avermaet, Gallopin y Valverde, no pudo cazar al polaco. Entre ellos se disputaron las medalles. Gerrans logró la segunda plaza y Alejandro Valverde sigue con su colección de preseas mundialistas y se alzó con la de bronce. No sería justo ver como normal algo que es extraordinario y que ningún ciclista en la historia ha logrado antes. Valverde hace sencillo lo increíble: 6 medallas en un Mundial (cuatro bronces y dos platas) es algo que está al alcance de muy pocos. De hecho, sólo el murciano lo ha logrado en la extensa historia de estos campeonatos. Es el ciclista español más completo de siempre, lleva once años ganando medallas en los Mundiales, casi nunca falla y, no lo olvidemos, su temporada es amplia. Empezó a ganar en la Vuelta a Andalucía, luchó hasta el final por el podio del Tour, hizo la Vuelta, donde logró ese puesto de honor. Si analizamos a los 30 primeros clasificados del Mundial no hallaremos probablemente a nadie con tantos días de competición como Valverde y, desde luego, a nadie que haya disputado la general de Tour y Vuelta. Es un fuera de serie. El bronce nos deja este año mejor sabor de boca que la plata del pasado, pues aunque entonces nos llevamos dos medallas, quedó la sensación inevitable de que perdimos el oro. Ayer ganamos el bronce. Lo ganó Valverde, Alejandro el magno. 

Sobre la táctica de España ayer en el Mundial se han dicho muchas cosas. Cada cual tiene su opinión. Por lo que yo vi ayer, nuestra selección estuvo quizá demasiado a la expectativa. Cierto es que esa misma estrategia se siguió el año pasado y eso nos dio dos medallas y a punto estuvo de darnos el oro. Pero a muchos nos hubiera gustado ver a España en el papel que asumió Italia en las últimas vueltas, endureciendo la marcha, mejor que teniendo que asumir la responsabilidad de dar caza a una escapada en la que no metimos a nadie. En todo caso, pienso honestamente que lo conseguido ayer es lo máximo que podíamos lograr en este circuito. Y pienso también que la estrategia de España era transparente: atacar en el último puerto. Así fue. Se marchó primero Purito, preparando el terreno para el demaraje posterior de Valverde. Pero se adelantó, astuto y talentoso, Kwiatkowski. Los demás también corren. 

Le correspondió ayer a Simon Gerrans el papel de ciclista descontento con la medalla de plata. El corredor australiano, quizá el máximo favorito a la victoria, no sonreía demasiado ayer en el podio. Una medalla de plata en un Mundial es un gran logro, sin duda, pero él sabe que ha estado más cerca que nunca de convertirse en campeón del mundo. Será Michal Kwiatkowski, el más listo de la clase, el insolente joven que quiere reinar en el ciclismo mundial, quien lucirá el maillot arcoíris el próximo año en las carreras. Pronto es para pensar en aquello de la maldición del arcoíris, ya saben, esa que dice que a los campeones del mundo les cuesta obtener victorias en la temporada en la que lucen esos colores. Si alguien puede desmontar esa leyenda es el ciclista polaco del Omega Pharma Quick.Step. Concluyó así el Mundial Ponferrada 2014, cita que no olvidaré y en la que he sido inmensamente feliz disfrutando in situ con tan brillante espectáculo ciclista. 

Clasificación
1 KWIATKOWSKI Michal POLAND 6:29:07
2 GERRANS Simon AUSTRALIA 1
3 VALVERDE BELMONTE Alejandro SPAIN 1
4 BRESCHEL Matti DENMARK 1
5 VAN AVERMAET Greg BELGIUM 1
6 GALLOPIN Tony FRANCE 1
7 GILBERT Philippe BELGIUM 4
8 KRISTOFF Alexander NORWAY 7
9 DEGENKOLB John GERMANY 7
10 BOUHANNI Nacer FRANCE 7
11 CANCELLARA Fabian SWITZERLAND 7
12 SWIFT Ben GREAT BRITAIN 7
13 COLBRELLI Sonny ITALY 7
14 MATTHEWS Michael AUSTRALIA 7
15 NAVARDAUSKAS Ramunas LITHUANIA 7
16 IMPEY Daryl SOUTH AFRICA 7
17 PATERSKI Maciej POLAND 7
18 MOLLEMA Bauke NETHERLANDS 7
19 BARGUIL Warren FRANCE 7
20 ANDERSEN Michael Valgren DENMARK

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