Contador, vélo d´or

La atención mediática del Balón de oro, premio al mejor futbolista del año que entrega cada temporada la revista France Football, es enorme. Se considera el más prestigioso galardón de cuantos se entregan a título individual cada año. Su equiparable en el mundo del ciclismo, donde padecemos un palpable mal trato en los medios generalistas, es la Bicicleta de Oro (Vélo d´Or) que entrega la revista francesa Velo Magazine al mejor ciclista del año en base a la votación de periodistas especializados. Este año, y ya es el cuarto que lo consigue, el premio es para Alberto Contador. Ganador de la Vuelta Ciclista a España apenas dos meses después de sufrir una grave caída que le obligó a abandonar el Tour de Francia, el ciclista de Pinto conquista es justo ganador de la Bicicleta de Oro, por sus victorias y no sólo por sus victorias esta temporada, sino también por su garra, por su espíritu ganador, por su afán de superación y capacidad de esfuerzo, por su admirable tenacidad. 

La respuesta que más veces escuchamos por boca de Alberto Contador a preguntas de los medios a comienzos de temporada era que él no estaba de vuelta porque nunca se había ido. Pero, ciertamente, la temporada pasada estuvo un punto por debajo de la excelencia que acostumbra. No vimos a ese ciclista pletórico que arrolla a sus rivales en las grandes vueltas, que no deja pasar la ocasión para atacar y dar espectáculo. No vimos del todo a ese corredor talentoso y con garra que se mueve a la primera de cambios y que se divierte encima de la bicicleta. Sufrió, no pudo dar lo mejor de sí y tan sólo se llevó una victoria, una etapa en el Tour de San Luis. Escasa cosecha para quien es por derechos propios uno de los mejores ciclistas de siempre. En el Tour de Francia, la carrera que todo lo da y lo quita, Contador sólo pudo ser cuarto. 

En 2014, con un cambio de preparación en aquel invierno de concentración y trabajado decidido a recuperar el trono perdido, ya desde el comienzo de la temporada vimos a un Contador pletórico, al Contador de siempre. Su inicio de temporada, queda ya lejos, fue inmenso. Ganó una etapa de la Vuelta al Algarve, carrera donde debutó, y prolongó esa exitosa primera parte de la temporada con la victoria en la general de la Tirreno-Adriático más la general de la carrera de los dos mares y también con la victoria final en la Vuelta al País Vasco más un triunfo parcial. Cerró con éxito esa primera parte de la temporada y después dio destellos de que estaba en plena forma en el Dauphiné, carrera preparatoria para el Tour, donde no ganó ni la general ni ninguna etapa, pero sí puso en jaque a Chris Froome, el que estaba llamado a ser su gran rival en la ronda gala una semana después, y protagonizó una de esas escapadas kamikazes que agrandan la leyenda de los grandes ciclistas en la última etapa. No le sirvió para alzarse con el triunfo en Dauphiné, que fue para Andrew Talansky, pero sí para asustar aún más si cabe a sus rivales. 

Y entonces llegó el Tour. La carrera en la que Contador quería recuperar su trono y en la que partía como gran favorito junto a Chris Froome, ganador de la edición anterior. La mala suerte hizo que ambos tuvieran que retirarse casi sin comenzar la prueba. El británico se fue al suelo en la etapa del pavé, aunque ya antes había sufrido una caída, mientras que el español se fue al suelo en un descenso a 70% por hora. La caída le provocó una fisura en la meseta tibial. En ese momento vimos en todo su esplendor la grandiosidad del corredor del Tinkoff-Saxo. Fue entonces, cuando sangrando y dolorido decidió volver a subirse en la bicicleta y pedalear con esa fisura durante unos 20 kilómetros, cuando demostró que es un corredor único, un ciclista portentoso, alguien especial. No quería decir adiós al gran objetivo de la temporada y ni siquiera la evidencia de que no podía continuar con la rodilla en tal estado le impidió seguir durante varios kilómetros hasta que el dolor le obligó a abandonar la ronda gala. Pero fue en ese intento, en ese ramalazo de rabia, cuando vimos a Contador en su estado más puro. El que nunca se rinde. El que lo intenta aunque parezca perdido. El de los imposibles. 

El propio ciclista afirmó semanas después que no podría correr la Vuelta, que no llegaría a tiempo. También lo pensaron así los médicos. Pero, una vez más, brotó la clase y la insaciable ambición de Contador. Y de repente vio que le dolía menos la rodilla, que podía intentar llegar a la ronda española, aunque fuera, o eso dijo, para intentar ganar alguna etapa en la parte final de la prueba. Ir para no ver la Vuelta desde casa, que ya fue bastante doloroso asistir a la parte final del Tour desde el televisor. Así que, aún dolorido, decidió prepararse para la Vuelta. Empezó poco a poco, pero desde el principio se vio claro que venía a por la general. Él mismo dijo sentirse sorprendido por lo bien que se encontró en las primeras etapas de montaña. El ciclista pinteño ganó dos etapas de la ronda gala, en La Farrapona y en Ancares. Venció a la campeón, lo cual resulta muy redundante cuando hablamos de Contador. Merecida Bicicleta de Oro para el corredor del Tinkoff-Saxo. 

Este galardón tiene 23 años de historia. Contador lo ha ganado en 2007, 2008, 2009 y 2014. El primer ganador fue otro español, Migue Indurain, que se llevó el premio dos años seguidos, en 1992 y 1993. El ciclista que más veces se ha llevado el premio, hasta dónde yo sé no se los han retirado, es Lance Armstrong (ganador en 1999, 2000, 2001, 2003 y 2004). Tres italianos (Marco Pantani en 1998, Mario Cipollini en 2002 y Paolo Bettino en 2006), tres belgas (Johan Museeuw en 1996, Tom Boonen en 2005 y Philippe Gilbert en 2011), dos suizos (Tony Rominger en 1994 y Fabian Cancellara en 2010), dos británicos (Bradley Wiggins en 2012 y Chris Froome en 2013), un francés (Laurent Jalabert en 1995) y un alemán (Jan Ullrich en 1997) completan el palmarés de estos premios. 

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