El caso Astana se enreda

El final del año ciclista se está enturbiando cada día un poco más. En estas fechas en que deberíamos andar con resúmenes del año (llegará en breve el de este blog) y con expectativas para la próxima temporada, lo cierto es que el escándalo de Astana y las inquietantes derivadas que parece acarrear ocupan buena parte de las preocupaciones de los aficionados al ciclismo. Y no es para menos. Lamentablemente, hemos vivido ya demasiados casos como este, demasiadas tramas que comienzan siendo insinuaciones, meras sospechas, y terminan arreando un varapalo severo a la credibilidad de nuestro deporte. Quizá hace unos años podríamos vivir con más distancia, con menos preocupación, casos como este. Pero, sinceramente, es pavoroso lo que rodea a este asunto, porque nos trae ecos de nuestros peores pesadillas. Ojalá todo quede en nada, pero pinta feo. Muy feo. 

Recapitulemos. En los últimos meses, cinco corredores vinculados a la estructura de Astana (dos del conjunto World tour y tres del equipo continental con el mismo nombre) han dado positivo por dopaje. Esto dejó en una situación muy delicada al conjunto kazajo que, sin embargo, y para sorpresa de muchos, mantiene su licencia como equipo World Tour. Se entiende mal esta decisión de la Comisión de Licencias de la Unión Ciclista Internacional (UCI). El conjunto francés Europcar, otro de los que tenía su licencia bajo revisión, sin embargo no seguirá en la primera división del ciclismo mundial por cuestiones económicas. Los fríos números. Más fáciles de calcular y demostrar, sí, que la gris sombra de la sospecha que rodea al Astana. 

Sin embargo, como recordó el presidente de la UCI esta semana, "este no es el final de la historia". Brian Cookson, que al menos aparente ser un personaje más serio y creíble que sus antecesores en el cargo, dijo en una entrevista con Cyclingnews que " Comisión de Licencias hizo su trabajo a fondo y profesionalmente y, enfatizo, independientemente de la UCI. Estamos felices y apoyamos la decisión en ese sentido, pero creo que tenemos que tener en cuenta que esta es una saga en curso". El Astana seguirá vigilado. Además, a tenor de las palabras de Cookson, literalmente. "Estoy muy preocupado por la reacción del equipo. Es cierto que hay muchas preguntas importantes que responder en el futuro. Como he dicho ya, deben considerarse a sí mismos en gran medida de libertad vigilada (…) Otro positivo puede ser fatal", afirmó. 

Ya son lo suficientemente alarmantes los cinco casos de positivos que se han registrado en Astana en los últimos meses. Pero es que el caso del conjunto kazajo se está enredando mucho porque, como saben, distintas informaciones de prensa han destapado la posible relación del doctor Michele Ferrari, suspendido de por vida por dopaje, con el equipo. Y no sólo eso. Según La Gazzetta dello Sport, 70 ciclistas estarían vinculados con el siniestro Ferrari en una trama de dopaje. Nos suena a Operación Puerto. A tramas que implican a muchos corredores. A jarro de agua fría a quienes defendemos que el ciclismo actual está limpio, o al menos mayoritariamente limpio. 

No podemos caer en las acusaciones sin pruebas ni en el alarmismo. Pero, francamente, tampoco parece sensata una postura cándida e inocente, con todo lo que hemos vivido ya. Comparto, como amante del ciclismo, la honda preocupación que un caso así, se conoce ya como caso Padova, que recordemos estaría investigando la Fiscalía de Padua, provoca. Porque suena fatal, terriblemente mal. Han sonado algunos nombres. Entre ellos, el del español José Joaquín Rojas, del Movistar, quien ha reconocido que tuvo relación con el doctor Ferrari, pero sólo trató con él "sobre mis entrenamientos".Varios diarios italianos han desvelado los nombres de corredores presuntamente vinculados con Ferrari: Vinokourov, Kreuziger, Menchov, Kolobnev, Pozzato, Scarponi, Visconti, Iglinsky...

Desde el respeto a todo el mundo, demuestran, de entrada, pocas luces los corredores que han seguido manteniendo contacto con el doctor Ferrari, un tipo, insisto, inhabilitado de por vida por ser sinónimo de trampa, de dopaje, de la época más negra del ciclismo. Hay dos alternativas para los corredores, más de 38 nombres se han desvelado ya, que mantuvieron relación con Ferrari: o tienen una imprudencia que roza la estupidez o buscaban algo más turbio (y sancionable) en el contacto con el siniestro doctor italiano. Las dos son malas, aunque preferimos quedarnos, por el momento, con la alternativa de las pocas luces. Eso sí, es tan sencillo pensar mal, con  todo lo que ha llovido, con todo lo que hemos vivido ya, que estos corredores, y el prestigio del ciclismo en su conjunto, lo tienen mal. 

Hay que esperar, por supuesto, a que la investigación siga su curso, pero uno tiene la perturbadora sensación de que estamos asistiendo a una película que ya hemos visto otras veces y de la que conocemos el final. Con la presunción de inocencia, por supuesto, como principio fundamental, no podemos estar tranquilos. Otras veces, por ejemplo, hemos visto conversaciones comprometedoras, inquietantes, que insinúan y parecen ser algo feo, turbio, irregular. El diario As ha publicado estos días extractos de conversaciones de Rojas con el doctor Ferrari donde pueden estar hablando de sus entrenamientos, claro. Pero, insisto, y lo siento porque Rojas me cae bien, ¿en qué cabeza cabe mantener contacto con un personaje como el doctor Ferrari? Lo dicho, o es imprudencia o es algo aún peor. 

Alexandre Vinokourov, manager de Astana, epicentro presunto de este sucio asunto, habló ayer en la web kazaja Zakon y en ella explicó que está contento por mantener la licencia World Tour.  "Estamos todos muy contentos y ahora tenemos más cohesión y motivación. Pedí a Schefer y Fofonov que dijeran a los corredores que tienen que tener más rabia para demostrar que Astana gana y ganó sin dopaje. Para luchar por ser el equipo número uno y una vez más que somos los más fuertes en el mundo", indica en la citada entrevista. En su opinión, "en la última semana, en general, se han dicho muchas mentiras contra nosotros. Y el hecho de que trabajara con Ferrari. Nadie lo esconde, en 2007 dije que trabajé con él. Pero no después. Era evidente que alguien no quería que Astana obtuviera una licencia, pero hay que agradecer el trabajo de la Comisión que ha revisado la situación. Yo les expliqué que esto no es un dopaje sistemático que fue un acontecimiento ocasional, familiar de los hermanos Iglinskiy". Pobre reacción. Para superar un problema hay que reconocerlo primero, y no parece por la labor Vinokourov. Lamentablemente, este artículo sólo puede acabar con un continuará. 

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