Resumen del 2014 ciclista (I)

Comenzamos hoy una serie de cuatro artículos que buscan resumir lo más destacado del 2014 ciclista. Ha sido un año intenso, lleno de grandes momentos, de alegrías y triunfos, de decepciones e inquietudes. Un año de ataques, de pájaras, de sorpresas, de adoquines y piedras, de montañas y llegadas masivas. Un 2014 que nos ha regalado momentos espléndidos como la jornada de pavé en el Tour de Francia, aquella jornada de nervios y dudas en el Giro donde Nairo Quintana mostró astucia, la resurrección de Alberto Contador en la Vuelta Ciclista a España tras haber tenido que abandonar la ronda gala por una seria caída o el triunfo de Michal Kwiatkowski en el Mundial de ciclismo de Ponferrada. Pasado el tiempo podremos decir que vimos a la perla polaca, al caníbal del siglo XXI, vestirse de arcoíris en persona. En los dos primeros artículos hablaremos de los 10 personajes del año y en los dos siguientes resumiremos los mejores momentos de la temporada. 

Vincenzo Nibali

Pocas semanas antes del comienzo del Tour de Francia, Vincenzo Nibali recibía una reprimenda de su director deportivo, Alexandre Vinokourov, que le echaba en cara al siciliano su ausencia de victorias. A diferencia de otros corredores que aspiraban a ganar el Tour como Contador o Froome, el Tiburón aún no había conseguido ningún triunfo y en las carreras donde coincidió con sus rivales se mostró lejos de su mejor estado de forma. Pero él tenía claro su objetivo, que no era otro que llegar en las mejores condiciones al Tour de Francia, el siguiente paso natural en la carrera de un aguerrido y valiente ciclista que ya tenía en su haber una Vuelta Ciclista a España y un Giro de Italia. Por si acaso, una semana antes del inicio del Tour Nibali se llevó la victoria en el campeonato de Italia en su ruta. 

Sobre el papel, Nibali llegaba a la ronda gala, la más mediática de todas las carreras del calendario internacional, allí donde se doctoran los ciclistas, donde los más grandes han de demostrar que lo son, donde sólo los mejores saborean la gloria, como un candidato de segundo nivel. Todos esperábamos el mano a mano entre Contador y Froome, que ambos habían mantenido ya en Critérium du Dauphiné, donde sin embargo una caída impidió al ciclista británico de origen keniata mantener el duelo con el español. Y eso que Froome había ganado dos etapas en esa carrera previa al Tour. Sin saberlo, lo ocurrido en el Dauphiné nos daba una pista de lo que poco tiempo después ocurriría en la Grande Boucle. El infortunio quiso que tanto Froome como Contador tuvieran que echar pie a tierra. Abandonar el Tour y dejaron a Nibali como gran favorito. El mayor rival del italiano pasaba a ser ahora luchar contra el sambenito de que si ganaba la carrera sería sólo porque sus dos mayores rivales tuvieron que echar pie a tierra

A engrandecer su victoria, a dejar claro que era el más fuerte, que podría haber plantado cara a Contador y Froome en caso de que estos hubieran podido seguir en carrera, se dedicó Nibali hasta el final del Tour. Sin compasión. Sin contemplaciones. Cuanto más se dedicaba la gente a la ciencia ficción de preguntarse qué habría pasado si sus dos rivales hubieran seguido en carrera, con más fiereza buscaba Nibali cada ocasión que se le presentaba para exhibir su portentoso estado de forma. De hecho, ya antes de que Froome y Contador se retiraran había ganado la segunda etapa y había dado un recital sobre el pavé. Pero no se conformó con contemporizar y controlar su ventaja. Ganó otras tres etapas más, todas ellas de montaña, y sacó más de ocho minutos al segundo. Nibali, un ciclista con grandeza, un corredor de otra época que, tristemente, se está viendo envuelto estos días en los escándalos que afectan a su equipo. Ojalá salga impoluto de este caso, porque él es uno de los referentes del nuevo ciclismo, con la esencia del añejo, además. 

Alberto Contador

No se recordaba un comienzo de temporada más arrollador por parte de Alberto Contador, ni siquiera en sus mejores años. La temporada pasada el ciclista de Pinto fue un quiero y no puedo permanente y esta se empleó a fondo para volver a lo más alto, su lugar natural. Contador debutó en la Vuelta al Algarve y allí consiguió su primera victoria del año. No tardarían en llegar más. El madrileño logró una etapa y la general en la Tirreno-Adriático, protagonizando una de esas gestas memorables que se mantienen en la memoria de los amantes del ciclismo para siempre. Un ataque desde lejos, de esos en los que el corredores piensa en escribir su leyenda, en dejar huella. Vaya si lo logró. 

Con el tridente de la Tirreno-Adriático en su poder, Contador llegó a Euskadi para hacerse con la txapela que distingue al ganador de la Vuelta al País Vasco. Y, por supuesto, lo logró. En esa primera parte de la temporada el ciclista del Tinkoff-Saxo estaba sencillamente en estado de gracia, realmente imparable. Ganó la primera etapa de la Itzulia con final en Ordizia y se impuso en la general por delante de Michal Kwiatkowski y de Jean-Christophe Peraud. Después llegó su segundo puesto en el Dauphiné por detrás de Andrew Talansky. Contador comenzó el Tour con el cartel de gran favorito, pero una caída en la décima etapa le impidió seguir en carrera, y eso que lo intentó. La rodilla no le permitía seguir dando pedales. 

Aunque parecía imposible, aunque los médicos dejaron claro que no podría hacerlo, Contador volvió a correr en la Vuelta a España y dos meses después de aquella tremenda caída en el Tour alzó los brazos en la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela como ganador de la ronda española, su tercera victoria en la prueba después de los triunfos de 2008 y 2012. En Ancares sentenció la carrera Contador. Allí ganó su segunda etapa después de haber logrado también el triunfo parcial en La Farrapona. Por todo lo ganado este año y, sobre todo, por su coraje y su capacidad de levantarse tras el varapalo del Tour, este 2014 ha sido uno de los más redondos de Contador. 

Nairo Quintana

Se discutió mucho, y diríamos que aún hay quien lo discute a pesar de conocer el resultado final, la decisión de Eusebio Unzué de llevar a Nairo Quintana al Giro de Italia y no al Tour de Francia, donde el año pasado había sido segundo por detrás de un intratable Chris Froome. El director deportivo del Movistar decidió dar a Valverde su última oportunidad en una grande al tiempo que optaba por dejar crecer y madurar al escalador colombiano, que sin duda está llamado a marcar una época en el ciclismo. Quintana era el primero al que no agrababa perderse el Tour, pero acató las órdenes del equipo y se dedicó a preparar la corsa rosa. Su inicio de temporada fue modesto, con una victoria de etapa en El Cerro del Amago y el triunfo en la general final del montañoso Tour de San Luis.

Quintana comenzó el Giro de Italia, que este año partió de tierras irlandesas, como favorito a la victoria junto a Joaquim Rodríguez, quien tuvo que abandonar la carrera por una caída. La corsa rosa se convirtió pronto en un duelo entre colombianos. Rigoberto Urán, del Omega Pharma Quick Step, ya sabía lo que es hacer un podio en el Giro y este año iba a por la victoria. Dio un golpe de autoridad en la contrarreloj de la duodécima etapa y se puso de lider. Quintana lo seguía de lejos. Pero camino de Val Martello, en uno de esos días que sin duda se incluyen entre los mejores del año, Quintana puso el Giro a sus pies. El corredor colombiano atacó en el descenso del Stelvio, mientras el líder se quedó quieto por unas confusas indicaciones de la organización de la carrera que hablaban de neutralización. Quintana se fue hacia delante, logró la victoria de etapa y se vistió de roda. Aquel día no estuvo exento de polémica, pero el colombiano del Movistar demostró ser el más fuerte de la carrera. Ganó la cronoescalada al Monte Grappa en la etapa 19º  y dejó clara su autoridad. 

El ciclista del Movistar buscaba repetir este año lo que Contador hizo en 2008: ganar Giro y Vuelta. Con la maglia rosa ya en su casa, el corredor colombiano acudió a la Vuelta Ciclista a España con ánimo de vestirse de rojo tras haber ganador el morado en la Vuelta a Burgos, donde también conquistó una etapa. Pero en este año de caídas e infortunios, donde casi ningún gran corredor del pelotón se ha librado de la mala suerte, Quintana se fue al suelo durante la contrarreloj de la Vuelta a España y tuvo que abandonar. Este año buscará el trono del Tour de Francia

Michal Kwiatkowski

2014 será recordado como el año en el que Michal Kwiatkowski dio aún más razones para merecer su apelativo de caníbal del siglo XXI que le pusimos hace tiempo. El corredor polaco fascina por su incansable sed de victorias, por su astucia, por su punta de velocidad, por su versatilidad y porque, con tan sólo 24 años, su techo no está marcado y es capaz de todo lo que se proponga. El corredor del Omega Pharma Quick Step ganó en solitario el Trofel Serra de Tramuntana de la Challenge de Mallorca, la Vuelta al Argave más dos etapas. Después consiguió un triunfo impresionante en la Strade Bianche, una clásica con tan pocos años de historia como cariño de los aficionados por su espectacularidad. Allí el corredor polaco se impuso a Peter Sagan, otra de las perlas del ciclismo mundial. Aún le dio tiempo a Kwiatkowski de ganar una etapa en el Tour de Romandía, el campeonato de su país contrarreloj y un triunfo parcial en la Vuelta a Gran Bretaña. 

Kwiatkowski fue el Tour, pero se le veía cansado. Fue excesiva la carga de días de competición de la primera parte de la temporada. El corredor polaco descansó después y se dedicó a preparar a conciencia el Mundial de ciclismo en ruta de Ponferrada. Allí nos dejó el último chispazo de genialidad de este deslumbrante ciclista. Polonia asumió desde el principio de la maratoniana prueba la responsabilidad de dar caza a los escapados en una actitud que entonces pocos comprendían. Cuando llegó el momento de la verdad y Kwiatkowski se lanzó en solitario a por la victoria en la última vuelta entendimos que Polonia trabajaba para el caníbal del siglo XXI. Y también comprendimos rápido que sería imposible darle caza. Fue su consagración definitiva. El futuro está en sus piernas. 

Alejandro Valverde

Si algún corredor español se ve claramente perjudicado por esa visión tan extendida entre el público en general que sólo da importancia a las grandes vueltas, en especial al Tour, ese es Alejandro Valverde. El murciano es el ciclista más completo de la historia del ciclismo español y, a la vez, probablemente uno de los más incomprendidos y más injustamente tratados. Este año no logró entrar en el podio del Tour (quedó cuarto), pero eso no puede ser, no sería justo que así fuera, lo que resuma una temporada en la que Valverde ha sido el mejor corredor del mundo según el ranking World Tour. 

Simplemente enumerar las victorias conseguidas por Valverde este año refleja hasta qué punto el 2014 ha sido una temporada inconmensurable del veterano corredor del Movistar, quizá el único del pelotón internacional que está en forma desde febrero a octubre. Ganó la primera, la segunda y la tercera etapa de la Vuelta a Andalucía más, lógicamente, la general. Después se llevó la Vuelta a Murcia, la Roma Máxima y el Gran Premio Miguel Indurain. Aperitivos antes de su excepcional victoria en la Flecha Valona, clásica que ya ganó en 2006. El campeonato de España contrarreloj, la Clásica de San Sebastián, una etapa en la Vuelta a España  mientras hacía de gregario de Quintana y un bronce en el Mundial de ciclismo en ruta de Ponferrada (es ya el corredor con más metales en las citas mundialistas) completan este extraordinario 2014 de Valverde. 

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