Repugnante machismo de la E3 Harelbeke

He dudado mucho si poner o no la imagen de arriba, el vergonzoso e intolerable cartel promocional de la E3 Harelbeke (clásica belga que se disputará el 27 de marzo). Incluso he dudado si escribir o no este artículo. En parte, dar más difusión a la imagen tal vez sea hacerles el caldo gordo a los machistas que han ideado semejante idea que humilla a la mujer para promocionar una carrera. Por tanto, quizá lo mejor que se podría hacer sería obviar la estupidez de esta gente. Pero, sin embargo, pienso que en cuestiones de igualdad no vale mirar para otro lado. Hay una hermosa frase de Mahatma Gandhi en la que afirmaba que "no me asusta la maldad de los malos, me aterroriza la indiferencia de los buenos". Una idea similar a la que expresaba Martin Luther King al afirmar que su generación se arrepentiría más del "estremecedor silencio de los bondadosos" que de los crímenes de los perversos. 

Creo que se deben denunciar actitudes machistas como esta. No se pueden tolerar. Hacer oídos sordos, pienso, no es otorgarles a quienes emplean estas lamentables estrategias publicidad gratuita. No es tampoco, creo, convertir en un éxito su campaña, pues habrá logrado que se hable de ella, aunque sea mal. Es indudable que este cartel se ha difundido por las redes sociales más que cualquier otro. Pero ha sido, en la inmensa mayoría de los casos, con el ánimo de denunciar la intolerable ofensa a las mujeres que supone. En cuestiones de igualdad la sociedad puede asemejarse a una canoa que va contra corriente en un río. Si no rema, retrocede. Si miramos para otro lado, estaremos tolerando, aunque sea con nuestra omisión, gestos tan odiosos como este. 

Así que es preciso dar un paso adelante y denunciar los muchos reductos machistas que perviven en nuestra sociedad y, sí, también en nuestro deporte. Los organizadores del E3 Harelbeke hacen un guiño al inmenso error de Peter Sagan, que pellizcó a una azafata en el podio del Tour de Flandes del año pasado. Entonces denuncié aquí, me molestó mucho, que varios medios de comunicación sólo expusieran ese intolerable gesto machista del ciclista eslovaco y no informara más de la carrera, una de las grandes clásicas del pelotón internacional. Mantengo esa postura, por supuesto, ya que no es justo que el ciclismo casi aparezca sólo asociado a valores negativos, pero también digo que entonces quizá no recriminamos a Sagan tanto como merecía por aquella humillación a una mujer. Ese gesto, por el que el corredor pidió perdón, sirve ahora para que unos publicistas trogloditas hagan una campaña de difusión de la E3 Harelbeke. 

Existe machismo en la sociedad y en nuestro deporte y creo que a veces, en esta cuestión y en tantas otras (racismo, homofobia...) el silencio, la cobardía moral, el temor a significarse, a plantar cara a la intolerancia porque, en el fondo, no va con nosotros o no nos parece tan grave, dan alas a los intolerantes. Son menos, o eso quiero pensar, quienes militan en las filas de la idiotez y la ignorancia del machismo, pero el silencio de los que estamos al otro lado no puede permitir, como tantas veces hace, que se escuchen más su voz y sus improperios, sus ideas de reducir a la mujer a la categoría de objeto bonito al que mirar embelesado. Y eso es algo que no deberíamos tolerar. 

No entiendo del todo, y creo que es el momento de abrir un debate sobre esta cuestión, la presencia de las azafatas en los podios de todas las carreras. Mujeres guapas que sólo están ahí para sonreír, besar a los ciclistas y entregarles un ramo de flores. Exhibirse como si fueran parte del decorado ornamental del podio. Creo que da una imagen casposa de las carreras, al igual que sucede en tantos otros deportes donde la mujer parece quedar reducida a un objeto (las cheerleaders del baloncesto, por ejemplo). Dice bastante poco de los espectadores, tan simples y básicos ellos, que se regodean mirando a mujeres puestas ahí simplemente por su atractivo físico y para entretener al público. Hay dosis de machismo en estas tradiciones que acompañan a los deportes. Ya saben, como aquel año que el torneo de tenis de Madrid sustituyó a los jóvenes de las escuelas por modelos para ejercer de recogepelotas. 

Vivimos en el siglo XXI y, sinceramente, esa tolerancia hacia actitudes machistas que degradan a la mujer resulta muy decepcionante, porque transmite la imagen de que no avanzamos nada. Así que, no, el silencio no es lo que merecen los responsables del cartel del E3 Harelbeke. Lo que merecen es la censura social, la crítica a su repugnante actitud machista, a esa difusión de roles para la mujer que no son compatibles con una sociedad moderna. 

Comentarios