Así empieza el abril ciclista

Mi ausencia estos últimos días del blog se debe a una razón de peso, un delicioso e inolvidable viaje a San Sebastián, tierra ciclista, por cierto. En menos de una semana empezará la Vuelta al País Vasco y, a modo de aperitivo, he disfrutado estos días de la arrebatadora belleza del paisaje de aquella zona, su inigualable gastronomía (qué maravillosa experiencia ir de sidrería a Astigarraga), la simpatía y hospitalidad de sus gentes, el señorío y la clase de Donosti, la cautivadora localidad de Hondarribia...

En estos días de tan memorable viaje han ocurrido muchas cosas en el mundo del ciclismo. El final de la Volta a Catalunya, las clásicas belgas E3-Harelbeke y Gante-Wevelgem, el Critérium Internacional... Muchas carreras y muchas conclusiones que, a estas alturas de la temporada, se pueden ya sacar para los próximos grandes objetivos de los más fuertes del pelotón.

Hablar de la Volta este año es hablar de la prodigiosa exhibición de Alejandro Valverde. Se ha quedado a las puertas de llevarse la general, pero eso no le ha hecho falta para ser el indiscutible gran protagonista de la carrera. La ronda catalana, que debe intentar resolver cuanto antes el problema de su deficiente realización televisiva, le debe mucho este año al corredor murciano del Movistar. Tres etapas se ha llevado Valverde, engordando su palmarés y el del equipo telefónico este año. Valverde se está pensando correr en el Tour de Flandes, segundo monumento del año que se disputa este domingo.

Ya que hablamos de clásicas, de cara al Tour de Flandes, la clásica decana del calendario ciclista, es triste que esta temporada de las apasionantes carreras de un días se haya quedado por culpa de las caídas sin Tom Boonen, Fabián Cancellera y Edvald Boasson Hagen. Bajas sensibles para unas clásicas a las que llegarán llenos de moral un espléndido Geraint Thomas, que está firmando un formidable inicio de año y que volvió a certificar su gran estado de forma ganando en la E3-Harelbeke, y el incombustible veterano del Kathusa Luca Paolini, quien dio una lección de cómo trabajar para un líder en el Poggio en la Milán-San Remo y después, el domingo pasado, ganó con enorme autoridad, clase, astucia y arrojo.

El Tour de Flandes, seguro, no será igual sin Espartaco Cancellara y sin Tom Boonen, al que la fortuna lleva demasiado tiempo sin acompañarle en la temporada de clásicas. Pero volverá a ser una prueba apasionante en la que Peter Sagan buscará dar a Tinkoff-Saxo un triunfo que ayude a mitigar el revuelo levantado por el fulminante y tal vez poco comprensible despido de Bjarne Ris por parte de Oleg Tinkoff, el excéntrico millonario ruso al que uno observa con una actitud algo equidistante. Hay cosas de él irrebatiblemente buenas, como el hecho mismo de que decida invertir una parte de su fortuna a en un deporte tan necesitado de patrocinadores como el ciclismo, y otras cosas mucho peores, como actuar de un modo similar al de los insoportables ricachones que controlan clubes de fútbol a su antojo y donde imponen sus caprichos como si tuvieran naturaleza de ley. Este será uno de los atractivos de una carrera en la que el propio Geraint Thomas puede ser un hombre a seguir, igual que Greg Van Avermaet, Philippe Gilbert, Alexander Kristoff o Micha, Kwiatkowski entre otros muchos.

Tiempo habrá para analizar aquí todo lo que puede dar de sí el segundo monumento del año, que se correrá el domingo de resurrección, lo que supondrá una tentación irresistible para titular aludiendo a ese día en caso de que la victoria se la lleve alguien que no sea gran favorito o que lleve tiempo decepcionando con sus resultados. Otra de las reflexiones apasionantes que plantean estos días de competición ciclista en los que me he abstraído del mundo más allá de pintxos, paisajes formidables, excelentes compañías y homenajes gastronómicos, es ver en qué estado se encuentran los aspirantes a ganar el Giro de Italia, que se va acercando y para el que resta ya poco más de un mes. Por ejemplo, la Volta fue la última carrera de Contador antes de la corsa rosa.

Una primera conclusión clara es que, tras sus victorias en la general de París-Niza y Volta a Catalunya, Richie Porte es el candidato a ganar el Giro en mejor forma. Lo cual no tiene por qué significar que es el gran favorito. Pero sí que se ha ganado un hueco entre ellos. En la ronda catalana ha sido el más fuerte. El corredor australiano del Sky está mostrando una solidez que, hoy por hoy, le falta a Alberto Contador, Rigoberto Urán o Fabio Aru, por coger sólo tres ejemplos de ciclistas con aspiraciones de vestir la magia rosa.

Tengo pocas dudas de que Porte puede liderar al conjunto británico en una carrera de tres semanas con garantías. Está preparado para ello y por lo visto en las últimas carreras que ha disputado, y ganado, llegará a Italia fuerte, con opciones de plantar cara al resto de favoritos. De Urán sólo puedo decir que lleva ya años rodando a un formidable nivel en la carrera italiana y no hay ninguna razón para pensar que no volverá a hacerlo este año. Recordemos que lleva dos podios seguidos y que el año pasado sólo cedió la magia rosa ante Quintana por la astucia de su compatriota del Movistar en aquella memorable y confusa jornada en el descenso del Stelvio. Es un rival potente.

A Contador, por último, se le ha visto extraordinariamente voluntarioso y con la misma actitud valiente y combativa de siempre, pero está lejos del nivel ofrecido en su arrollador inicio de la pasada campaña (y este tipo de afirmaciones son siempre muy peligrosas para quien las formula,porque tratándose de Contador el pinteño puede dejarlo en ridículo con una de sus exhibiciones en cualquier momento). En fin, mucho y bueno es lo que llevamos de temporada ciclista, y memorables jornadas nos quedan por delante. Con las pilas cargadas en Donosti, aquí regresamos a relatarlas.

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