Kristoff, portentoso poderío vikingo

Como si los muros adoquinados fueran fiordos y él un temible vikingo, Alexander Kristoff hizo ayer historia en el Tour de Flandes. Historia personal, por supuesto, ya que ganó con insultante superioridad el segundo monumento de la temporada ciclista. Tras ganar la Milán-San Remo el año pasado y después de uno de los principios de temporada más arrolladores que se recuerdan, el ciclista noruego hizo historia con mayúsculas para su país, pues nunca antes un compatriota suyo se había alzado con la victoria en el Tour de Flandes. Con su deslumbrante victoria, aplastando literalmente a Niki Terpstra (Ettix-Quick Step), al que no le dio siquiera opción de ponerse a su altura en el sprint por el triunfo, concluyó una edición de De Ronde muy notable, sobre todo gracias a su emocionante parte final.
Kristoff sumaba antes de disputar la clásica belga nueve victorias este año. Es, indiscutiblemente, el corredor más en forma de lo que llevamos de temporada. Con mucha diferencia. Comenzó arrasando en el Tour de Qatar, donde ganó tres etapas exhibiendo su gran punta de velocidad. Del Tour de Omán se llevó otra victoria parcial antes de estrenar su casillero en Europa este año con una etapa en la París-Niza. Ya con la mente puesta en el Tour de Flandes, la semana pasada disputó los Tres Días de la Panne y de ahí se fue, lanzado a por el triunfo en De Ronde, con tres etapas y la general. Ese recital en la carrera belga le situaba como el máximo favorito a la victoria en el Tour de Flandes, si bien la clásica se presentaba más abierta que nunca por las ausencias de Cancellara y Boonen.
En el momento decisivo de la carrera, entre el Taaienberg donde lo habían probado Terpstra, Van Avermaet, Lutsenko, Drucker y Oliveira, y el Krusiberg, se lanzaron al ataque Alexander Kristoff y Niki Terpstra, justo cuando por detrás perdía contacto con el grupo principal Sep Vanmarcke, podio en la pasada edición de la carrera. Ese corte resultó determinante. Kristoff, quizá el más rápido de cuantos marchaban en el grupo, donde resistían Sagan y Degenkolb, se arriesgó. Tal vez no tenía necesidad de intentarlo desde tan lejos, porque podía confiar sus opciones a su espléndida punta de velocidad. Pero se vio fuerte y, en unos muros que llaman a la épica, que invitan a lucirse y a intentar vencer con grandeza, a la altura de la prueba centenaria que disputaba, decidió romper la prueba. Y vaya si lo hizo.
Cerca de medio minuto de ventaja lograron a la primera de cambios Kristoff y Terpstra. Ambos daban relevos. El corredor holandés fue, y esto es fácil verlo desde fuera y quizá no tanto a mil por hora y con las pulsaciones disparadas dentro de la carrera, demasiado cándido. No sólo relevó al noruego del Kathusa al comienzo de la fuga, cuando lógicamente ambos debían poner de su parte para abrir distancia con el grupo del resto de favoritos. Eso entra dentro de lo normal. Pero siguió relevando hasta que restaban tres kilómetros para meta, cuando saltaba a la vista que tenía todas las de perder en un mano a mano con Kristoff, mucho más rápido que él y al que se veía además bastante más fuerte. Lo normal es que el ciclista holandés hubiera negado mucho antes los relevos al noruego. Cuando ambos llegaron a la línea de meta, no tuvo la más mínima opción de victoria.
Por detrás, tras la última ascensión al Paterberg, Greg Van Avermaet (BMC) y Peter Sagan (Tinkoff-Saxo), se marcharon hacia adelante. Primero fue el corredor belga quien se movió y un Sagan más astuto y maduro que nunca antes le siguió. Comenzó entonces el momento más apasionante de esta edición del Tour de Flandes, aquel por el que será recordado. La trepidante persecución entre el dúo de cabeza y los dos perseguidores. Con entendimiento en los dos grupos, como decimos, menos entendible en el cabecero, la emoción se mantuvo hasta bien cerca de meta, cuando se veía con claridad que la distancia sería suficiente para que la victoria se la disputaran en un duelo desigual Alexander Kristoff y Niki Terpstra.
Antes de esta persecución, la carrera dejó el colorido acostumbrado, aunque no demasiados ataques. La ausencia de Fabian Cancellara, que ayer comentó la carrera en el perfil de Twitter del Trek, por cierto, pesaba mucho al comienzo de la prueba y mentiríamos si dijéramos que no nos acordamos de ella en algún momento de la clásica, sobre todo cuando la sucesión de muros no dejaba más que una selección natural de corredores que iban cayendo como fruta madura, pero sin portentosos ataques de los hombres fuertes de la prueba. Parecía cada vez más remoto ver demarrajes asombrosos. Sólo un hiperactivo André Greipel (Lotto-Saudal) y los valientes que formaron la escapada inicial (Marco Frapporti, Ralf Matzka, Jesse Sergent, Damien Gaudin, Dylan Groennewen, Matthew Brammeir y Lars Bak) pusieron salsa durante buena parte de la clásica a este Tour de Flandes que, sin embargo, fue creciendo en intensidad.
Con el colorido de las banderas, ese león de Flandes que remite instantáneamente al ciclismo, que es casi el símbolo de este deporte, al menos de aquella región donde el ciclismo se eleva a la categoría de religión, los corredores comenzaron a subir los muros adoquinados que encierran tanta mística, tanta historia. Se vieron ataques. A un Sky trabajando por los intereses de Geraint Thomas en la clásica belga siguiendo la misma táctica que con Wiggins, Froome o Porte en las generales de las grandes vueltas, poniendo ritmo al frente del pelotón. Tal vez no es el modo más exitoso de hacerlo en una clásica de un día, pero lograron llevar controlada la prueba. Otra cosa es que después, llegado el momento de la verdad, ni Thomas ni Wiggins no pudieran seguir los ataques decisivos. 
La primera parte de la carrera fue muy accidentada. A los habituales pinchazos y caídas (lo pasó mal para reintegrarse en el grupo Bradley Wiggins, aunque después trabajó incluso para su líder), se sumaron hasta dos accidentes provocados por coches de la organización o de la carrera que provocaron sendas caídas de dos ciclistas. Después, para rematar la faena, se cayó sobre los corredores, pero sin provocar ningún altercado, una pancarta hinchable. Los infortunios dejaron paso a lo estrictamente deportivo y se vivió un final a la altura de la centenaria prueba belga. Kristoff se reafirmo como el gran corredor de lo que llevamos de 2015, como un clasicómano de garantías (esprinta tan bien como sube los muros) y como el primer vikingo noruego en conquistar el Tour de Flandes.
Mención especial merece el joven corredor belga Tiesj Benoot, del Lotto-Saudal, que fue la gran sensación de la carrera al concluir quinto y resistir en el grupo de los mejores. Algo poco frecuente en un ciclista de apenas 21 años que, por ejemplo, el año pasado fue podio en la edición sub23 del Tour de Flandes. "Esta carrera es un monumento y cerca de mi casa. Por supuesto que sueño con ello. Ser quinto en mi debut es muy especial. El próximo domingo voy a debutar en la París-Roubaix y luego me tomaré un descanso. Después, el equipo y yo decidiremos sobre mi programa de carreras para el resto de la temporada", declaró en meta. Un hombre a seguir.
Clasificación
1    Alexander KRISTOFF    NOR    KAT    6:26:32 2    Niki TERPSTRA    NED    EQS    0 3    Greg VAN AVERMAET    BEL    BMC    7 4    Peter SAGAN    SVK    TCS    16 5    Tiesj BENOOT    BEL    LTS    36 6    Lars BOOM    NED    AST    36 7    John DEGENKOLB    GER    TGA    49 8    Jurgen ROELANDTS    BEL    LTS    49 9    Zdenek STYBAR    CZE    EQS    49 10    Martin ELMIGER    SUI    IAM    49 11    Daniel OSS    ITA    BMC    49 12    Filippo POZZATO    ITA    LAM    49 13    Stijn DEVOLDER    BEL    TFR    49 14    Geraint THOMAS    GBR    SKY    49 15    André GREIPEL    GER    LTS    +2:28 16    Marcus BURGHARDT    GER    BMC    +2:28 17    Laurens DE VREESE    BEL    AST    +2:28 18    Marco MARCATO    ITA    WGG    +2:28 19    Jens KEUKELEIRE    BEL    OGE    +2:28 20    Nelson Filipe SANTOS SIMOES OLIVEIRA    POR    LAM    +2:34

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