Wiggins, un ciclista irrepetible

El domingo Sir Bradley Wiggins corrió su última carrera con el equipo Sky en la París-Roubaix. El ciclista británico, siempre especial, con un carácter y una personalidad únicas, es de los pocos ganadores de Tour de Francia que deciden tras llegar a lo más alto en el podio de París explorar otros retos, como este del Infierno del Norte. Creo que define muy bien su forma de ser esta última carrera, esta extensión de su contrato con Sky hasta mediados de abril sólo para correr la clásica más exigente, la de los más de 50 kilómetros de adoquines, la de la tensión desde el inicio, la de la emoción hasta la llegada al velódromo de Roubaix. Wiggins fue protagonista, lanzando un par de ataques en la parte final de la prueba, pero no consiguió entrar en el grupo de siete donde se decidió la victoria. Tras esta prueba, el corredor británico se volcará ya en su vuelta al ciclismo en pista de cara a los Juegos Olímpicos de 2016, no sin antes disputar una última prueba en carretera, el Tour de Yorkshire, pero ya con otro equipo, con la formación Team Wiggins, equipo continental que él mismo ha puesto en marcha. Pero antes, según ha anunciado hoy mismo, intentará batir el récord de la hora el 7 de junio en Londres. Genio y figura. 

Es tiempo de rememorar los mejores momentos de la carrera de Wiggins, un corredor que, más allá de filias o fobias personales, es una leyenda viva del ciclismo. Primer corredor británico en ganar el Tour de Francia. Un mito del ciclismo en pista. Abanderado de una formación, el conjunto Sky, que ha revolucionado (y dominado) este deporte. Nacido en Bélgica, a los dos años se trasladó con su madre al Reino Unido tras ser abandonados por su padre, Aunque sus primeros intereses iban más por el fútbol, desde muy joven se sintió atraído por el ciclismo, en concreto el ciclismo en pista. A los 16 años ya fue campeón junior de ciclismo en pista en el Reino Unido. 

En los velódromos lograría sus primeros grandes triunfos. Es más. Pocos corredores con un palmarés tan deslumbrante en el ciclismo en pista habrían decidido arriesgarlo todo y dar el salto a la carretera, en una muestra de ese afán por perseguir nuevos retos que siempre ha caracterizado la carrera del corredor británico. Fue campeón olímpico de persecución de 4.000 metros dos veces (en 2004 y 2008) y otras tres veces campeón olímpico (2003, 2007 y 2008). En total cuenta con seis medallas olímpicas y con seis campeonatos del mundo



Tras los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Wiggins pasa a centrarse más en la carretera. Lo hace como un gran especialista contrarreloj. La velocidad y la lucha contra el tiempo es, en el fondo, lo suyo. Gana el campeonato británico contra el crono de 2009, además de una etapa en Los Tres Días de La Panne y otra en el Tour de Qatar. Militaba entonces en el Garmin-Slipstream. Un año después, en 2010, cambia su carrera cuando es fichado por el conjunto Sky, donde se marcan el reto de que Wiggins se convierta en el primer corredor británico en ganar el Tour de Francia. Ese año se conforma con una etapa en el Giro de Italia y, nuevamente, el campeonato nacional contrarreloj. En 2011 sus victorias más importantes son el Critérium Dauphiné, la plata en el Mundial contrarreloj y su tercer puesto en la Vuelta Ciclista a España. Demuestra entonces Wiggins que está capacitado para luchar por el triunfo en una gran vuelta de tres semanas. 

2012 será su gran año. La temporada soñada. Aquella en la que Wiggins avasalló a todo el pelotón, en la que el maillot de Sky provocaba instantáneamente una reacción entre el miedo y el pavor en el resto de corredores. Fue un año arrollador del equipo británico, el mejor de la vida de su gran líder. Todo le sonrió. Todo, menos el ambiente interno en el equipo, ya que en el Tour de aquel año se enrareció para siempre la relación entre Wiggins y Froome. Wiggins ganó aquella Grande Boucle cimentando la victoria en su dominio en la contrarreloj y resistiendo bien en la montaña, donde sin embargo Froome fue claramente superior a su líder, como el propio corredor británico de origen keniata se encargó de demostrar. 

Aquel año fue, como digo, memorable para Wiggins. Consiguió el sueño de todo un país, subir a lo más alto del podio de París, hacer sonar el himno británico en los Campos Elíseos. Desde entonces y gracias a ese histórico triunfo, Bradley Wiggins es Sir, nombrado así por la mismísima reina de Inglaterra, puesto reservado para británicos ilustres. Además del Tour de Francia, en 2012 Wiggins se llevó una etapa de la Vuelta al Algarve, la París Niza más una etapa, la Vuelta a Romandía más dos etapas, el Critérium Dauphiné más una etapa y, para rematar la faena, el oro olímpico contrarreloj en Londres. Lo dicho, el año soñado. 

En 2013 la suerte no le sonrió. Caídas en el Giro de Italia le impidieron estar en la pomada de la ronda transalpina, y después la reivindicación de su liderazgo en el equipo por parte de Chriss Froome le impidió acudir al Tour, así que nuestro protagonista ganó en aquella temporada apenas una etapa en la Vuelta a Polonia, la Vuelta a Gran Bretaña más una etapa y la plata en el Mundial contrarreloj. 

El año pasado, Wiggins siguió un calendario peculiar. Da la impresión de que la razón de que no disputara grandes vueltas era a medias porque no podía volver al Tour como líder del Sky, dado que Froome había arrollado un año antes, y a medias porque el ciclista británico, siempre diferente, siempre peculiar, quería buscar de verdad otros retos. Al fin y al cabo, esta actitud ha sido una constante en su carrera deportiva. Por eso tras ganarlo todo en la pista pasó a la carretera y por eso tras ser el primer británico que se llevaba el Tour de Francia buscó, por ejemplo, ganar la París-Roubaix. Poca gente creía en sus posibilidades, pero fue noveno aquel año. Tampoco se terminaba de creer casi nadie que Wiggins pudiera ganar en Ponferrada el Mundial contrarreloj, pero lo hizo, dejando a Tony Martin sin su arcoíris. En 2015, su última victoria como profesional fue la crono final de los Tres Días de la Panne. Ahora Wiggins vuelve a la pista. Que tiemblen los velódromos. 

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