ASO- UCI: Guerra Total

Cisma de imprevisibles consecuencias en el ciclismo mundial. Amaury Sport Organisation (ASO), la empresa organizadora del Tour de Francia, la Vuelta Ciclista a España, París-Roubaix, Lieja-Bastoña-Lieja, Flecha Valona, París-Niza, Dauphiné y otras tantas carreras rompe con la Unión Ciclista Internacional (UCI) a partir de 2017. No puede decirse que el desencuentro evidente entre la compañía francesa y el máximo organismo mundial del ciclismo sea una sorpresa para nadie, pero sí lo es el golpe encima de la mesa que ha dado la empresa organizadora de muchas de las más importantes carreras del calendario internacional, incluida la más mediática y grandiosa de todas, el Tour de Francia. 

¿Por qué se ha producido este divorcio? ¿Qué va a pasar ahora? Por partes. La UCI lleva desde hace un par de años preparando una reforma del calendario internacional. A principios de mes se aprobó en Barcelona esta reforma, que respetaba a las pruebas que ya son World Tour y establecía nuevos criterios para la concesión de las licencias a los equipos para la primera división del ciclismo mundial y también los requisitos para la aprobación de nuevas carreras. En ambos casos las licencias son para tres años, un sistema que ASO ve cerrado y rígido. Y es en este punto, la falta de libertad para elegir a los equipos con mejor rendimiento deportivo de la temporada anterior y la posible presencia de pruebas distintas a ASO, lo que inquieta a la organización del Tour. Esto y, por supuesto, lo que conlleva: un mayor reparto de ingresos por publicidad, etc. Es decir, La reforma pone en riesgo el poder de la compañía responsable de la organización del Tour y la Vuelta. Y precisamente se sirve de esa posición de fuerza para plantear un pulso a la UCI, sabedora de que la institución presidida por Brian Cookson no va a ninguna parte sin el acuerdo de ASO. 

Si a partir de 2017, como amenaza la compañía gala, todas las carreras que organizan pasan a la categoría HC (Hors class o Fuera de categoría) y dejan de ser World Tour, obtener la licencia para esta primera división del ciclismo perderá buena parte de su sentido, pues si por algo se afronta el esfuerzo económico, entre otros factores, de conseguir este visto bueno de la UCI para entrar en la categoría World Tour es, precisamente, para asegurarse la presencia en las grandes carreras. Si el Tour y todas las pruebas organizadas por ASO quedan fuera, el World Tour queda muy tocado. 

Falta por saber qué posición adopta RCS, la compañía que organiza el Giro de Italia y buena parte del calendario italiano. Porque si esta compañía, que es la segunda cara de un duopolio en el ciclismo mundial, también planta cara a la UCI, la contienda adoptaría ya dimensiones mucho mayores. De momento, la máxima institución del ciclismo mundial ha respondido al órdago de ASO. Y parece que lo ve. "La UCI mantiene el compromiso de realizar las reformas acordadas", destaca en un comunicado publicado ayer. Todo lo más que hace es "tomar nota" de la amenaza de ASO, pero acto seguido señala que la reforma del ciclismo mundial que plantea poner en marcha en 2017 "ofrecerá estabilidad para todos, y permitirá a nuestros deportes crecer de forma sostenible al tiempo que proteger los intereses de las partes interesadas". 

La guerra, pues, está declarada. Recomiendo el análisis de Nicolas Van Looy en Ciclo 21, donde explica con detalle qué puede pasar a partir de ahora y cómo hemos llegado hasta aquí. 

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