Lo mejor del 2015 ciclista (IV)

Alejandro Valverde
Terminamos esta serie de artículos eligiendo a los 10 nombres del 2015 ciclista. De tanto decirlo puede parecer ya una obviedad, puede resultar repetitivo, pero sigue siendo cierto. No hay ningún corredor en el pelotón mundial como Alejandro Valverde. Nadie tan completo como él. Nadie que alargue tanto la temporada, que comience tan pronto a luchar por las victorias (y a conseguirlas) y que llegue hasta las últimas carreras con idénticas energías, con la misma sed de triunfos. El corredor del Movistar ha vuelto a ganar la clasificación individual del ranking World Tour y ha entrado, al fin, en el podio del Tour de Francia, un objetivo largamente ansiado. 

Su libro de victorias en 2015 empezó a escribirse en la Challenge de Mallorca, donde ganó el Trofeo Serra de Tramuntana en solitario. Fue la primera exhibición de un año triunfal que siguió con tres victorias parciales en la Volta a Cataluña, donde se despidió pronto de la lucha por la general, lo que le llevó a centrarse en las luchas por las etapas. Después, de corrido, Alejandro el Magno ganó la Flecha Valona, la Lieja-Bastoña-Lieja y el campeonato nacional de ciclismo. Tras conseguir el podio en el Tour de Francia, aún le quedaron fuerzas para ganar una etapa y la clasificación de la regularidad de la Vuelta Ciclista a España y el quinto puesto en el Mundial de Richmond. Una vez más, un año impecable y regular. 

Chris Froome
Chris Froome ganó con enorme autoridad el Tour de Francia, su gran objetivo del año, después de vencer en la Vuelta a Andalucía, donde también se adjudicó una etapa, y el Critérium Dauphiné más dos triunfos parciales. Pues bien, para mí lo más destacado del año es el gesto del corredor británico nacido en Kenia de acudir a la Vuelta Ciclista a España. La suerte no le acompañó, se fue al suelo en la jornada de Andorra y se vio obligado a retirarse. Pero esa decisión valiente de correr la ronda española cuando tenía la temporada hecha. Froome ha dado muchas muestras de su profesionalidad, más en los momentos en los que lo ha pasado mal, en los que lo hemos visto vulnerable, que en aquellos en los que arrasaba a sus rivales. Su presencia en la Vuelta dice mucho de él. Ya digo, tal vez más incluso que su arrolladora victoria en el Tour. 

En la Grande Boucle, en efecto, el corredor del Sky no dio opciones a sus rivales. La primera etapa de montaña, en La Pierre de Saint Martin, el conjunto británico machacó a todos los aspirantes a ganar la ronda gala. De los dividendos, en tiempo y en dominio psicológico, en poderío y miedo infundido a sus rivales, se sirvió Froome para controlar la carrera hasta el final. Sólo tuvo dos momentos de debilidad, la primera etapa alpina, en la que se pudo poner en jaque al corredor británico, y la penúltima, donde Quintana le descolgó subiendo Alpe d'Huez, aunque el maillot amarillo estaba ya asegurado. Froome resistió todas las embestidas y ganó el Tour, su segunda ronda gala, de un modo inapelable. 

Alberto Contador
La ambición, la raza, los sueños imposibles, los retos alocados y la actitud son las cualidades que hacen grande a un ciclista mucho más que las victorias, el palmarés o las estadísticas. Los datos están ahí, claro. El palmarés. El número de triunfos, los días con el maillot de líder. Todo eso vale mucho y sirve para medir algo, por otro lado, imposible de cuantificar, el talento, la brillantez, el rendimiento en las carreras. Pero una trayectoria deportiva se convierte en mítica y memorable por destellos de genialidad, por instantes de dulce locura, por propósitos de una ambición desmedida. No es tanto lo que se logra, sino lo que se intenta. A lo que uno se atreve más que lo que finalmente consigue. Si decimos que lo que más engrandece este año a Chris Froome es que decidiera correr la Vuelta después de triunfar en el Tour, lo más destacable de Alberto Contador en 2015 fue su reto de buscar ganar el Giro y el Tour el mismo año, algo que nunca antes había conseguido nadie desde los tiempos de Marco Pantani. 

Conocemos el resultado, Contador no logró este objetivo, en parte porque el Giro le exigió mucho más esfuerzo del que pudiera parecer a simple vista. En parte también, claro, porque Contador ya no es el que era y porque se enfrenta a corredores de enorme talento, cada vez más. Los triunfos cuestan. El ciclista de Pinto sólo pudo ser quinto en el Tour, pero aun así su 2015 ha sido más que notable. Ganó un Giro de Italia en el que se vio asediado por un Astana dividido, sí, por la evidencia de que su jefe de filas (Fabio Aru) era más débil que su número dos (Mikel Landa), pero aun así, muy potente. Fue un triunfo sensacional de Contador que suma a una etapa en la Vuelta a Andalucía y la Ruta del Sur más un triunfo parcial. 2016 podría ser su última temporada. 

Fabio Aru 
2015 será recordado como el año en el que Fabio Aru se hizo mayor y se doctoró definitivamente como digno sucesor futuro de Vincenzo Nibali en las grandes vueltas. El ciclista transalpino despide una temporada sobresaliente. Primero fueron las dos etapas en el Giro de Italia, el segundo puesto en la corsa rosa y el triunfo en la clasificación de los jóvenes. Cierto es que recordar la ronda transalpina de Aru sin apuntillar que su compañero Landa estaba más fuerte que él resultaría incompleto, pero eso no resta méritos al Giro prodigioso del talentoso y sonriente corredor sardo. 

Su gran prueba fue la Vuelta Ciclista a España, a la que el Astana acudió con todo (Nibali, Landa y Aru). La expulsión, justa, de Nibali a la primera de cambios, por agarrarse al coche para reintegrarse al pelotón después de una caída, y la pérdida de tiempo de Landa, dejaron a Aru como líder indiscutible del conjunto kazajo para la Vuelta. Además, llegaba fresco ante corredores que venían de disputar el Tour. Tom Dumoulin surgió como inesperado candidato a la victoria en la Vuelta. Férreo, inteligente, soberbio, el corredor del Giant-Alpecin no cedía, resistía siempre a las embestidas de Aru, hasta que en la penúltima jornada de la ronda española, el Astana planteó una jugada maestra, filtrando en la fuga a varios corredores, que dejó KO al holandés y dio el maillot oro a Aru. 

John Degenkolb 
Sean Kelly ganó la Milán-San Remo y la París-Roubaix en 1986. Él era el último corredor en conseguir este nada sencillo doblete en un año. Hasta este 2015 en el que John Degenkolb venció la Classicissima y después hizo lo propio en el Infierno del Norte. Sólo por ganar en una clásica para sprinters como la prueba italiana y después alzarse con la victoria en el velódromo de Roubaix, allí donde sólo pueden llegar clasicómanos potentes tras dominar los adoquines y las piedras, el ciclista alemán merece un lugar destacado en el resumen de 2015. 

En la Milán-San Remo, Degenkolb se adjudicó la victoria al sprint frente a Alexander Kristoff, para quien había trabajado con intensidad el Katusha, y Michael Matthews (Orica-GreenEdge). Dio en el momento justo y se llevó el triunfo, su primer monumento. Eso fue el 22 de marzo, Pocos días después, el 12 de abril, el ciclista alemán cambió el chip, del sprint a los adoquines, de la paciencia para imponer su punta de velocidad en la llegada masiva a la astucia y la fortaleza para estar delante en los movimientos relevantes de la París-Roubaix. Este año, algo nada usual, llegó un grupo de siete corredores en cabeza al velódromo de Roubaix. Se enfrentaba a Stybar, Van Avermaet, Lars Boom, Martin Elmiger y Jens Keukeleire. Era el más rápido y consiguió su segundo momento. Completa su temporada de ensueño con una etapa en el Tour de Dubai, dos triunfos parciales en la la Vuelta a Baviera y una etapa en la Vuelta a España. 

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