Muere Antoine Demoitié

Tras unos maravillosos días de descanso y desconexión en San Sebastián, este artículo debía ser un resumen de la actualidad ciclista durante nuestra ausencia en el blog. El buscado estreno de Peter Sagan en la Gante-Valona después de innumerables segundos puestos. Su primera victoria enfundado en el arcoíris de campeón del mundo. Seguro que no será la última. El triunfo de Nairo Quintana en la Volta a Catalunya, golpe psicológico a algunos de sus rivales en la próxima edición del Tour de Francia, en especial a un corajudo Alberto Contador que lo intentó hasta el final, pero no lo logró. Chris Froome no estuvo en ningún momento en condiciones de luchar por la ronda catalana. El descomunal triunfo de Thibaut Pinot, la esperanza blanca del ciclismo francés, en el Critérium Internacional. Sigue creciendo el ciclista galo. 

De todo aquello había que dar cuenta en este artículo. Pero la tragedia se cruzó el domingo en el camino de Antoine Demoitié, joven corredor del Wanty que falleció tras ser arrollado por una moto en la Gante-Valona. 25 años tenía el ciclista belga, quien luchó por su vida durante toda la tarde del domingo. Fue trasladado de urgencia al hospital de Lille, donde ingresó ya "en estado extremamente grave". No pudo sobrevivir a los daños que le provocó la moto que le arrolló en mitad de la clásica. No es la primera vez que sucede algo parecido en una vuelta ciclista, pero nunca antes había tenido un desenlace tan dramático. 

Esta temporada era su primer año en el Wanty, tras haber corrido en distintos equipos continentales donde consiguió victorias en el Tour du Finistere, en la Carpathia Couriets Paths y en Le Triptique des Monts et Chateaux. Su equipo llora la desaparición de Demoitié, que ha sacudido a toda la familia ciclista. Los corredores sufren a diario el riesgo en sus entrenamientos, con conductores que no comprenden la fragilidad de los ciclistas y que no cumplen la ley, sin dar la distancia de un metro y medio. Es una inseguridad constante. El temor permanente a ser arrollados por la falta de civismo en la carretera. Pero dentro de una carrera no se puede tolerar que exista ese riesgo, que la amenaza se mantenga en una prueba profesional. 

La noticia es dramática por la trágica e irreparable pérdida del joven corredor belga. Nadie puede devolverle ya a la vida. Nadie puede eliminar el dolor inmenso en su familia y amigos. Pero, además del dolor y la tristeza en toda la familia ciclista, esta noticia debe ser una gigantesca luz roja de alarma encendida para los organizadores de las carreras. Por supuesto, el riesgo cero no existe en ninguna parte. Pero se debe preservar, por encima de cualquier otra cosa, la seguridad de los corredores. Coches de carrera con conductores que no tienen la experiencia adecuada (no es fácil conducir junto a un pelotón, sobrepasar grupos de ciclistas, convivir con los protagonistas de este deporte sin ponerlos en peligro). Motoristas que no mantienen las precauciones adecuadas. 

Los corredores denuncian además un exceso de vehículos acompañando la carrera. Sobre todo, en las grandes pruebas. Quizá se debe abrir un debate sobre la reducción de motos y coches en las carreras. Y, desde luego, la seguridad de los corredores debe estar en el centro de la acción de todos los actores del ciclismo. Porque ellos son los más importantes, la esencia de este deporte. Y también son los más desprotegidos. Su piel es su único resguardo ante las caídas. No hay cinturón de seguridad ni protección alguna. Por eso este trágico suceso en la Gante-Valona debe preceder a una revisión de todos los protocolos en carrera, del número de vehículos que acompañan al pelotón, para intentar reducirlo lo máximo posible, y analizar todo lo que pueda mejorar en la seguridad. 

Descanse en paz, Antoine Demoitié. 

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