Esperpento en el Tour

Nadie hablará hoy de ciclismo. No comentaremos los primeros ataques de Nairo Quintana, sin demasiada fuerza, cuando comenzaba la subida recortada al Mont Ventoux. Tampoco se hablará de la muy trabajada victoria de etapa de Thomas De Gent. Ni de lo cerca que ha estado Dani Navarro de conseguir un triunfo que está persiguiendo con ahínco en esta ronda gala. Todo eso pasa a un segundo plano por el infortunado incidente ocurrido en la parte final de la etapa. Ya había ganado la etapa De Gent, y llegaba lanzada la carrera entre los favoritos. Chris Froome había acelerado con potencia, y sólo Richie Porte pudo seguir su ritmo. Después, Bauke Mollema alcanzó a los dos ciclistas. Y Quintana se quedó descolgado. Era un momento trascendente del Tour. La primera vez que el líder del Sky dejaba al del Movistar. Y entonces, adiós al espectáculo deportivo. 


Cuando escribo estas líneas aún no se sabe bien qué ha ocurrido realmente. Lo que sabemos es que la moto de la televisión paró en seco y Porte se dio de bruces contra ella. Los tres corredores de cabeza se fueron al suelo, pero Mollema se pudo reponer antes y reemprender la marcha. No así Froome, que se quedó sin bicicleta. Y subió corriendo el Mont Ventoux en una escena inusual y deprimente para el Tour. El ciclista británico del Sky ha acabado perdiendo tiempo, aunque, como era esperable, los jueces han decidido neutralizar el tiempo en meta y darle a Froome y Porte el mismo tiempo que Mollema. Creo que es lo más lógico, y probablemente lo menos polémico. El amarillo provisional antes de la decisión de los jueves era el joven Adam Yates, del Orica-GreenEdge. 

La de hoy es una de esas etapas condicionadas por factores extradeportivos. Estaremos todos pendientes de la decisión de los jueves. Ya se había recortado el recorrido, pero por las previsiones del viento, algo que nadie puede controlar. Lo ocurrido en la subida al Mont Ventoux, en un tramo que no estaba vallado, es algo distinto. Y es un incidente impropio del Tour de Francia, de una extrema gravedad. 

Es intolerable, sobre todo, porque se pone en riesgo la integridad de los ciclistas. Eso es lo más importante. Lo de hoy ha quedado en un susto, pero Porte se ha chocado con la moto. Puede ser que el motor se haya quemado, o que la moto haya tenido un problema técnico imprevisto. Pero también puede ser que el tumulto de aficionados hayan impedido el avance de la moto. Y eso es gravísimo. Porque es adulterar la carrera. Porque quien ama un deporte y admira a unos deportistas no puede poner en riesgo a esos deportistas. Y desde hace demasiado tiempo se ven en las cunetas actitudes impresentables, de tipos con poco cerebro que corren al lado de los corredores, les empujan o no les dejan avanzar. Y, al margen de lo que decidan los jueces hoy, lo sucedido marcará probablemente un antes y un después. Y no sólo en el Tour. 

Se puede debatir si se valla toda la ascensión a puertos donde, como en Mont Ventoux, se concentra mucho público. O impedir el acceso de público, como decisión extrema, allí donde no se pueda garantizar la s e guaridas de los corredores. O reabrir el enésimo debate sobre la cantidad de motos que acompañan la carrera. O imponer multas a quien no guarde las formas. La cercanía del público a los corredores es, sin duda, uno de los principales alicientes del ciclismo, uno de los factores que lo hace un deporte especial. Pero eso mismo no puede convertirse en su mayor amenaza. Se debe encontrar un equilibrio. 

Tampoco está claro aún por qué se ha parado la moto. Los propios ciclistas que hablan en meta muestran su confusión. No saben qjé ha ocurrido.  En alguna imagen se veían pancartas, por lo que no es descartarle que hubiera algún tipo de protesta que haya bloqueado la carrera. Veremos. Lo que resulta evidente es que la imagen es muy dañina para el Tour, impropia de esta carrera, y una luz de alarma gigantesca para el ciclismo. Hay que repensar la seguridad en etapas montañosas como esta, aunque sólo nos acordemos de santa Bárbara cuando truena. 

Más allá de este incidente, si es que puede haber algo más allá, que no es tan fácil, porque la sombra de lo ocurrido será alargada, la etapa de hoy nos deja varias conclusiones. Sin duda, Quintana no está fuerte. Ni mucho menos. Lo ha probado un par de veces al comienzo de la ascensión al Mont Ventoux. Eran ataques de fogueo, movimientos son demasiado convicción. Parecía que solo quería probar, como había hecho antes Valverde, pero no. Ese ritmo pausado del ataque, que en ningún momento perturbó al Sky, con Poels y Henao llevando cómodo a Froome a rueda, respondía a la debilidad del ciclista colombiano del Movistar. Cuando Froome lanzó su ataque, Quintana se quedó clavado, mientras que Porte sí pudo pegarse a su rueda y Mollema llegó a su altura con relativa facilidad. Al final, Quintana llegó a rueda de Valverde, muy tocado. Puede que sea sólo un mal día, pero transite sensaciones preocupantes el ciclista colombiano

Mañana, contrarreloj que beneficia, sobre el papel, a Chris Froome, quien aún no sabemos si saldrá vestido de amarillo o no, porque lo más previsible es que los jueces de carrera decidan neutralizar tiempos. Sólo Porte parece, a día de hoy, un rival a la altura de Froome, pero tiene dos minutos perdidos en la general. El tiempo dirá. Yates, de momento, sigue fuerte, asombrando en el Tour de su descubrimiento. Lo mejor que puede pasar es que mañana el interés deportivo permita dejar a un lado la polémica de hoy, un día muy triste para el ciclismo y para el Tour de Francia.  

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