Froome, igual pero diferente

Conocíamos la versión apabullante de Chris Froome, la de sus ataques inapelables en las subidas a los grandes colosos montañosos que nadie podía responder. Sabíamos también de su garra, de su capacidad para reponerse de los contratiempos y reinventarse. También que ama a este deporte y llo engrandece siempre con su valor. Pero desconocíamos que el ciclista británico de origen keniata  fuera también capaz de marcharse a tumba abierta en el descenso. Siempre en la primera etapa de alta montaña del Tour, Froome saca tiempo a sus rivales. La gran novedad es que lo ha logrado bajando, donde nadie lo esperaba. Siguiendo aquella frase del Gatopardo de Lampedusa, el jefe de filas del Sky lo ha cambiado todo para que todo siga igual. 

El momento decisivo de la etapa, el instante que lo ha cambiado todo, ha llegado justo cuando todos esperábamos ya que no hubiera diferencias entre unos favoritos que, rendido hacía muchos kilómetros el líder Van Avermaet, habrían de disputarse el maillot amarillo. El Sky venia de hacer el excepcional trabajo de costumbre. En eso no hubo sorpresas. El equipo británico se ha exhibido. Mikel Landa echó abajo él solo, o prácticamente, la fuga de Thibaut Pinot (FDJ), Rafal Majka (Tinkoff) y Tony Martin (Etixx-Quick Step). Después, Nieve y Thomas han tomado el relevo. Y, cuando han surgido las hostilidades, Henao ha acelerado la carrera y ha respondido a todos los ataques, el primero de Valverde y los tímidos intentos posteriores de Dan Martin y Romain Bardet.

Y entonces, la sorpresa. Froome, que ya había esprintado en el puerto anterior, para enfado e incomprensión de Majka, se ha puesto por delante y ha dinamitado la carrera.  Y Nairo Quintana, siempre maduro e inteligente, ha cometido un error de principiante. El ciclista colombiano ha mirado para atrás, esperando a Valverde, a quien antes Quintana le había mandado atacar, tal y como ha declarado el ciclista murciano en meta, algo mosqueado. Nunca, en ninguna circunstancia, se debe tener ese momento de duda. Pero los ciclistas sin humanos. Ha fallado Quintana. Y ya no ha habido manera de cazar a Froome. El error del ciclista colombiano no debería tener más trascendencia de la debida, pero da la sensación, tras escuchar declaraciones de ambos ciclistas en meta, de que hay cierto malestar en el seno del Movistar. El despiste lo tuvo Quintana. Y Valverde, que tenía hoy la opción de ganar la etapa, se ha puesto al servicio de su líder, como debe hacer. Ese es su rol en el Tour. Pero acaba de decir a los periodistas en meta, literalmente, que no sabe cómo ha podido Froome dejar a Quintana bajando. 

Ha sido un despiste del ciclista colombiano, pero también una genialidad de Froome. Y una demostración de valentía colosal. Se la ha jugado en el descenso, con un estilo desgarbado y atípico, como suele ocurrir con el corredor británico. No era una forma de descender clásica, ni aconsejable, pero nadie le echaba mano. Y no hacía más que abrir distancias. Este Froome, astuto, pícaro, atrevido, osado, es aún más admirable que el dominador absoluto, el patrón indiscutible de la carrera, visto otros años. No hemos visto aún esta última versión, lo cual quizá muestra que no está tan fuerte como acostumbra. Sólo quizá. Pero ha demostrado hoy que es capaz de conseguir los mismos resultados actuando de forma diferente. Su movimiento inteligente es un golpe psicológico sobre sus rivales. Sigue siendo el emperador del Tour. 

Apenas ha sacado diferencias 13 segundos más la bonificación en meta, así que el Tour, ya en su estado natural, con Froome encabezando la general, sigue muy abierto. También ha quedado hoy claro que Alberto Contador no será rival del corredor británico para la general, o no de una forma convencional. Se ve abocado a buscar etapas y a moverse de lejos. En el Tinkoff parece claro que no hay ninguna estrategia de equipo. O que la estrategia es que cada uno haga la guerra por su cuenta. Majka se ha metido en la escapada y ya es líder de la montaña, pero después se ha descolgado en la ascensión final del gran grupo. Roman Kreuziger también va a su aire. Comparte galones con Contador, tal y como ha conformado el ciclista de Pinto. El divorcio entre ambos es total, en buena medida por la marcha del corredor español al Trek, sin contar con el corredor checo. Pero, además de esa fractura entre ellos y del descontrol del conjunto ruso, que en principio desaparecerá este año, es evidente que Kreuziger está marchando muy fuerte y Contador, dolorido pero no rendido, va con pies de plomo, muy frágil. 

Joaquim Rodríguez ha entrado en el sprint del grupo. Sigue sólido el corredor catalán, que mañana estará especialmente motivado en Andorra, en la etapa más exigente de este tríptico pirenaico. Adam Yates, sensacional, es segundo a 16 segundos de Froome, misma distancia a la que está Purito. Dan Martin, que ha sido de los pocos en probarlo hoy, está a 17 segundos. Valverde cede apenas 19 segundos en meta. A 23 segundos están Quintana, Aru, Bardet, Van Garderen, Mollema y Henao. Es decir, el Tour sigue en un pañuelo, pese al golpe moral del genial Chris Froome, diferente pero, en esencia, igual. 

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