Pantano gana y Sky atemoriza

Wout Poels ha entrado encabezando el grupo de los favoritos en la línea de meta, por delante de Chris Froome. La imagen resume bien la situación del Tour de Francia. Manda Sky. Tiene el poder absoluto. Nada paraliza más que el miedo. Y el gran logro del conjunto británico es, precisamente, que todos sus rivales están atemorizados. Es tal el poderío del Sky que nadie se atreve a moverse. Es ya un clásico. Se echa en cara a los rivales de Froome que no lo prueben, que les domine el conservadurismo, que al menos no lo intenten. Pero probablemente la reflexión debería ser al revés. No es que Froome domine con autoridad aplastante porque sus rivales no se muevan, es que éstos no se mueven porque el corredor británico asusta a todos.  


La etapa, claro, ha sido decepcionante. Nadie lo ha probado. La jornada ha comenzado con una ritmo asfixiante, con múltiples ataques y una fuga numerosa, con una treintena de corredores. Mucho calor, mucha batalla y mucha tensión. Pero la etapa se ha desdoblado en dos. Por delante, la lucha por la victoria parcial, apasionante, excepcional, fastuosa. La calidad de los componentes de la escapada y el hecho de que la inmensa mayoría de los equipos tuviera representación en la fuga, dejó claro desde el principio que el ganador de la etapa estaría entre los escapados. 

Entre otros, Vincenzo Nibali, Dani Navarro, Julien Alhilippe, Haimar Zubeldia, Jerome Coppel, Pierre Rolland, Tom Dumoulin o Ilnur Zakarin han entrado en la fuga. Casi nada. Quienes se han disputado el triunfo han sido Rafal Majka y Jarlinson Pantano. El corredor polaco del Tinkoff, el mejor escalador de la fuga, ha conseguido escalar al primer puesto de la clasificación de montaña y lo ha probado en solitario. Cuando parecía que Majka lograría una nueva victoria en el Tour, Pantano, que este año ha llegado al IAM suizo procedente del Colombia, ha realizado un descenso inconmensurable de la Grand Colombier y ha llegado a rueda del ciclista polaco. Al final, el corredor colombiano ha logrado la victoria más importante de su carrera, y ha dado también una satisfacción a sus compatriotas, que han visto de nuevo a Nairo Quintana sin atacar, soldado a la rienda de Froome, y con mala cara. 

Hay miedo al Sky. Hay mucho realismo. Probablemente, para intentar darle la vuelta a la carrera y desbancar del primer puesto a Froome haga falta cierta utopía, cierta tendencia a la imaginación, a los sueños, a la búsqueda de imposibles. Pero la realidad es tozuda. Y se impone. Todos chocan contra el muro del Sky. O, más bien, ni siquiera llegan a chocar contra él. Como se tiene tan claro que es infranqueable, como se observa con tanta solidez, se esquiva el muro, se bordea. Nadie lo prueba ni da la sensación de que lo probará. Hoy Froome no ha atacado. Ha revisado a sus rivales, con calma, con el control absoluto de la situación, permitiéndose el lujo de comentar la jugada con los otros corredores. Es el máximo mandatario de este Tour y su fortaleza es tan descomunal que no parece realista esperar rebeliones. 

Hoy Wout Poels, gregario de Froome, ha subido con más ligereza y aparente facilidad que Nairo Quintana, a quien se ha visto mala cara. Es cierto que el corredor británico nacido en Kenia se ha quedado con "sólo" dos compañeros tras perder a Henao y Landa antes de tiempo. Pero era un espejismo pensar que el Sky estaba hoy más débil, que habría ocasión de buscarle las cosquillas. Nada más lejos. Se pudo a tirar Astana, que al menos lo probó y preparó el terreno para un ataque de Fabio Aru, que ya es mucho más de lo que han hecho Movistar, BMC y Trek. El trabajo del conjunto kazajo, que tenía a Nibali y Tangert por delante, ha sido estéril. Pero ha sido lo único que sé ha visto, la ilusión óptica de que alguien se resistía a acatar sin oponer resistencia el imponente mando del Sky. 

Al ataque de Aru sólo ha respondido Alejandro Valverde. Que a estas alturas de carrera el corredor murciano, que viene de ser tercero del Giro de Italia, el ciclista del Movistar esté quinto en la general y dé la sensación de marchar más fuerte que su líder, es algo impresionante. De esa clase de hazañas que sólo están al alcance de Valverde. El movimiento de Aru y Valverde ha sido respondido con soltura por Poels. Froome ni se ha despeinado. Ha dejado hacer a su gregario, que ha abortado la intentona. Después ya sólo han llegado otros dos demarrajes, uno de Romain Bardet, subiendo, también frustrado, y otro del propio Bardet y de Valverde, en un falso llano ya cerca de meta, también neutralizado por el Sky. 

El Movistar ha acabado la etapa más preocupado por la clasificación por equipos, donde ha avanzado frente a un muy mal BMC, en el que ha sufrido Tejay Van Garderen, que por la general. Valverde ha dicho en meta que han salvado la etapa bien y que Quintana no ha atacado porque hoy no tocaba, lo que da una idea de la falta de ambición del Movistar, al menos hasta ahora, y de cómo asume la realidad del dominio imperial del Sky. 

Es falta de atrevimiento, sin duda, pero no es una actitud que sólo se pueda achacar al conjunto telefónico. El BMC no ha asomado ni un momento en cabeza, como tampoco lo ha hecho el Trek de Bauke Molllema, el segundo clasificado de la carrera, ni el Orica-GreenEdge de Adam Yates. Entramos, pues, en una historia mil veces vista. Froome, al frente, sin rival, con dominio arrollador, y acompañado de un equipo temible. Y detrás de él, corredores que luchan más por entrar en el podio y por no perder lo que tienen que por buscar la hazaña de sorprender al corredor británico. Decepcionante, sí. Pero quizá también comprensible. No hay fisura aparente en el Sky y quien se proponga  intentar encontrarla sabe que tiene mucho que perder y escasas opciones de triunfar en esa misión hercúlea. Mañana, etapa llana antes del segundo día de descanso. 

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