Póquer de Cavendish

A los ciclistas les incomoda tanto que se hable de jornadas de transición como a los aficionados al ciclismo nos molesta que se vea a este deporte como una disciplina aburrida, anodina, adecuada para echarse la siesta. No es verdad que existan del todo eso que se conoce como etapas de transición, para empezar, porque nadie corre por los ciclistas los kilómetros de esas etapas, y también porque siempre hay tensión y momentos de riego. Y tampoco es cierto que este deporte sea soso, por supuesto. Pero, sin duda, etapas como la de hoy, con notable retraso sobre el horario previsto y escaso interés real, no ayudan demasiado a hacer afición ni a cambiar aquellos prejuicios sobre este deporte. 


Evidentemente, una carrera de tres semanas debe tener alguna etapa más intrascendente. Es imposible que haya 21 jornadas apasionantes. Ningún organizador de una gran vuelta puede evitar que haya días como el de hoy, de relativa calma para los favoritos, de tregua entre los hombres fuertes de la general, y de guión no escrito que rara vez se incumple: fuga controlada por los equipos de los velocistas y llegada al sprint. Pero extraña que el Tour, cuyo recorrido este año es casi impecable, decida poner en un sábado, día de más audiencia de la carrera que entre semana, una etapa tan irrelevante como esta

En todo caso, no han ido de paseo los ciclistas. El viento ha soplado de cara durante toda la etapa, lo que explica el considerable retraso de la jornada. Jéremy Roy (FDJ), Alex Howes (Cannondale), Martin Elmiger (IAM) y Cesare Benedetti (Bora) han formado la escapada del día. Los equipos de los hombres rápidos ha consentido la escapada, pero con una diferencia que en ningún momento permitió a los aventureros soñar con un triunfo parcial. Roy y Elmiger, en una pugna por recibir el premio a la combatividad, son los dos corredores que más kilómetros permanecieron en meta. Pero su suerte estaba echada. 

Tocaba ver otro sprint, la antepenúltima oportunidad para los velocistas en este Tour tan plagado de etapas montañosas en su semana final. Mark Cavendish ha conseguido su cuarta victoria en la presente edición de la ronda gala. Él es el rey de las llegadas masivas sin discusión, aunque hoy Marcel Kittel, monarca destronado, se ha quejado por un cambio brusco en la dirección en el sprint del corredor británico del Dimension Data. Ese movimiento se ha producido, pero cuando el corredor del Etixx-Quick Step había tirado ya la toalla y no tenía opciones reales de ganar. Tampoco parece un giro tan brusco como para descalificar a Cavendish. Cuatro victorias ya en este Tour para el segundo corredor con las triunfos de etapa en la historia de la ronda gala tras Eddy Merckx. Impresionante el dominio de los sprints de Cavendish, en un florecimiento que muchos ya no esperábamos del veterano velocista nacido en la Isla de Man. Peter Sagan, como siempre en la brecha, ha sido tercero, y afianza su primer puesto en la clasificación del maillot verde. 

Los favoritos, tras este día más relajado, afrontan mañana una nueva etapa de montaña. El hecho de que sólo el recuerdo del final del Tour del año pasado, que igualmente ganó Froome, sea una mínima motivación para el Movistar de Quintana y Valverde dice bastante de la sensación que cunde en la carrera. Quedan tantas etapas de montaña, son tantas las estrategias que quedan por probarse, que no parece sensato decir que la carrera está sentenciada. Pero lo parece. Froome asusta. Mollema, segundo clasificado, y el joven Yates también pueden intentar interpretar el rol de David en su lucha frente al Goliat del Sky. Mañana es un día para probarlo, aunque la sucesión de etapas duras que llegaran el miércoles, jueves, viernes y sábado próximo quizá invite a más de uno a reservar fuerzas. 

Comentarios