Aru asalta el amarillo


Nunca antes Chris Froome había cedido el maillot amarillo en el Tour de Francia. Ha tenido que ser en Peyragudes, allí donde hace cinco años tuvo que frenar para ayudar a su líder de entonces, Wiggins, aunque era mucho más fuerte que él, donde el todopoderoso jefe de filas del Sky pierda el liderato de la carrera francesa. Definitivamente, no es este su puerto talismán. Todo hacía indicar que Froome saldría reforzado de la etapa de hoy, porque la exhibición de sus gregarios durante toda la etapa (con unos sublimes Kwiatkowski, Nieve y Landa en la fase final) había disuadido a los rivales. Pero cuando quedaban unos pocos metros, Fabio Aru desató las hostilidades. Y atacó después Romain Bardet. El italiano del Astana y el francés del Ag2r parecían esprintar por la etapa, pero estaban incendiando el Tour de Francia, porque Froome no era capa de seguirlos. 

La ventaja de Froome sobre Aru y Bardet era mínima, de un puñado de segundos, y ahora el británico es segundo a seis segundos del ciclista de Astana. Lo de menos es la diferencia. Lo relevante es que el ciclista nacido en Kenia se enfrenta a una situación desconocida para él. Ha tenido que ceder el amarillo, su segunda piel el mes de julio estos últimos años, lo que supondrá un extra de motivación para sus dos jóvenes rivales, que no se conformarán con la segunda plaza, no tras la debilidad mostrada hoy por Froome. 

Bardet, segundo en el Tour el año pasado, ha ganado la etapa. Feliz, más por el zarpazo a Froome que el triunfo parcial, el corredor del Ag2r está llegando muy fuerte a la parte decisiva de la carrera. Y no le vale el segundo puesto, porque ya lo logró. Lo mismo cabe decir de Aru, quien ya sabe lo que es ganar una gran vuelta. El corredor del Astana es uno de esos pocos ciclistas que no entienden de conservadurismo ni control alguno. Si tiene fuerzas, ataca. Sin mirar hacia atrás. Sin tontear. Sin dudarlo. Los dos rivales que tiene enfrente Froome no son quizá los dos las fuertes a la que podría enfrentarse, retirado Porte y totalmente desdibujado Quintana, que hoy ha vuelto a ceder tiempo. Pero sí son los dos más valientes y aguerridos. Hoy no se han movido hasta el final, pero eso ha sido sufiente para meterle 20 segundos a Froome. El británico del Sky sigue siendo el máximo favorito y tanto Aru como Bardet deberán atacar si quieren ganar el Tour. Pero tras lo visto hoy parece claro que lo harán si tienen fuerza para ello. Junto a Rigoberto Urán, que ha vuelto a subir con los mejores, los tres serán los rivales de Froome en su pelea por ganar su cuarto Tour, que da la sensación que será, en caso de que triunfe, el más complicado de cuantos ha vencido hasta ahora. 

Es imposible no preguntase qué habría pasado si Aru y Bardet hubieran atacado hoy antes. Porque Froome se fatigó al final y cedió terreno. Y no es nada habitual en él. Quien más, quien menos, todos esperaban ayer su ataque, y sin embargo acabó perdiendo el amarillo. Es la imagen del tirano que se enfrenta a una rebelión. Apartado momentáneamente del trono y aún no derrocado, pero más humano y débil que nunca antes. Y ya sólo eso sirve para generar expectativas inauditas en las anteriores ediciones de la carrera francesa. Froome es fuerte, pero ya no tan fuerte como años anteriores. Lo más dañino para Froome es que después del recital de su equipo, que ha vuelto a mostrar una solidez colosal, ha perdido el amarillo. Hasta ahora, el trabajo de sus gregarios era el preludio del golpe final de Froome. Hoy, no ha sido suficiente y el líder no ha estado a la altura de sus gregarios. Landa, que va fortísimo en este Tour, ha recibido una regañina de su equipo en meta por no esperar a Froome en la recta final, lo cual revela cierto nerviosismo en el equipo británico. 

No convendría exagerar lo visto hoy. Han sido sólo unos pocos segundos. Es más preocupante para el Sky el golpe anímico de ver a Froome en una situación desconocida para él, que su aparente debilidad, porque el británico sigue teniendo a su favor la crono final y porque se le ve menos dominador que años atrás, pero en absoluto frágil. El Tour se queda precioso y queda mucha montaña por delante. No estarán en la batalla ni Quintana ni Contador. El colombiano se ha descolgado muy pronto, mientras que el español atacó con más garra que piernas en el penúltimo puerto, pero cedió en la parte final. Les queda intentar rearmarse anímicamente y buscar un triunfo de etapa. 

Mañana, día de la fiesta nacional francesa, etapa pirenaica corta (poco más de 100 kilómetros), que promete mucha emoción, con tres puertos de primera categoría, aunque la cima de la última está a 30 kilómetros de la meta. Puede que estemos ante el Tour más emocionante y abierto en muchos años. 

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