Bodnar se exhibe y Kittel arrasa



Los amantes del ciclismo escuchamos resignados con frecuencia chistes sobre la siesta asociada a las carreras. Contestamos que hay días mejores y peores, como en todos los deportes, que en cualquier momento puedo ocurrir algo en las carreras, que el ciclismo es un deporte apasionante cuyas etapas más agitadas compensan con creces aquellas más bien sosas, que tiene que haber oportunidades para todo tipo de ciclistas, que no todas las etapas pueden ser de montaña ni muy exigentes... Todo eso es verdad, pero la presencia en las grandes vueltas de etapas como las de ayer y hoy en el Tour son el elegante en la habitación de la ronda gala, en particular, y del ciclismo, en general. Hoy la etapa ha sido mucho más emocionante, por el colosal pulso que Maciej Bodnar (Bora) ha echado al pelotón, aunque finalmente ha sido cazado a poco más de 200 metros de meta, suficiente para ver una nueva victoria arrolladora de Marcel Kittel, la quinta ya en la presente edición de la carrera francesa. 

La etapa de hoy ha sido más divertida, sí, pero el elefante sigue en la habitación. Mañana vuelve la montaña y esperamos vivir un día trepidante de ciclismo en los Pirineos, pero el debate es ineludible. Obviamente, en una carrera de 21 etapas tiene que haber toda clase de jornadas. Nadie puede defender que todos los días haya grandes puertos. Entre otras cosas, porque etapas como las de ayer son necesarias para que los favoritos puedan tomar aire, aunque sea un poco, para llegar algo más frescos a las etapas montañosas. También es verdad que los hombres rápidos deben contar con sus oportunidades. Pero el mundo del ciclismo no debería mirar hacia otro lado porque la falta de espectáculo en la inmensa mayoría de las etapas llanas del Tour son un problema serio. Todo espectáculo deportivo debe ofrecer algo atractivo. Y el Tour en los días como estos no lo hace, más allá de la apuesta de los escapados, siempre loable, y del sprint final. 

Tiene poco sentido que estas etapas tengan 200 kilómetros. Son muchas horas de agotamiento para los corredores y cansancio para los espectadores. El Tour es el Tour y puede permitírselo prácticamente todo. Pero no debería seguir mirando hacia otro lado. Hay que intentar evitar días como estos, en la medida de lo posible. No sabemos cuál sería la solución ideal, por supuesto. Acortar los recorridos de estas etapas parece algo de puro sentido común. Porque de nada sirve que sean tan largas las etapas y porque a veces se aprecia más interés de compromisos con las ciudades de salida y llegada (no deja de ser un negocio) que preocupación por el atractivo deportivo. Podría tener sentido también que se dieran más segundos de bonificación en la general, por ejemplo, en los sprint intermedios. O que haya algún repecho cerca de meta para intentar animar a los valientes cerca de meta. Intentar hacer etapas con circuitos, por ejemplo, que tengan algún aliciente añadido. No sabemos. Es difícil. Por supuesto. Pero convendría analizarlo. 

El Tour es el Tour, sí, y su marca lo justifica todo, o casi. Pero uno de los mayores eventos deportivos del mundo, y la ronda gala lo es, no puede permitirse cinco o seis días (de 21 en total) que resulten más bien anodinos e intrascendentes. No es algo exclusivo de la carrera francesa ni, desde luego, de los organizadores de las pruebas. Porque la actitud de algunos equipos (de la mayoría) deja mucho que desear. Los equipos de los favoritos piensan en etapas así en proteger a sus líderes y aspiran a que sean lo más tranquilas posible. Lógico. Pero hay muchos equipos sin opciones claras de ganar etapas que deberían moverse en estas etapas y no lo hacen. No es comprensible que en estas jornadas se formen escapadas de tres corredores (hoy Bodnar, Marcato y Backaer), generalmente de equipos modestos. Pero apenas se lucha para crear las fugas, ni se forman escapadas numerosas. Y eso sólo puede responder a una falta preocupante de ambición. Mención aparte merecen los equipos de los velocistas que han perdido todos y cada uno de los sprints frente a Kittel, pero que a pesar de ello tiran del grupo y colaboran con el Quick-Step para echar abajo las fugas, aunque saben que tienen las de perder. Del todo incomprensible. 

Esta crítica, esta necesaria reflexión que debe hacer el mundo del ciclismo, no anula la valía de Kittel. Es el primer corredor en la historia del Tour que gana cinco etapas en la 11 primeras jornadas de la carrera, según Café Roubaix. Palabras mayores. 

Hoy, es cierto, la etapa no ha sido exactamente como la de ayer, en la que apenas se vio nada. Al menos el temor a que el viento causara algún corte ha mantenido con mucha tensión a los equipos de los hombres fuertes. Y luego ha estado el recital de Bodnar. El corredor polaco del Bora, excepcional rodador, abandonó la compañía de los otros dos escapados y lanzó una apuesta excepcional. A punto ha estado de ganar, pero al final ha nadado para morir en la orilla. En cualquier caso, su exhibición es de lo más interesante y reseñable que se ha visto en lo que va de Tour. Su valentía ha servido para dar protagonismo al Bora en la carrera, después de que Sagan fuera descalificado y su otro líder, Majka, tuviera que abandonar la carrera por culpa de una caída. 

Precisamente una caída, que no hemos llegado a ver en televisión, ha dañado a Alberto Contador. Definitivamente, la suerte no acompaña al corredor español del Trek. Estaba recuperándose de sus caídas en la etapa del domingo y, ahora que parece volver a encontrarse bien, se va al suelo otra vez. No parece que tenga grandes consecuencias físicas la caída, pero preocupan mucho las anímicas. Veremos. 


Mañana cambiará por completo el panorama del Tour de Francia, con una etapa de montaña exigente, la mejor de las que correrá la ronda gala este año en los Pirineos. Un puerto de cuarta, dos de segunda, dos de primera y uno de categoría especial en una etapa que finaliza en Peyragudes. Probablemente es la etapa reina del Tour. Froome llega a esta jornada como líder, con apenas 18 segundos de ventaja sobre Romain Bardet, 51 segundos sobre Fabio Aru y 55 segundos sobre Rigoberto Urán. 
 

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