Contador y Landa dinamitan el Tour




Sostener que la grandeza de un ciclista la mide su palmarés es como pensar que la calidad de una novela depende de sus ventas, un disparate. Alberto Contador tiene un palmarés excepcional, pero es la segunda parte de su carrera, en la que no está ya en disposición de ganar grandes vueltas pero sí de dinamitarlas, la que da una medida de su talla de ciclista colosal. Es uno de los mejores corredores de siempre, por sus victorias, sí; pero sobre todo por su valentía, porque jamás se da por vencido. No es grande por cómo arrasaba a sus rivales en sus mejores momentos. Lo es, fundamentalmente, porque cuando ya no es el más fuerte siempre anima la carrera, la destroza. Contador Demoliciones S.A. Lo hizo el año pasado en la Vuelta. Fue su ataque el que decidió que la carrera la ganara Nairo Quintana, que se sumó a su movimiento, y no Chris Froome, quien marchaba líder. Hoy ha incendiado el Tour, en un ataque al que se ha sumado Mikel Landa. No tuvo premio entonces y no lo ha tenido ahora, pero ¿acaso importa? Ha vuelto a dar un recital de ciclismo con mayúsculas y ha sido de nuevo el gran animador de la carrera. 

El día de hoy es uno de esos que se recordarán pasados los años. Y quienes lo hemos vivido sabremos que el agitador de la prueba ha sido Contador, aunque al final la etapa la ha ganado Warren Barguil (en éxtasis, un francés ganando la mejor etapa del Tour en muchos años vestido de líder de la montaña en un 14 de julio). Aunque no tenga nada que decir en la general. Aunque se vaya de vacío. Da igual. Una obra maestra cinematográfica no lo es menos si tiene pocos espectadores o no recibe ningún premio. La calidad es otra cosa. Y el ciclismo va de emociones, de espectáculos apasionantes, de aventuras, de valentía. Contador es quien ha puesto patas arriba el Tour de Francia hoy. Y no lo olvidaremos nunca. Él atacó en el primer puesto de una etapa de 100 kilómetros que ha resultado ser la mejor desde que nos alcanza la memoria en la prueba francesa. Había empezado muy agitada la etapa, primero con Thomas Voeckler  y, precisamente, Warren Barguil. Luego atacaron Chavanel, Gilbert y De Marchi, entre otros. Muchos movimientos en una etapa que, entre otras conclusiones, nos deja la lección de que una etapa corta suele ser mucho más apasionante que una de 200 kilómetros. A ver si los organizadores de las grandes vueltas toman nota. 

Etapas como la de hoy, con tres puertos encadenados en una jornada de 100 kilómetros, son casi garantía de espectáculo. Ojalá cunda el ejemplo. Son casi garantía de espectáculo pero no de día histórico. Para eso es necesario que alguien se anime a destrozar la carrera. Y a eso se dedicó Contador a la primera de cambios. Junto a él se fue Mikel Landa, el mejor escalador de este Tour, un ciclista portentoso al que la suerte no ha acompañado, pero que fácilmente podría tener un Giro (o más de uno) en su palmarés. La presencia de Landa en el grupo delantero sorprendía, porque chocaba con la forma habitual de correr del Sky. Perdido el maillot amarillo de Chris Froome, y con dudas sobre el estado del ciclista nacido en Kenia, el equipo británico ha decidido cambiar su estrategia. Y lo ha hecho con éxito, demostrando que es capaz de correr de otra manera, que no sólo saben controlar las pruebas con su bloque al frente del grupo de favoritos, sino que también pueden atacar y romper la carrera desde lejos, con los aliados adecuados. 

Landa hacía camino con Contador, mientras Froome resistía en el grupo de los favoritos junto a Fabio Aru, Romain Bardet, Rigoberto Urán y compañía. Entre el dúo delantero y el pelotón, marchaba un grupo intermedio con Nairo Quintana, Warren Barguil, Alexis Vuillermoz y Michal Kwiatkowski. El corredor polaco, gregario del Sky, se intercaló para jugar a favor de Landa, si lograba llegar a los hombres de cabeza, o de Froome. En ese momento, el Sky tenía todas las de ganar. Jugada magistral. Pasara lo que pasara, el equipo británico saldría ganando. Por delante, Landa abría hueco y se acercaba incluso al maillot amarillo. Por detrás, a Froome le valía seguir a la rueda de sus rivales, que tenían que asumir la responsabilidad de cazar a Landa y Contador. Chapeau. 

Aru se había quedado sin compañeros del Astana y, en una de esas jugadas típicas del ciclismo, el equipo kazajo llehó a un pacto con el equipo Emirates, que tiró del grupo del líder y le salvó de perder más tiempo del debido. Mientras, Quintana y Barguil llegaban a la altura de Contador y Landa, lo que dificultaba mucho las opciones de ganar la etapa de los dos ciclistas españoles. El francés era, con diferencia, el más rápido de los cuatro. Y, efectivamente, ganó en meta. Se quedó sin premio Contador, pero pasa a la historia instantáneamente la etapa, una oda al ciclismo, un monumento a este deporte sinpar. Y Landa acecha el podio del Tour, con una exhibición colosal del Sky. En la última subida atacó un par de veces Froome, pero no fue capaz de soltar a sus mayores rivales. En el descenso, ayudado por Kwiatkowski, ha controlado la mayoría de los arreones, aunque al final Dan Martin ha abierto hueco. 




La etapa, apasionante, exquisita, histórica, deja el Tour muy abierto. Aru mantiene el maillot amarillo con seis segundos de ventaja sobre Chris Froome; 25 segundos sobre Romain Bardet; 35 segundos sobre Rigoberto Urán; 1:09 sobre Mikel Landa y 1:32 sobre Dan Martin. Es decir, seis corredores en un minuto y medio. Cualquiera de ellos puede ganar la carrera. El más fuerte, a día de hoy, es Landa, el único que tiene las manos atadas porque no es jefe de filas de su equipo. El máximo favorito sigue siendo su líder, Chris Froome. Pero nadie puede descartar un triunfo de Bardet, Aru y Urán. Ni siquiera de Martin. Aru tiene a su favor su valentía y en contra, que el Astana es un equipo muy débil a estas alturas de carrera. El líder no tiene equipo. Tampoco lo tuvo Dumoulin en el Giro, y aun así pudo ganar la carrera, pero es un hándicap. Bardet es también muy aguerrido, mientras que Urán es el mejor contrarrelojista de los candidatos, salvo Froome, por lo que la crono de Marsella le beneficia. 

La etapa de hoy debería servir para que los organizadores de las grandes vueltas planteara  muchas más etapas cortas cómo esta. Obviamente, hemos visto un día tan glorioso de ciclismo gracias a Contador, Landa y compañía, no gracias al recorrido. Pero etapas así ayudan a ver un gran espectáculo. Decíamos el otro día que el elefante en la habitación del Tour son sus etapas llanas interminables y anodinas. Pues bien, la etapa de hoy es un ejemplo claro de hacia dónde deben ir las grandes vueltas, porque la etapa ha empezado poco antes de las tres de la tarde y ha ofrecido un recital deslumbrante hasta el final a las cinco y veinte. Hay que pensar que el deporte es un espectáculo que debe tener en cuenta a los aficionados. Y, en la medida de lo posible, se deben propiciar días como hoy. Y a eso ayuda mucho que haya etapas cortas y explosivas. Que sigan existiendo etapas diferentes, por supuesto, pero que no olvidemos que días así dan mucho juego. 

Una última cuestión, menor, pero que no podemos dejar de reseñar, es el ridículo que han hecho los jueces del Tour de Francia. Sancionaron con 30 segundos a Urán por avitullarse en los kilómetros finales de la etapa de ayer. Pero resulta que las imágenes televisivas mostraron que Bardet, ídolo local, también bebió agua en la parte final de la etapa. Y en lugar de sancionar al ciclista francés, el jurado decidió o eliminar la sanción a Urán. Quizá intrascendente, ojalá, peor totalmente inaceptable. 

Tras un día excepcional de ciclismo, de esos que ocurren muy de cuando en cuando, nos queda un Tour de Francia, por primera vez, tan acierto que es difícil hacer pronósticos. Porque Bardet y Aru son valientes, pero tampoco se les ve dominadores en la montaña. Porque Urán es un candidato sólido, pero tampoco se le ve por encima del resto. Porque Froome es favorito, pero nunca antes despertó tantas dudas en la ronda gala. Porque es una incógnita saber si Landa tendrá libertad del Sky o no. No lo parece, pero la carrera da muchas vueltas. Lo cierto es que seis corredores tienen opciones de ganar la carrera francesa. Y que el ciclismo es un deporte apasionante, que se engrandece en días como el de hoy. Sigue la fiesta. 

Comentarios