Landa, a un segundo del podio


Un segundo es un tiempo insignificante. Nada. Contar uno. Y ya. Poco se puede hacer en un segundo, pero a veces es mucho lo que se pierde por ese escaso margen. Un segundo es lo que separa a Mikel Landa del podio del Tour de Francia. El ciclista vasco del Sky, gregario de Chris Froome y supeditado al corredor británico en todo momento, ha hecho una contrarreloj notable hoy en Marsella, lo que, unido a la debacle de Romain Bardet, le ha permitido soñar con entrar en el podio final de París. Habría sido un final dramático para el ciclista francés del Ag2r, que ha sido el más combativo de los aspirantes a ganar el Tour, pero no se antoja menos dramático que Landa se marche sin premio de una carrera en la que ha sido la gran sensación y probablemente el hombre más fuerte. 

La oportunidad de Landa de entrar en el podio final de la carrera ha sido lo más emocionante de una crono que empezaba y terminaba en el Velódromo de Marsella, un escenario esplendoroso para vivir la última gran batalla de esta carrera. Como se esperaba, Froome ha sentenciado sin apuros su cuarta victoria del Tour de Francia, la menos arrolladora, pero quizá por ello también la más meritoria. No es nada habitual que un vencedor del Tour se marche de la ronda gala sin ganar una etapa. Hoy lo ha intentado, yendo al máximo en la etapa, pero no ha podido mejorar el tiempo de Maciej Bodnar, inesperado ganador de la etapa. 

Rigoberto Urán, que ha tenido un susto en la última curva antes de terminar la crono, ha asaltado el segundo puesto del podio. El ciclista colombiano del Cannondale no ha atacado en todo el Tour, pero se va de la carrera con un triunfo de etapa y con un puesto de honor en la clasificación general con el que hace tres semanas ni siquiera él podría soñar. 

Romain Bardet ha terminado la contrarreloj extenuado. No ha encontrado el golpe de pedal en toda la etapa y tenía todavía el susto pintado en la cara. Por un segundo ha retenido su puesto en el podio. El corredor francés tiene como asignatura pendiente su rendimiento contra el crono. Este año los kilómetros contrarreloj han sido prácticamente testimoniales y aun así el ciclista del Ag2r ha estado a punto de perder su plaza en el podio final de París. 

¿Podría asaltar mañana Mikel Landa el tercer puesto de la general final? Difícil. Prácticamente imposible. No tanto porque la última etapa de las grandes vueltas se suela ver como un paseo triunfal de los supervivientes (algo a desterrar, porque es un día de competición como todos los demás), sino porque apenas hay oportunidades para que Landa arañe ese segundo que le separa de Bardet. En los esprints intermedios no hay segundos de bonificación y en meta sólo los consiguen los tres primeros. La etapa se resuelve al sprint y poco puede hacer ahí un escalador como Landa. La única opción, remota, es que haya un mínimo corte en la parte final de la etapa que pille desprevenido a Bardet. Pero es altamente improbable que ocurra. Al ciclista francés le bastará con pegarse a la rueda del vasco, que se va a ir de vacío de este Tour, pero lanzando el mensaje inequívoco de que tiene un Tour en las piernas. Nunca sabremos que habría pasado si Landa hubiera acudido a esta carrera con libertad de movimientos y no como gregario de Froome. Es, definitivamente, el hombre llamado a tomar el relevo de Contador, Valverde y compañía como el mejor ciclista español en carreras de tres semanas. 

Contador, precisamente, ha sido hoy otro protagonista del día, porque entró en el segundo punto intermedio a menos de un segundo de Michal Kwiatkowski, que marcaba el mejor tiempo. Después cedió y termino sexto en una crono que ha hecho a tope. Genio y figura. Gracias a ese buen comportamiento, el pinteño terminará noveno en la general, al adelantar a Warren Barguil. El ciclista francés, que también se lleva del Tour dos etapas y el maillot blanco a puntos rojos de líder de la montaña, ha sido reconocido como el ciclista más combativo de la carrera. Un premio muy merecido para uno de los grandes animadores de un Tour que mañana concluirá en París, dejándonos a los amantes del ciclismo la clásica sensación de vacío cuando termina la ronda gala y recordando al genio Salvador Dalí, que dijo una vez que el verano termina cuando las bicicletas llegan a París. 

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