Froome, positivo por dopaje

A veces tres palabras sirven para resucitar una pesadilla que se creía olvidada. "Chris Froome, positivo”. Es el titular con el que nos despertamos hoy, preocupados, decepcionados, tristísimos, los aficionados al ciclismo. Pocos más detalles conocemos. Sólo sabemos, según ha informado la Unión Ciclista Internacional (UCI) y recogen varios medios, que Froome, ganador este año del Tour y de la Vuelta, dio positivo por dopaje en una etapa de esta última carrera, la que venció después de triunfar en la ronda gala, la que le situó en un lugar de leyenda en el ciclismo, porque nadie antes había conquistado Madrid tras hacer lo propio con París. 

Nos falta conocer más detalles. De momento, el equipo Sky afirma en una nota de prensa que el positivo de Froome es por una sustancia común en el tratamiento del asma, Salbutamol, que está permitida pero sólo hasta ciertos niveles. Se especula con la posibilidad de que, en base a casos similares anteriores, el ciclista pueda recibir una sanción menor, de apenas unos meses, o incluso ser absuelto. 

En todo caso, la noticia es un mazazo de consecuencias imprevisibles para un deporte que parecía haber dejado atrás sus tiempos más oscuros. La credulidad de los aficionados tiene un límite.. Estos días, leyendo el excepcional libro de Juliet Macur sobre Armstrong y su rueda de la mentira, tenía una sensación extraña. Yo me aficioné al ciclismo con corredores de esa época, que en la mayoría de los casos han terminado estando implicados en casos de dopaje. Es esa difícil convivencia con el pasado de los amantes del ciclismo, que sabemos que había un poso de mentira, de trampa, de engaño, en aquellas jornadas memorables que tanto nos emocionaron. Es difícil convivir con ese pasado, pero es directamente imposible hacerlo con un presente igual de sucio y mentiroso. 

En el poderío del Sky y de su líder en los últimos años muchos nos negamos a ver una repetición del dominio del US Postal de Armstrong, demasiado fiel a aquel referente negro. No queríamos ni oír hablar de aquello. Porque nos parecía que algo así sería un golpe demoledor a la credibilidad de nuestro amado deporte. Pues bien, tendremos que enfrentarnos a eso que hasta ahora era sólo una sospecha. La admiración sincera por Chris Froome y su profesionalidad, por su empeño por correr la Vuelta tras lucirse en el Tour, por su serenidad y humildad, por todo lo que representaba o creíamos que representaba, queda ahora en entredicho. Volvemos a la pesadilla del dopaje, de las mentiras. Qué día más triste para el ciclismo. Qué desastre. 

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