Resumen del 2017 ciclista (II): Monumentos

Seguimos resumiendo el 2017 ciclista y hoy nos detenemos en los monumentos, que cada año regalan los momentos más intensos de la temporada. La fiesta de las grandes clásicas comenzó, como siempre, en la Milán-San Remo. Allí se rompió una racha de más de 20 años de finales con sprints masivos. El artífice de ello fue Peter Sagan, quien rompió el grupo en la ascensión al Poggio di San Remo. Sólo le pudieron seguir Michal Kwiatkowski y Julian Alaphilippe. El ciclista eslovaco del Bora no se llevó el premio de la victoria a su osadía, ya que le venció en un apretado final el corredor polaco del Sky, que comenzó en la Classicissima una temporada inconmensurable. 


El Tour de Flandes regaló quizá la más espectacular exhibición del año, a cuenta de Philippe Gilbert. El corredor belga del Quick-Step Floors se impuso en solitario tras un descomunal ataque a unos 40 kilómetros de la meta. Fue una clásica portentosa, la del adiós de Tom Boonen, leyenda de la primavera ciclista, su último reto. Contribuyó Boonen a la victoria de su compañero, aunque una inoportuna avería mecánica le impidió estar en la pomada en la parte final de una prueba que se rompió a 90 kilómetros de meta, en el legendario Kapelmuur. Pronto perdió sus opciones Peter Sagan. El grupo, como siempre en las grandes clásicas, se rompió en mil pedazos, para ofrecer un duelo sensacional en el que dominó Gilbert como en los viejos tiempos. 

Siguiendo el orden cronológico de los monumentos, tras Flandes llegó la París-Roubaix, para muchos, entre los que me incluyó, la más bella y exigente clásica del calendario. El Infierno del Norte volvió a disparar la emoción de los aficionados. Repasando la crónica de aquel día, titulamos que fue la mejor carrera del año. Al menos, de lo que iba de temporada. Fue una edición sensacional del tercer monumento del año, en el que se impuso Greg Van Avermaet, en un duelo con Zdenek Stybar y Sebastian Langeveld, después de constantes ataques, pinchazos, caídas y alternativas en esa sucesión de retos que es la París-Roubaix, carrera en la que Boonen colgó la bicicleta con un decimotercer puesto. 

La Lieja-Bastoña-Lieja, la decana de las clásicas, partió este año, como los anteriores, con un favorito claro, Alejandro Valverde, quien buscaba su cuarta victoria en la carrera. Todos los rivales lo sabían, pero no pudieron hacer nada por evitarlo. Es más, el corredor murciano del Movistar se aprovechó de los movimientos de sus adversarios, en especial de un ataque final de Dan Martin al que se unió, para terminar rematando al ciclista del Quick-Step Floors, cuyo palmarés sería descomunal si no hubiera tenido la mala suerte de enfrentarse a Valverde, leyenda viva de este deporte. 

El quinto monumento del año, el único que se disputa en otoño, dejó un portentoso triunfo de Vincenzo Nibali. El Giro de Lombardía, la clásica de las hojas muertas, supuso prácticamente el final de la temporada, la última demostración de que El Tiburón es un ciclista aguerrido que jamás se da por vencido ni deja de atacar a poco que se sienta con fuerzas. Venía de hacer podio en la Vuelta a España y aún le quedaron fuerzas para marcharse en solitario, a lo campeón, un uomo solo al comando, para ganar con autoridad, tras dejar atrás a rivales como Thibaut Pinot o Nairo Quintana

Mañana: Mundial y otras carreras. 

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